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Nuestras Conversaciones, el blog de Gonzalo Prieto

Política

LA BAJADA DE TOHÁ Y LA ASPIRACIÓN DE ROSSI

"Ante la bajada de Fulvio Rossi he agregado un pequeño comentario al final del artículo"

La demostrada falta de liderazgo político en la concertación, ese espacio vacante, ha provocado como es natural el apetito político de varios líderes de los grupos internos en cada partido. Eso es perfectamente legitimo, pero nos seguimos auto engañando en política, diciendo a los ciudadanos una cosa puertas afuera y haciendo otra puertas adentro.

 

En mi opinión la bajada de Carolina Tohá se debe más bien a un simple calculo político y no sólo a la cuestión relativa a su marido, el Senador electo por el binominal Fulvio Rossi. Pues como es bien sabido dentro del PPD caminan dos grandes corrientes, los Lagistas y los Girardistas. Estos dos grupos se ha peleado los espacios, las cuotas y las opciones dentro del PPD. En el caso del primer grupo este incluso más asociado con Francisco Vidal, el representante de Lagos en el PPD, quien durante los años en el gobierno administro cuotas en el Estado creando la red de poder en el partido entorno a la figura del ministro. En la otra cera el Senador Guido Girardi quien ha construído su poder a través de los Alcaldes y Diputados, en una velada (pero clara disputa dentro del mundo político) batalla por el poder con el grupo Lagos-Vidal.

 

Ante la derrota de la concertación, muchos esperábamos la oportunidad para el recambio de liderazgo en la política y los partidos, pero esto no ha sucedido y claramente por ahora no va a suceder. Tal vez porque simplemente la lectura anterior es ingenua y no responde a la realidad de como funcionan las cosas en la política Chilena.

 

Desde Madrid escuchaba los resultados de la segunda vuelta, escuchando los comentarios de algunos destacados personeros de la concertación, era un momento donde se abría una inflexión importante, pero acto seguido por televisión vemos a un Lagos empoderado, dando un discurso de cierre de los 20 años de la concertación y concretando la acción de un claro elitismo político. El traspaso simbólico del liderazgo a su hijo Ricardo Lagos Weber, Carolina Tohá y Claudio Orrego que parece haber estado allí más bien por casualidad.

 

Nosotros no tenemos monarquía, pero no importa, los comportamientos son similares. El supuesto Rey entregando la corona a sus hijos. Pues Carolina Tohá no tiene más capital político que su apellido, no tiene más mérito que sus relaciones personales que la colocaron siempre en el lugar preciso, en el cargo correcto. Quienes me digan: “es que fue Diputada”, yo le respondo de inmediato diciendo que en el sistema binominal con apellido Tohá y con el gobierno de jefe de campaña, muchos pueden hacer lo mismo.

 

Las versiones oficiales sobre la bajada de Carolina Tohá han apuntado a que su marido Fulvio Rossi, le pidió que se bajara o cuestión similar, o bien que Tohá había calculado de manera brillante que si ambos ganaban esto parecería una especie “gran familia” (acaso ya no lo es) y que por tanto decidió dar un paso al lado por el bien de la política y la concertación.

 

En mi opinión ambas teorías son erradas o bien no completan la explicación debidamente. Ya que lo que ha pasado es que Carolina Tohá no ganaba las elecciones internas del PPD, porque no cuenta con la maquinaria que contaba el Laguismo en el gobierno para movilizar a su gente y su votación, cuestión que si sigue conservando el Girardismo a través de los Alcaldes y Diputados. El razonamiento es simple: “si tengo una legitimidad simbólica heredada no debo poner en riesgo tal cosa, debo seguir siendo la niña bonita de la fiesta y quedarme aquí hasta que me ofrezcan algo sin tanto riesgo”.

 

Aquí le hallo la razón a Fulvio, se ha dirigido la discusión para otro lado, algo que ayuda a su esposa pues la están victimizando y por ende, siguen aumentando un capital simbólico en campo político.

 

Es por ello que tenemos que asistir a un show innecesario, la política como la vida misma se encuentra llena de juegos de poder, necesarios y legítimos para conducir los ideales y proyectos que creemos son los mejores. Pero mentimos y desarrollamos discursos para tapar el Sol con un dedo, aunque muchos se engañan o se dejan engañar, siguen prefiriendo ser parte de los grupos de poder en vez de tener su propia opinión.

 

Carolina Tohá ha movido sus fichas como ella ha creído conveniente, nos guste o no esa es la realidad y en el futuro ya veremos como sale la jugada, el resto de los comentarios son esfuerzos sin sentido.

 

Claramente el movimiento ha favorecido el apetito voraz de su marido, un hombre al que se le destaca justamente eso, su ambición y convicción para llevar sus objetivos a cabo, pero lejos está de representar la renovación política, pues el Senador puede ser igual o mejor a la hora de poner en práctica lo que sea necesario para lograr lo que quiere. Rossi tiene aspiración presidencial y si para eso debe enfrentarse a todos lo hará, hasta el momento así lo ha hecho. “La providencia” le dio la opción de ser Senador gracias al sistema binominal, con un resultado vergonzoso y con su región entregada completamente a la derecha. Pero él no sufrió ningún daño en Santiago. Hasta para eso Santiago es Chile pues lo que pasa fuera de él no importa, pues lo que pasa fuera de Santiago a menos que sea catástrofe no sale en la televisión.

 

La bajada repentina de Fulvio Rossi puede ser explicada una vez más bajo la perspectiva de Pierre Bourdieu y su concepto de capital social. Esa cuestión inmaterial difícil de medir, pero que ronda en el subconsciente del actuar social e individual. Rossi no necesitaba en absoluto renunciar, como me dijo un amigo hace muy poco, las elecciones de los partidos no son elecciones populares y como tales no era necesario dar un paso al lado, posiblemente Rossi tiene más que perder si piensa en su capital político y lo que se puede decir de él. Aquí importa mucho la prensa y el tratamiento de la noticia, ya que si bien Tohá no creo que haya renunciado por Rossi, tampoco Rossi ha renunciado por Tohá, ambos al parecer miden muy bien los tiempos (virtud importante en la política) y han preferido guardar esfuerzos y no dañar su imagen y esperar a contiendas mayores, donde los/as ciudadanos/as si juzgan lo que sale por televisión y prensa, donde si importa la imagen.

Claramente esto constata otra cuestión relevante y de fondo para la política. Los partidos cada día importan menos a la hora de erigirse como líderes políticos y ciudadanos, no son indispensables a la hora de recoger popularidad y por tanto es más importante aparecer como alejados de ellos y continuar apareciendo como la víctima de esas prácticas indeseables de la política, un discurso claramente incoherente para quienes sabemos de sobra que esas prácticas son fielmente practicadas por Rossi.


 

La Oportunidad sigue allí.

 

El Terremoto natural nos ha hecho olvidar por un momento, al menos en la memoria colectiva, el terremoto político que se está produciendo en Chile. En dos días el cambio de mando dará un giro, aunque no de muchos grados, a la realidad del país. Por ahora los análisis que se vierten en la prensa son en relación a las futuras obras de reconstrucción y la capacidad del gobierno de Piñera para manejar el Estado y la facilidad que tendrá su administración de trasladar a ejecutivo saliente todas las responsabilidades sobre fallos a la hora de afrontar la catástrofe, y por qué no también hará lo propio con muchas otras cuestiones que vayan saliendo.

 

Sin embargo la tarea que me convoca en este artículo no es repetir lo que otros ya han comentado y muy bien, sino a pensar sobre la oportunidad que sigue allí, el espacio político para construir una oposición y una alternativa de gobierno de centro izquierda para el futuro de mediano y largo plazo.

 

La Concertación sigue aún sin dimensionar las causas de la perdida del gobierno y en ese mismo sentido el llamado de la ciudadanía a transformar el sistema político actual. No vamos a descartar aquí las voces críticas que han intentado revelar este diagnostico, pero que han sido acallados por un discurso que nubla la vista y tapa los oídos. Una suerte de fe religiosa sobre lo bien que se ha hecho todo y ni un comentario de verdadera auto-critica.

 

Hoy la concertación se reordena bajo los mismos parámetros que provocaron su caída. Un cambio de rostro pero que encubre un mismo cuerpo desgastado. Sin proyecto político la concertación quiere seguir tirando de su alianza instrumental para conservar el poder que les queda y aspirar nuevamente a él, el año 2014. Michelle Bachelet todavía no entrega su banda presidencial y ya hay quienes la proponen como candidata, pero al mismo tiempo hablan de escuchar a los ciudadanos. La popularidad no es causa de buen gobierno.

 

Sin auto-crítica y sin proyecto político se abre una oportunidad. La oportunidad de construir una alternativa con un programa de centro izquierda que haga eco de las demandas de las y los ciudadanos más pobres y las clases medias. Con una visión económica que tenga como objetivo financiar las políticas que provean de mayor bienestar social a los ciudadanos, pudiendo materializar el discurso de la igualdad.

 

Como ya han señalado otros, el terremoto nos ha brindado la oportunidad de mostrar lo vulnerable que somos y que todo no ha ido bien, sobre todo para aquellos que menos tienen, que siguen ganando una miseria y que ante los embates más terribles de la naturaleza su único apoyo es la caridad. Ello nos demuestra en definitiva un modelo de sociedad capitalista que no se sostiene y que es incapaz además de prevenir.

 

Las tareas de una alternativa de centro izquierda deben seguir siendo los pilares de la educación, salud, viviendas dignas, empleo decente e innovación tecnológica al servicio de la economía nacional y la sociedad en general. No podemos continuar con un modelo que beneficia siempre a unos pocos, que maquilla las políticas públicas “focalizandolas” como paradigma de la eficiencia, pero que en muchos casos no es correlato del problema que se quiere resolver. Hay cuestiones que deben ser universales, pues simplemente no todo puede definirse a corte de los quintiles.

 

La democracia necesita transformarse y volverse hacia los ciudadanos, hemos perdido el valor por los asuntos públicos, ello en gran parte porque las instituciones se han alejado de la voluntad ciudadana y se han convertido en edificios de reparto de cargos públicos y técnicos al servicio de la racionalidad neo-liberal. Tenemos la necesidad de descentralizar la política y el Estado para devolverle el poder a los ciudadanos y que exista una relación más estrecha entre quienes son llamados a liderar y quienes entregan esa legitimidad.

 

En este proceso las y los jóvenes tenemos una enorme tarea ahora mismo. Pues la única forma de transformar la política es cambiar a sus políticos y quienes se sientan llamados a construir una política más democrática, más directa y al servicio de las y los ciudadanos que menos tienen, deben hoy ponerse de pie y hacerse cargo de esa responsabilidad liderando los espacios a los cuales son más afines y donde tienen puestas sus aspiraciones. La juventud debe ser capaz de transformar y transformarse así misma, apagar la tele y tomar las riendas de su futuro. No basta con conformase con espacios pequeños, deben aspirar a lo más grande pues sólo así seremos capaces de atrevernos a realizar las grandes transformaciones de la sociedad chilena.

 

Chile hoy más que nunca está envuelto en el concierto internacional y debe responder ante múltiples desafíos, no puede quedarse atrás, no puede esconderse o lamentarse, debe levantar la cabeza y mirar hacia el futuro. Ello requiere de liderazgo y hacer de la política un instrumento para mejorar la calidad de vida de las y los ciudadanos, junto con aspirar a un modelo de sociedad mas justo y sostenible.

 

La oportunidad se encuentra frente a nosotros, no podremos alegar después que no fue así.

 

 

La Oportunidad de la derrota

 

“Profundizar la democracia, transformar la economía y descentralizar el Estado” 

 

 

El día 14 de diciembre pasado estábamos seguros que habíamos perdido el gobierno. Era una constatación plausible puesto que los números simplemente no daban y aunque en las últimas dos semanas hubo una especie de aire de esperanza que recorrió a los miles de concertacionistas repartidos por Chile y el mundo, finalmente la realidad nos mostró lo que ya sabíamos desde hace tiempo, que perdíamos frente a la derecha, pero más aún perdíamos ante nosotros mismos. Y digo nosotros, porque a pesar de mi edad y mi participación en la vida política activa como militante del Partido Por la Democracia, creo profundamente que todos (más o menos) hemos contribuido a la derrota.

 

Sin embargo la derrota contiene más cuestiones que el sólo lamentarse y precisamente de eso es de lo que quiero hablar ahora. De eso y también de cómo se está supuestamente “reconstruyendo” la coalición, ahora opositora, para enfrentar los desafíos del futuro.

 

Como he dicho en otros artículos, esta cuestión es índole eminentemente política, es la forma de hacer política la que nos ha llevado a la derrota y nuestras prácticas como partidos hacia dentro y hacia fuera las que fueron gestando el cáncer de la desilusión y el clientelismo. Las cuotas de poder, el “te doy votos, pero ponme a este y a este otro en tal o cual cargo” fueron lo que termino por liquidar a los partidos. ¡Ojo! Los partidos no gozan de buena reputación en ninguna parte, pero aún así son capaces de estar más cerca o más lejos del sentir ciudadano.

 

Llegó el 18 de enero y la Concertación necesita reinventarse, cambiar, transformarse, pero ¿para qué?, ¿para obtener el poder el 2014? Sin duda ese es uno de los desafíos, pero no el único.  Si las personas que componen la concertación no comprenden tal cuestión, estarán reproduciendo (como diría un amigo) la misma mierda pero con otras moscas.

 

Chile necesita cambiar, pero no sólo las caras, sino el clasismo instalado a todo nivel, necesitamos reinventarnos todos para luchar por lo obtenido y aspirar a más, siempre a más. En un país donde aspirar está prohibido, pues te conviertes en un siútico, en un arribista, pues el esfuerzo por progresar sólo se queda en la farsa sin contenido de los llamados progresistas.

 

A la política y a la concertación le pasa lo mismo. Con un discurso de Ricardo Lagos que fue una mera puesta en escena preparada una vez más por las cúpulas, un traspaso de padres a hijos, la reproducción de la clase dominante que intenta enmascarar que no hemos aprendido y que cuando se habla de rostros nuevos, de nuevas formas, estamos hablando precisamente de hacer un relevo donde no se repitan los apellidos, las familias y los lotes. Por ahora parece que no escuchamos nada.

El cambio no llega sólo, se construye. Tampoco llega de sopetón, sino que es de largo aliento, no se trata de mandarlos a todos para la casa, pues en política nadie muere para siempre. Esto lo saben los españoles, que con un líder con un potencial inmenso en Europa como lo es José Luis Rodríguez Zapatero, este joven y renovado político no ha dudado en citar a los desgastados hombres y mujeres de Felipe González para dar refuerzo y legitimidad política a un gobierno que no ha tenido el camino fácil, en un medio político sorprendentemente rudo. Incluso hoy mismo, vistiendo la presidencia europea, uno de sus mayores consejeros resulta ser Felipe González.

 

Sin duda la Concertación necesita de todos, de los de ayer, de los de hoy y los de mañana, pero en un nuevo trato, con nuevas prácticas, nuevas reglas del juego. Por ahora eso no parece darse, todo lo contrario hay una mirada complaciente, los discurso pasan por la derrota como si no estuviese allí, dicho sea de paso varios no tendrán problemas, pues no perderán sus trabajos, pero la gran masa concertacionista que caerá en la frustración, por ahora no tiene ni discurso, ni proyecto por el cual encantarse y volver a salir. Todo huele más bien a quién se queda con el poder de los que se van para volver a reinar el 2014, un proyecto más bien mediocre y cortoplacista. Pues la Concertación necesita más que nunca de una reflexión profunda y descarnada, la coalición saliente necesita preguntarse hoy: ¿Vale la pena seguir siendo coalición?

 

Si Chile cambió la pregunta es plausible, pues deberemos preguntarnos si la famosa política del acuerdo no es una invitación engañosa a conservar el establishment, a conservar el estatus quo que la ciudadanía le ha gritado dos veces en las urnas que ya no sirve para hacer política.

 

Si cabe entonces una coalición que posiblemente ya no sirva para avanzar en el camino no sólo del desarrollo económico, sino en devolverles a las y los ciudadanos la capacidad de ejercer la política.

 

Las tareas por delante de los partidos están en profundizar la democracia, acabando con sistemas donde la voluntad popular se pierde, con una pantomima de participación que no existe y que en realidad mantiene a raya el movimiento social y político.

 

En una nueva economía que apuesta por la vanguardia, la investigación, la innovación y el talento. Una economía justa con todos, que contribuya al desarrollo de los ciudadanos dando garantías y no ofreciéndose sin condiciones al mercado internacional.

 

Un nuevo Estado, descentralizado dando a sus regiones la autonomía de llevar a delante sus propios procesos de desarrollo local, contribuyendo con una mejor redistribución de la riqueza y devolviendo como he dicho antes la virtud política a sus ciudadanos.

 

El progresismo tiene contenido, no es una palabra al aire, y tiene familia, se llama izquierda. Una izquierda progresista y moderna es la que es capaz de avanzar hacia el desarrollo colocando siempre por delante los intereses de los que menos tienen.

 

 

 

Nuevos Partidos Políticos para Chile

 

Cuando escribía este artículo, me avisan desde Chile sobre la renuncia de Antonio Gómez y Pepe Auth. Cuestión que no hace más que confirmar lo que viene a continuación. 

 

Que duda cabe que uno de los problemas estructurales de la sociedad chilena es el desprestigio de la política. Su baja valoración como la cadena de juicios negativos que se le arrogan a sus instituciones y la acción diaria de quienes la componen, hacen perder a la ciudadanía su mayor valor, la virtud política. Una virtud que se manifiesta en el interés por los asuntos públicos.

 

Hace poco el columnista de La Tercera, Héctor Soto, escribía sobre el desencanto, y por sobre todo la despreocupación de las personas en general por la elección presidencial. Con datos como que uno de los debates presidenciales fue superado en rating por una teleserie.

 

El otro día un amigo me contaba que en una radio local entrevistaron a 100 personas inscritas en los registros electorales donde se les preguntaba por sus preferencias y sólo la mitad conocía a los candidatos de su región. Tanto el interés por la política, como por los asuntos públicos en general parece ocupar cada día, como es proceso de toda la sociedad actual occidental, un espacio reducido.

 

Hoy parece que la lógica es prescindir de los partidos políticos para ganar adeptos electorales, pero la gente no es tonta, no sirve el maquillaje, lo que la gente espera es un cambio profundo en la política, implica acercarla a las y los ciudadanos, profundizarla, hacerla más explicable y simple, más transparente, pero por sobre todo garantizar que las instituciones sean fieles al mandato popular. Esto no ocurre hoy ni en los partidos, ni en muchas organizaciones sociales e instituciones de Chile, por ello nuestra tarea es proponer nuevos partidos, nuevas formas de organización que hagan eco de la nueva sociedad chilena.

 

Un candidato sin partidos.

Lo ocurrido con el ex – candidato presidencial Marco Enríquez-Ominami, es que se convirtió en el símbolo del discurso contra el desgaste de la política. Un 20 % no sólo decepcionada con la Concertación, también con la Alianza, con el sistema político chileno en general que hace aguas y no sabemos bien como arreglarlo. Aunque el candidato en cuestión no es precisamente el ejemplo de la nueva forma de hacer política, no sólo porque no hay nuevas formas, sino porque es fruto de ese mismo sistema. Lo importante se encuentra en reordenar y encarnar un sentimiento generalizado en el Chile actual. Enríquez-Ominami sin partidos logró hacer algo inédito y hoy ha transformado lo marginal en algo central. Incluso hasta el punto de quebrar un paradigma y abrir una ventana la existencia de posibilidades nuevas. Si es posible levantar una candidatura presidencial sin partidos, la pregunta será ¿podremos gobernar sin ellos?

 

Una cuestión posible, pues en Chile han proliferado las redes, los centros de pensamiento, la capacidad de generar recursos humanos que perfectamente pueden administrar el Estado sin necesidad de firmar adherencia alguna a una organización, simplemente estar conectados a través de Internet generando ideas y haciéndose cargo. Es el caso de Independientes en Red, de Política Stereo, Atina Chile, Asuntos Públicos, Redacción, etc. Todas ellas plataformas que buscan y han logrado abrir un espacio que hasta hace algunos años eran potestad de un grupo selecto de intelectuales y medios tradicionales. Hoy se crea opinión y poder desde la red y aunque a pesar de ello esto todavía no traspasa algunas barreras hacia el mundo popular, está generando una nueva generación muy interesante.

 

La disyuntiva estructural. Cargos versus Partidos

 

La salida de Fernando Flores y Adolfo Zaldivar de sus respectivos partidos evidencia una disyuntiva estructural en el sistema político chileno. ¿Cuál es la libertad de acción de los miembros de un partido?, junto con preguntarnos ¿A quién le pertenecen los cargos de elección popular?

 

Ambas preguntan tiene el desarrollo en la misma respuesta. El actual sistema político chileno determina por Ley que son los partidos (sin exclusión de los independientes) quienes presentan a los candidatos a elección popular. Además el sistema binominal no sólo polariza las fuerzas políticas sino que genera nichos electorales que permiten la elección de escaños a partir de la más pura ingeniería electoral, aunque conocemos excepciones que confirman la regla.

 

Entonces nos enfrentamos a la primera pregunta, ya que si esto es así sería evidente concluir que diputados y senadores deben su cargo no a los votantes que le eligen, sino a los partidos que le permitieron ir en la papeleta. Argumento contrario es el que nos dice: que son los candidatos los que otorgan la fuerza electoral de esos cupos y por tanto si ellos no tuvieran los votos no basta con el cupo. Yo me inclinó por la primera opción, pues aún con los votos muchos candidatos independientes quedan fuera gracias al sistema binominal y muchos con menos votos quedan dentro, ejemplo es la elección del Diputado Fulvio Rossi como Senador en la primera región para estos próximos cuatro años.

 

Es decir que los candidatos no le pertenecen a la ciudadanía que les votó sino que deben lealtad al partido que les permitió ser candidato entre sus filas. Bajo este esquema nos queda la espina clavada, nos parece lejos de la representación popular, por lo cual la alternativa no es discutir si es el huevo o la gallina, sino cambiar el modelo entero.

 

Nuevos Partidos Políticos

 

Chile necesita una nueva democracia y por ende nuevos partidos que la compongan. Una democracia más directa, más participativa. Ya que la democracia actual como diría el historiador Eric Hobsbawn, tiene poco de democrático, ya que las grandes decisiones son materializadas en espacios que poco tienen que ver con los procesos democráticos. Por eso la necesidad de transformar y profundizar la democracia.

 

Ello requiere partidos nuevos, esos partidos deben tener una organización más horizontal ya que lo actual verticaliza las acciones convirtiendo al cuerpo de la institución en algo inmenso, inalcanzable para sus militantes y por sobre todo genera los vicios de la decisión de unos pocos. Partidos más democráticos requiere una nueva ley de partidos que garanticen la nueva estructura, donde se limitan la elección de los cargos; donde se establezca el derecho de hacer valer las decisiones de las partes que lo componen y no exista la prebenda de cupos y nominaciones; donde transparentemos el acceso a cargos públicos y se le exija cuenta de su gestión; donde la organización tenga la capacidad de llegar a todo el país creando áreas de trabajo y usemos las nuevas tecnologías como plataforma de hacer llegar propuestas, debatirlas y votarlas. Donde los líderes de los partidos políticos no puedan ejercer ni cargos de elección popular, ni tampoco cargos de gobierno. Y que esos líderes tengan un sueldo público de manera de transparentar la acción y la igualdad de las organizaciones políticas. Acabar con las secretarías y las subcretarías de partidos que llenan de cargos a los militantes pero poco o nada hacen para colaborar con el sistema político; generar áreas de trabajo donde todos puedan participar de acuerdo a sus propios intereses (aquí las nuevas tecnologías son una gran herramienta de trabajo), en esto me quiero detener, pues debe ser privativo de las mujeres una secretaría de la mujer y generar un partido interno dentro de la misma organización, lo mismo ocurre con los jóvenes, los nuevos partidos necesitan jóvenes dentro de ellos, no juventudes que no hacen sino crear grupos de interés más propios del cuoteo que generar política de juventud.

 

Las primarias abiertas, con listados de adherentes que acerquen y combinen la elección del partido con la participación ciudadana. Los partidos tendrán en cada región que generar ideas y contar con recursos para hacerlo, promover la democracia y la virtud política. Lo último debe ser el gran desafío de la política chilena, revaloriza la política no es otra cosa que saber comunicarla y explicarla con transparencia a los ciudadanos.

 

Sin duda a las propuestas se puedan sumar muchas otras, y tal vez mejores, hay que estar abiertos a las propuestas y tener la valentía de llevarlas acabo.

 

Antes de concluir un pequeño comentario, recuerdo haber leído el comentario de la nueva Diputada Sabat, debo decir que como muchos sonreí y dije: “que metida de pata de esta señorita”, pero luego pensé, que tal vez eso es precisamente lo que necesita nuestro país, inocencia, transparencia y confianza. Pues posiblemente esta nueva Diputada sea mucho más honesta a la hora de expresar sus opiniones dejando el calculo electoral y la pelea pequeña de lado. Sin duda necesitamos demostrar quienes creemos en la política que está es una actividad noble de gente que se ilusiona con transformar con su trabajo la vida de millones de chilenos y chilenas.

 

 

 

* Sociólogo por la Universidad Complutense de Madrid. Estudiante de Master en Medio Ambiente: “Dimensiones Humanas y Socioeconómicas” del Instituto Universitario de Ciencias Ambientales, Universidad Complutense. 

 

DESARROLLO REGIONAL Y LOCAL: Proyecto Político y Capacidad Financiera.

DESARROLLO REGIONAL Y LOCAL: Proyecto Político y Capacidad Financiera.

 

El desarrollo regional y local como idea teórica y planificación indicativa constituye un gran esfuerzo por colaborar desde lo académico en la concreción de un Chile más descentralizado. Sin embargo a pesar de los múltiples trabajos realizados por profesores e investigadores, junto con la labor cumplida por parte de las instituciones del Estado, parece que esa descentralización no llega y menos aún la posibilidad de que el ansiado desarrollo territorial se ponga en marcha con las herramientas necesarias.

 

¿Qué nos falta? Algunos han señalado la elección de Intendentes y Consejeros Regionales como un gran avance para la descentralización política de Chile, cuestión que no es menor y constituye un gran avance, pero insuficiente si lo que realmente queremos es una descentralización que permita a las regiones cumplir tres condiciones básicas y necesarias para su desarrollo, estas son: Descentralización Política, Capacidad Financiera Autónoma y Traslado de Competencias Administrativas. Estos tres ejes permitirán dar bases al proceso de desarrollo territorial en materia económica y social.

 

En primer lugar debemos entender que el desarrollo regional y local debe emanar de un proyecto político, sustentando en la convicción de que cada región deberá tener la capacidad de decidir sobre su futuro desde los diversos ámbitos de acción, en esto es clave la participación ciudadana y el liderazgo político. Ello no significa una mera cuestión de recomendación a una estrategia, sino la base de todo proceso de descentralización, ello implica apostar por un Chile diferente en toda su estructura política, jurídica y económica.

 

Un proyecto político como este debe incluir para las regiones una capacidad financiera autónoma que grave, recaude y distribuya riquezas. Pues no basta con los actuales fondos regionales existentes, ya que muchos de los proyectos regionales a lo largo y ancho del país (y esto ya lo he planteado antes) quedan estancados por años por la ineficiencia de nuestro actual sistema central. La capacidad financiera regional permite mayor eficiencia tanto en la gestión pública y la promoción para la acción privada, pues el hecho de que muchas de las tareas sean resueltas y puestas en marcha en los propios territorios acelera su crecimiento económico y la mejor conducción del desarrollo.

 

Las instituciones públicas en un sistema descentralizado, deberán vivir un proceso de traspaso de competencias de la administración central y en esa tarea será clave la preparación de las estructuras organizativas de las instituciones regionales, como así también se demandará un capital humano capaz de enfrentar las responsabilidades que ello implica. Pues una región que lleva las riendas de su propio desarrollo debe gobernar y no sólo administrar, generando conocimiento y aplicando políticas públicas adecuadas en estrecha relación con la realidad local.

 

No habrá por lo tanto descentralización con meras medidas simbólicas, las que sin duda son un avance, pero debe consolidarse con regiones y municipios capaces de contar con mayores recursos que provengan desde sus propios territorios, haciéndose cargo de todo el proceso que ello implica. Pensar las regiones debe ser un proceso propio que desarrolle las fuerzas necesarias para una transformación de mayor calado en el país, un Chile Federal.

 

CHILE Y SU POLITICA EXTERIOR

CHILE Y SU POLITICA EXTERIOR

 

El chileno quiere estar globalizado, pero quiere estarlo con Francia, Estados Unidos, España, Alemania y posiblemente hoy querrá también estarlo con Brasil. No así con Bolivia, Argentina, Venezuela, Honduras, Colombia, Nicaragua y mucho menos con Perú.

 

¿Existe una doble mirada hacia los demás países de Latinoamérica? Parece que lo que los discursos oficiales, las cumbres, los tratados y las declaraciones de buenas intenciones en muchos o en la gran mayoría de los casos, no tienen mucho correlato con la opinión del común de las y los chilenos. Digo una doble mirada, pues el discurso institucional es un discurso de amistad e integración, pero las señales provenientes de la llamada “opinión pública” parece decir todo lo contrario, donde las frases cargadas de xenofobia y nacionalismo pechoño son lo dominante.

 

La política exterior es un ámbito sagrado, en lo único en que nadie debe tener más opinión que el gobierno, pues es una cuestión de Estado. Menos aún los ciudadanos y miren que nosotros los ciudadanos opinamos de todo, pero en materia de política exterior nos alineamos detrás del gobierno, porque así debe ser, porque así damos una imagen de unidad. Todo eso parece estar bien, pero nos olvidamos que debemos ser las y los ciudadanos los garantes de los buenos oficios del gobierno (en una democracia más participativa claro esta) y por ello deberíamos estar preocupados y atentos a lo que nuestro país realiza fuera de nuestras fronteras.

 

Hoy nuestro país esta complicado con un país amigo, un país vecino, con un país con el cual guste más o menos tendremos que lidiar toda nuestra vida (pues así es la familia, no la elegimos, pero allí esta) y por lo tanto también la ciudadanía debe hacerse cargo de la tarea de aprender a convivir con ellos.

 

El concierto Latinoamericano hoy en día es mucho mejor que hace 30 años, hay una política más estable, un crecimiento económico sostenido y con políticas sociales en marcha. Dirán sin duda los que miran desde la postura dominante que somos una región dividida entre los “populistas y los socialdemócratas” puede ser, tarea para la casa, pero lo central es que estamos en el momento preciso para tomar un rumbo diferente como región latinoamericana, el momento exacto para proyectarnos al futuro y entrar de lleno a ser protagonistas de los desafíos mundiales. Pues los desafíos que enfrenta hoy el mundo son globales, ya no es cuestión de algunos y américa latina  no puede perder nuevamente el carro.

 

En esa tarea nuestro país cumple una función crucial, pues es uno de los países más desarrollados de la región y esa posición conlleva una responsabilidad mayor con la integración. Su capacidad de desarrollarse, las políticas sociales, la estabilidad y fuerza institucional debe llevar a tener una mirada de cooperación y articulación con los otros.

 

Brasil ya es reconocido como una potencia regional y mundial. Se sabe y entiende que las próximas transformaciones en materia económica, ambiental por dar dos ejemplos tendrán que realizarse con la presencia del gigante del cono sur. Chile que es un país más pequeño en territorio y población, pero grande en economía, imagen internacional y peso político dentro de la región. Debe jugar el papel de articulador de acuerdos y consensos, pues es respetados por unos y otros (aludiendo a la diferencia que nos hacen desde fuera) y ello puede resultar capital tanto para nuestro propio desarrollo como para el resto de países.

 

Para ello Chile como Estado y su gobierno debe trabajar en algo crucial desde mi punto de vista. Esto es el discurso Latinoamericanista dentro del propio país. Pues de no llevar esto acabo tendremos esa doble mirada hacia nuestros vecinos americanos, por un lado la integración siempre más económica que otra cosa, y por otro la xenofobia, la antipatía, el menosprecio y la violencia.

 

Si son ciertas las proyecciones, Chile continuará por la senda del progreso y ello requerirá tarde o temprano inmigración que colabore con ese crecimiento, una inmigración que existe pero que aumentará en la proporción que aumente su éxito económico y social. No debemos esperar a que las cosas ocurran sino prepararnos para los cambios que se vienen, ello requiere voluntad política y verdadero sentido de la integración.

 

Europa con dos guerras mundiales a la espalda, más de una veintena de idiomas nacionales y regionales, han logrado en 50 años una Unión que avanza lento pero con paso firme, decidido a ser protagonista en los cambios.

 

América Latina posee alrededor de 500 millones de habitantes, reservas económicas y naturales cuantiosas, un mismo idioma. Pero parece que no hemos aprendido de nuestras desgracias, debemos aprender ahora y mirar al futuro juntos, ya que separados seguiremos siendo “el tonto útil de los grandes” al que le cierran las puertas para decidir sobre las grandes cuestiones del planeta.

 

Que no nos ciegue la contingencia, los medios nacionalistas y amarillistas que venden a ambos lados de la línea de la concordia fuego para un incendio innecesario. Debemos pensar los ciudadanos, un país mejor, con una Latinoamérica mejor y exigirlo a quienes gobiernan.

 

Pensar la politica.

La política no sólo consiste en decir, sino también en hacer. En ser coherente con lo que se piensa, se dice y se hace. Que quienes aspirán a liderar entusiasmen no sólo con el discurso, sino con la acción sistemática, majadera de hacer lo que se piensa. Pues un hombre de Estado no es el que piensa en los cinco minutos de televisión o de prensa, sino es quien trabaja a 20 y hasta 50 años plazo. La política entonces es una cuestión humana y como tal parte de todos nosotros, porque cuando decimos que hay que cambiar la forma de hacer política nos olvidamos de explicarla de manera clara.

Estoy cierto de que todas y todos aspiran a tener un Chile mejor. Muchos de ellos trabajan y se preparan para esa tarea. Coherencia en el discurso y la acción harán reconocer en los demás nuestra obra y dará fruto a quienes reclaman líderes comprometidos con su presente y futuro

EL NUEVO ESCENARIO POLÍTICO CHILENO Y EL SENTIDO DE LA OPORTUNIDAD

 

“Chile cambió”. Una frase que hoy y mañana se convertirá en objeto de análisis, sus causas y consecuencias, las variables del cambio chileno serán interpretadas desde todas partes e intentando recrear una realidad mas cercana a las conveniencias. En donde sin duda esta frase tiene un calado contingente pero también de mediano plazo es el escenario  político, un escenario que se encuentra en el momento justo de cambio social, en el momento donde incluso es más complejo definirle.

 

El origen o la base fundamental de los procesos se encuentran en la coalición gobernante, la concertación de partidos por la democracia es causa y efecto de sus propios procesos, de sus acciones y omisiones, de sus dichos y silencios durante los veinte años de transición democrática. Una transición exitosa pero que hoy, como cuerpo político, no responde a los cambios que el país esta manifestando producto de un sin fin de variables sociales, económicas y culturales. No quiero decir que con ello que la Concertación no tenga nada que ofrecer al día de hoy y en el proyecto futuro, pero lo que es innegable son esos cambios que hoy se manifiestan, donde existe falta de atención por parte de una generación de políticos que no han sabido leer entre líneas. Una emergencia que también la experimentan las generaciones de políticos más jóvenes dentro de los partidos, con cargos y sin cargos que mantienen un pensamiento crítico, pero una acción moderada tanto por falta de liderazgo, como por condiciones objetivas derivadas del sistema en el mercado del trabajo estatal.

 

El actual candidato Marco Enríquez-Ominami ha construido innegablemente un liderazgo o mejor dicho una serie de circunstancias estructurales de cambio en combinación con su acción individual han producido una fórmula que desencadena innovación y procesos de transformación. Puesto que el escenario político predominante en nuestro país agrupaba a dos grandes coaliciones en torno a dos historias, ello vertebraba el sentido de la política chilena, la aceptación de la comunidad y la construcción de un status quo que se ha mantenido durante estos últimos veinte años.

 

Un cambio generacional que viene a ser objeto de una connotación de un sin fin de procesos culturales y económicos de la sociedad, alimentan la base para que todo esto se vaya desarrollando. Las elecciones presidenciales de este próximo mes de diciembre no sólo serán un cambio de presidente, sino la fecha icónica de un nuevo escenario político con más de dos grandes coaliciones. Un nuevo mapa, más pluripartidista que antes, menos atado a compromisos del pasado y sin duda alguna más complejo de lo que parecía ser hasta ahora. Pues más jugadores en el juego por el poder implica al menos dos opciones posibles: la inestabilidad al no poder poner  de acuerdo a todos los sectores entorno a los desafíos y tareas de país; o bien un nuevo trato de consensos y negociaciones muchas veces diversas de lo que será la ruta política chilena. Creo personalmente que se dará la segunda, pues las y los chilenos hemos aprendido bien la importancia de mantener una estabilidad política e institucional para continuar la persecución del desarrollo.

 

En este nuevo escenario será absolutamente importante el sentido de oportunidad. Puesto que como dije la figura de MEO no hace más que simbolizar un proceso más profundo, donde actores del ámbito político han esperado (o construido con menos éxito) que se abra este espacio para dar no sólo un recambio generacional, sino una transformación de todo el esquema tradicional.

 

Gane quién gane la política en Chile ya no será la misma, pues existen pruebas de que se puede cambiar y se está cambiando.

 

Quienes sean capaces de visualizar el momento preciso se irán incorporando este nuevo escenario y comenzarán un nuevo proceso, con elementos propios del pasado, pues la historia terminará pesando al fin y al cabo, pero también con nuevas ideas que llevan incubándose en la mente de una nueva generación en el país.

 

En el caso de darse la alternancia en el poder con un gobierno de derecha, algunos podrán pensar que será el espacio para relegarse o bien para mirar los cosas con más distancia. Sin duda ese cálculo no es del todo viable, pues es en momentos de crisis (para este caso la crisis de una coalición que sale) la que gestará un nuevo impulso, un nuevo discurso político que defina el marco de acción en la política chilena de las próximas décadas.

 

SEGUNDO DEBATE PRESIDENCIAL CHILE 2009

SEGUNDO DEBATE PRESIDENCIAL CHILE 2009

 

El segundo debate presidencial con claras diferencias sobre el primero. Un Sebastián Piñera que remata mejor, un Marcos Enríquez-Ominami que explica y apela a la libertad de sus propuestas, un Eduardo Frei apoyado en los logros de la concertación y un Jorge Arrate que llama ampliar las fronteras de lo posible y construir en base a las ideas. El común denominador del análisis es que cada candidatura ya toma forma definitiva a poco más de dos meses de la elección, queda poco tiempo para las correcciones o las reafirmaciones de las ideas y estrategias.

                  

 

Un debate puede juzgarse por varios elementos, estos están en la expresión de los discursos que se despliegan, a quienes van dirigidos y la respuesta que se esperan de quienes los escuchan. En este segundo debate presidencial no sólo cabe destacar el medio por el cual fueron desplegados los discursos de cada candidato que sin duda ofrecieron mucha más holgura que la televisión. En algunos casos han sido corregidos los problemas que presentaron los candidatos en la primera contienda y para el caso de uno de ellos, este parece que luego de haber ganado en el área comunicacional, ahora ha quedado rezagado.

 

Pero vamos a lo concreto a continuación expondré mi opinión sobre este segundo debate presidencial y sus alcances candidato por candidato.

 

Jorge Arrate

 

La izquierda extra-parlamentaria que habíamos visto en estos últimos años en la carrera presidencial ha dado un giro importante para la política chilena, esto explica la posición de un candidato como el señor Arrate quien proviene de la concertación, ha sido ministro entre otras tareas que ha desempeñado en el ámbito político de la transición. Esto lo vuelve una imagen icónica de la nueva izquierda chilena, que se sumará este año al parlamento con el fin de ocupar una posición más institucional en el nuevo mapa político de Chile.

 

En ambos debates (el televisivo y radial) Arrate ha demostrado su superioridad como orador y expositor de ideas, con un diagnostico sólido desde una perspectiva de izquierda sobre los grandes problemas de Chile y su propuesta de avanzar a ser un país más justo, una aspiración natural como el mismo lo define al final de su intervención por la radio. La desigualdad como piedra angular de la actual situación de Chile y su apuesta por construir otro mundo posible son las cartas de un candidato de izquierda menos contestario y con claras señales de liderazgo. Una izquierda convocante sin miedo a gobernar con otros y con la seguridad suficiente para liderar un proyecto político.

 

El momento de Jorge Arrate que más destaco y el que ejemplifica mi opinión sobre él es “Yo creo que gobernar es un ejercicio de serenidad y firmeza, y experiencia. Y yo tengo esas tres cosas”. Pero la debilidad del candidato del Juntos Podemos es la de saber de ante mano que no pasará a segunda vuelta y que su aspiración electoral es mantener la votación histórica y lograr el triunfo parlamentario para la izquierda. Sin duda alguna si el señor Arrate continuará liderando esta izquierda en el futuro podremos ver un crecimiento sostenido de sus “acciones” políticas.

 

 

 

Eduardo Frei

 

El ex – presidente Frei logro en el debate televisivo ganar desde el punto de vista comunicacional, pues su acusación a Piñera le basto para acaparar la discusión pública de las siguientes semanas, más allá del análisis del acierto o no de la acción. Lo cierto es que Frei se ubica en el lado más débil como orador y provocador de emociones, es decir quienes le acusan de FOME tienen razón, pero esto no significa que sus ideas contengan esas características. Frei ha demostrado experiencia y  control sobre los temas que aborda y por sobre todo tiene un programa sólido que lo respalda con el piso parlamentario suficiente para llevarlo adelante, pues como ya lo han adelantado personeros de la Alianza por Chile, en concreto el presidente de renovación nacional Carlos Larraín, la concertación posiblemente ganará la contienda parlamentaria en diciembre.

 

Estas armas del candidato de la concertación parecen no usarse y necesita una remodelación profunda en su estrategia de campaña en la que han prevalecido los instrumentos del marketing por sobre la capacidad política. Pues la mayor fuerza de Frei es la concertación y no se puede ganar sin ella en todos los frentes. Frei ha salido debilitado en este debate radial y no puede darse el lujo de no cambiar el rumbo con miras a la moneda.

 

Marco Enríquez – Ominami

 

El parlamentario y cineasta ha demostrado en este segundo debate que tiene un plan de gobierno y propuestas elaboradas más que las frases hechas que lo colocaban como el crítico e irreverente político. Ha jugado en la cuerda floja de ser agudo con la reflexión, crítico pero al mismo tiempo seductor para un sector que necesitará si logrará llegar a la moneda. Aunque debo decir que ha demostrado finalmente que en su “domicilio ideológico” como suele decir lo coloca más cerca de la concertación. Aflora su cuna política y le quita la etiqueta como fenómeno novedoso y pasa ha transformarse en lo que realmente es, un líder que es el recambio natural de la coalición gobernante, pero que no cuenta con la fuerza necesaria gobernar sólo.

 

Sin duda su mayor ventaja es su buen desempeño comunicacional.

 

Sebastián Piñera

 

El Empresario y Político de la derecha ha sin duda alguna hecho bien las tareas después del primer debate criticado por sus cercanos. El efecto de la acusación de Frei lo hace fuerte, donde si bien su discurso parece un comercial repetitivo no por ello este es menos eficiente a la hora de llegar a su público objetivo. Al señor Piñera no le interesa debatir con otros sino transmitirles constantemente ideas a sus votantes. En eso ha conseguido resultados innegables y habla bien de su estrategia de campaña y su convicción personal de querer llegar a la moneda.

 

Claramente lo que esconde el discurso de Piñera es un populismo absoluto de sus ideas. Un candidato que expresa su más profundo sentido demagógico cuando se refiere a temas como la reforma tributaria o el cambio a la constitución como problemas de los políticos. Lisa y llanamente esta engañando a las y los ciudadanos con una cortina de humo que poco ayuda a resolver los problemas del país.

 

Esa frase le debe costar al señor Piñera y la cuenta deberán pasarla sus contendores, que parecen no haberla escuchado, pues seguramente habrán estado más preocupados de oírse ellos mismos.

 

El debate durará poco en la memoria colectiva, pues vendrán más frases, campañas y franjas televisivas. Deberán los candidatos reforzar sus posturas y otros cambiar la dirección de ellas desde el punto de vista comunicacional-político.

 

 

La Tecnocracia en la Campaña Presidencial Chilena

La Tecnocracia en la Campaña Presidencial Chilena

 

La campaña presidencial de Chile como otras tantas en el mundo se ha vuelto tecnocrática. Importan más las encuestas, los targets, los atributos, los porcentajes en el abc1 o el c2 y cuanta categoría analítica cuantitativa o regresión logística se pueda aplicar. Sin quitarle merito a este tipo de instrumentos que se han convertido en imprescindibles para una campaña política, para el caso chileno hemos visto un exceso de los instrumentos y asesores en desmedro de las ideas, la defensa de posiciones políticas sólidas y lo más importante a mi juicio: Darle espíritu e ilusión al proyecto político de los candidatos.

 

En Estados Unidos este ejercicio de diseño y desarrollo de las campañas políticas ha sido exitoso, la medición de los candidatos y sus discursos en la opinión pública permite dirigir mejor el mensaje y hacerlo llegar donde tiene que llegar. Los comandos presidenciales en las pasadas elecciones estadounidenses ocuparon gran parte del tiempo y recursos realizando análisis electorales y comunicacionales, tomando decisiones respecto a los segmentos de la población que creen oportuno reforzar. Pero al margen de ello, que duda cabe que Obama antes del análisis de proceso y resultado tenía una idea, una convicción profunda en la necesidad de cambio que necesitaba su país. Esa es la parte fundamental de en las que en mi opinión adolecen las campañas presidenciales chilenas, donde parecen dominar los asesores y las “cuentas” por sobre el proyecto político y por sobre todo el talento del candidato para ilusionar a la gente.

 

 

Lo que hemos podido observar de la campaña hasta el debate recién pasado nos permite comprobar lo que expreso en estas líneas. Una veneración absoluta al instrumento por sobre el contenido de las ideas, disfrazando la verdadera impronta de los candidatos y sus posiciones políticas. La CEP como la gran guía que conduce las campañas parece ser intocable, indiscutible e irreprochable. A ratos parece que antes de la votación de los ciudadanos será el Centro de Estudios Públicos quien determine quien será el próximo presidente de Chile. Quizás esta mirada que presento pueda ser acusada de romántica o pasada de moda.

 

Porque la política parece cada día menos política y parece que se convierte en una especie de consultora para elegir presidentes. Porque si Piñera es un liberal y no defiende posiciones liberales haciendo buen uso de su agenda programática, tampoco lo hace Frei que se debate entre los partidos y océanos azules. Enríquez-Ominami sucumbió a estas cuestiones en el debate, donde a pesar de sus interpelaciones a los gastos de campaña parece ocupar una posición acomodaticia políticamente buscando el segmento que aún no se encanta con su posición díscola. Es Jorge Arrate quien ha tenido más coherencia en este punto, aunque a este el análisis se le debe aplicar con otra vara, pues su tarea no es ganar sino mantener el porcentaje electoral histórico del PC en Chile, de lo contrario sería una derrota para él y los suyos.

 

Aún queda campaña señores candidatos, espero de verdad que en adelante la campaña sea un debate real sobre las ideas y los proyectos que cada uno quiere llevar adelante, que recuperen la ilusión de que un nuevo Presidente puede transformar Chile. Está es una campaña fría como sus asesores, necesita de Políticos y de Política que llenen de calor y entusiasmo.

 

YO VOTO POR FREI

 

Hace algunos meses una excelente y querida amiga mía me comentaba que había conocido a Marco Enríquez-Ominanmi,  que logro hablar con él. Allí surgió la pregunta directa ¿Y tú a quién apoyas? En este artículo espero responderle con mayor tranquilidad sobre porque, Yo voto por Frei.

 

La concertación ha gobernado y gobierna con errores y aciertos. Ha sido y es una coalición basada en la agrupación de personas diferentes que a pesar de muchas divergencias logra poner en el centro de las decisiones al país. Ese sello de acuerdo y avance progresivo es lo que ha caracterizado durante todos estos años no sólo a los partidos que lo componen, sino a las personas que lo que son parte de ella. Pues la concertación no es una coalición política tan sólo partidos políticos, es una coalición de personas, familias, esfuerzos, trabajo, historias de vida y grupales, la concertación es una parte importante de nuestro país.

 

Eduardo Frei es quien hoy lidera ese gran proyecto, un proyecto de muchos hombres y mujeres que ha puesto su vida al servicio de todo un país. Frei para mí representa un proyecto valioso y profundo que ha ido cambiando así como ha ido cambiando Chile y el mundo.

 

Muchos temas quedan por avanzar en nuestro país, es cierto y más aún quedan muchos errores por corregir, pues la tarea de ser gobierno es compleja y su análisis es más profundo de lo que solemos ver por televisión o escuchar en la radio durante cuatro minutos. Pero no me cabe duda que la mejor opción para nuestro país es volver a confiar en nosotros mismos y digo nosotros porque la concertación es parte de todos nosotros de una u otra forma.

 

La concertación es más que cuatro presidentes de partido, es más que un grupo de diputados y senadores, es más que ministros y autoridades. La concertación somos todos, quienes hemos recorrido las calles, hecho puerta a puerta, llevado adelante un sin número de políticas públicas a través de nuestros trabajos. Somos quienes en estos años hemos podido ver los grandes avances del país, quienes podemos recibir una mejor atención médica, quienes podemos  recibir una mejor educación, de quienes hoy tienen una casa propia. Esa es la fuerza que todos hemos construido durante estos años.

 

Frei representa todos esos sueños colectivos y proyectos que harán un Chile de garantías. No son los proyectos personales. Será el esfuerzo de todos y todas quienes hemos durante estos años sido parte de este gran proyecto, quienes debemos levantarnos a decirle que estamos aquí, que queremos un Chile mejor y que para ello votamos por Frei.  

 

CUANDO LA POLÍTICA IMPORTA

CUANDO LA POLÍTICA IMPORTA

 

 

Por: Gonzalo Prieto Navarrete

 

 

¿Para qué sirve la política?, pues si bien muchos pensadores han gastado horas, días, meses y años en resolver está y otras tantas preguntas sobre el mismo tema. La gente común y corriente no presta atención a estas cuestiones que en muchos casos en el día a día no tienen ningún sentido. Muchos sabemos que la tiene, que es básico poder responderla para ofrecer a la sociedad un mundo mejor de acuerdo a los ideales que esas preguntas teóricas responden.

 

No obstante las expectativas de la gente (léase la gente que tiene que pagar sus deudas, los colegios, el agua, la luz, el gas, el seguro de auto, los materiales del colegio, la revisión técnica, etc.) son más humildes que las grandes elucubraciones sociológicas y filosóficas.  Estas, están basadas en resolver como pagar el colegio de sus hijos, de que estos reciban una educación de calidad para tener un buen futuro, en cómo terminar de pagar ese préstamo que parece que nunca se acaba; en cuidar a sus hijos y a ellos mismos para no enfermarse pues podría ser una tragedia económica para sus familias. Los que a días de llegar fines de mes ,sudan por pagarle a sus trabajadores ya que el negocio no ha ido bien y el banco ya no les da más aire. Para todos esos que rebuscan en los rincones de la casa las monedas para a la mañana siguiente poder mandar a sus hijos al colegio. Esas son las aspiraciones de millones de chilenos y chilenas que tienen que presenciar día a día por televisión junto con la triste programación creada para hacernos más ignorantes, las disputas de los candidatos a la presidencia de la república.

 

Y sí, la política importa. Porque importa como nos organizamos para hacer de la vida de esos millones de chilenos y chilenas una vida mejor, pues muchos ni siquiera aspiran a que hoy la vida mejore, sino que aspiran a que sus hijos vivan mejor, que tengan un mundo mejor que los reciba. Pero al contrario observamos un duelo que nadie entiende, un duelo sobre como repartimos la torta antes de haberla hecho, antes de haberla ganado. Esa torta a la que millones de ciudadanos están obligados a construir con su voto cada cuatro años, pero que si pudieran elegir de verdad no perderían el tiempo en aportar ni una cucharada de azúcar.

 

La política consiste en debatir, convencer y hacer. Hacer un gobierno que mejore día a día la vida de quienes entregan su mayor valor, un valor que no se gana en ninguna parte, un valor que hace que todos seamos iguales por un día, nuestra confianza de elegir a ese señor o señora que durante cuatro años liderará un proyecto político, un gobierno.

 

Menos: “este año me toca a mí, porque ya te tocó a ti”. La disputa sobre el “cómo vamos” tiene a los ciudadanos y ciudadanos asqueados, desencantados, pero no por eso menos preocupados por como vivir mejor.

 

La concertación ha construido sin lugar a dudas un Chile diferente, un Chile mejor, pero eso no es garantía ilimitada para la confianza de la gente. Es por ello que titubea con razón, que mira hacia otro lado cuando el heredero del rey viene a reclamar su trono porque siente que le toca a él. Un proyecto personal, con el que puedo estar de acuerdo en muchos temas, pero personal al fin y al cabo, que en su más profundo contenido se encuentra la reproducción de la herencia colonial del poder. Y ¿qué eso?, es creer que el poder se hereda y se gana haciendo gala de la crítica desde la vereda de enfrente.

 

Pero tampoco se salvan aquí los barones de la concertación, que a punta de presiones obstaculizan el fin mayor. El fin mayor que no es más que la gente, que espera todas esas tantas cosas. Yo también quiero un Chile diferente, también quiero que los recursos naturales sean propiedad del Estado, que las AFP no abusen y ganen dinero a costa de millones de trabajadores que entregan su dinero para que luego no les alcance ni para los remedios. También quiero un Chile más abierto y progresista. Pero ello no se construye en base a presiones y argumentos mezquinos. Quiero ley del aborto, matrimonio homosexual, quiero universidad de calidad, energías renovables, pero eso lo construyo desde la política del consenso, del acuerdo, del bien mayor que son las y los ciudadanos.  

 

Tampoco podemos aceptar la prepotencia y la imposición de las ideas. Pues una coalición debe ser capaz de respetar y consensuar su programa, donde todos ganan y todos ceden. Porque ser candidato no da un cheque en blanco para hacer lo que se quiera, sino que legitima un liderazgo basado en la fuerza de todos y todas.

 

Si no queremos un Berlusconi en Chile, que se sirve del trabajo de 20 años de concertación para hacer propuestas de plástico y de la necesidad de la gente que ve con tristeza como sus líderes están tirándose de los pelos y dándose pechones para ver quien es el más gallo, debemos sentarnos a debatir y consensuar el futuro de Chile. Porque al final, después de la segunda vuelta el resultado tendrá que vivirlo la gente.

 

LAS RARAS ENCUESTAS DE TARAPACA

LAS RARAS ENCUESTAS DE TARAPACA

 

Las encuestas en política cumplen varios objetivos, uno de ellos es eminentemente político. Reducen la información y esta se utiliza como propaganda beneficiando a unos u otros. No obstante sabiendo que la técnica de investigación se usa para este y otros fines, una encuesta con cierto rigor debe cumplir algunos requisitos.

 

Uno de los requisitos necesarios para realizar una encuesta es definir el tamaño muestral, este debe ser aleatorio y debe realizarse en proporción al universo definido por el investigador. De tal forma que en una población como la de Iquique que cuenta con más de 100.000 habitantes, una buena selección muestral debiera superar un tamaño 1000 personas entrevistadas, si esta se realiza bajo la recogida tradicional ósea un cara a cara. Incluso dependiendo de los métodos definidos por los investigadores, los encuestados que elegidos deciden no participar, deberán ser remplazados bajo un mismo proceso aleatorio y completar la cuota requerida.

 

Uno de los grandes problemas que me ha tocado estudiar y también vivir en carne propia como encuestador, son el sin número de errores de campo que se cometen en la aplicación de una encuesta, estos relacionados con un variables como  el tiempo, la preparación, las personas que contestan, la zona elegida o cuánto les pagan, complican la veracidad de los resultados entregados. Ahora bien, deberíamos conceder cierto margen de confianza a las encuestas a partir de dos elementos. El primero es que otras encuestas realizadas por diferentes investigadores entreguen resultados que permitan marcar una tendencia; y en segundo lugar (para el caso de encuestas electorales) la realización de encuestas que comprueban una vez realizada la elección en cuánto acertaron o no dichas encuestas.

 

Para el caso de la encuesta publicada en el diario La Estrella de Iquique, cabe señalar el sin fin de dudas sobre su diseño metodológico y la entrega de sus resultados. Si bien uno puede con un programa estadístico conseguir varianzas, intervalos, coeficientes, etc. Estos no necesariamente tienen un correlato en la realidad social. Es al menos complejo asegurar el resultado de dicha encuesta con un tamaño muestral de 351 personas encuestadas si no se tiene claro el universo, más aún en una muestra tan pequeña intentar definir el estatus socioeconómico de estas, teniendo en cuenta que dentro de los aspectos en los que generalmente la gente miente es cuando se les entrevista con preguntas asociadas a su nivel socioeconómico, donde tienden por lo general a aumentarse de su nivel real.

 

Las ciencias sociales sin lugar a dudas deben ganarse un espacio en la ciudadanía, dando cuenta de la realidad social que les rodea, pero esto no se logrará sin el rigor necesario a la hora de realizar investigaciones que a ojo de buen cubero parece no cumplir con las normas mínimas.  

 

Descentralización y Desarrollo Local Sostenible

Descentralización y Desarrollo Local Sostenible

El abordaje que se realiza sobre el tema de la descentralización y el desarrollo local, dos cuestiones que deben ir de la mano por definición, se realiza usualmente desde la teoría o bien desde la práctica. Desde perspectivas políticas, administrativas, económicas, sociológicas y psicosociales entre otras.

 

Para el caso de la política, este se aborda en los elementos administrativos, legales, que en la gran mayoría (en el caso chileno al menos) han ido de la mano de desconcentración en vez de descentralización. Dando al plano económico y cultural ribetes ínfimos que en muchos casos no coinciden con la realidad de los territorios desconcentrados.

 

Si pensamos de verdad en plantear una propuesta que garantice lo que titula esté artículo, deberemos asegurar ciertas premisas necesarias para llevar a cabo un plan en esta dirección.

 

En primer lugar debemos entender que descentralizar un país y su desarrollo sostenible, constituye un acto de profundización de la democracia, pues devuelve a las y los ciudadanos la política, la posibilidad de decidir sobre sus territorios, sobre las materias que le son cercanas, reactivando el tejido social, devolviéndole la legitimidad a sus instituciones y reafirmando una identidad local comúnmente homogenizada por la metrópoli.

 

Económica, pues las regiones, los territorios no sólo necesitan de poder político de decisión, sino de base material por la cual decidir su presente y futuro, sus recursos deben estar a su propia disposición sin perder de vista un marco solidario con el resto del territorio nacional.

 

Constitucional, pues es en un marco de estado de derecho donde se consolida la legitimidad formal reafirmada por quienes conviven en cada territorio.

 

Es entonces que en Chile no basta las recetas a medias, no basta la sola elección de los CORE (aún cuando esto sea un avance positivo). Debemos profundizar la democracia devolviendo a su origen la política, el poder a las y los ciudadanos, concentrado, atrapado en los estados centrales que se vuelven miopes, lentos y poco atentos a las necesidades que se presentan en los territorios, arrastrando por años y por décadas demandas regionales que podrían mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Realizable si está fuese prioridad de los consejos regionales y no de los torpes ministerios y la dirección de presupuestos.

 

Una descentralización y un desarrollo local sostenible debe contar con la capacidad de poder elegir a sus representantes en todos los niveles, lo que conlleva un avance en la participación política y un refuerzo a la democracia.

 

Tendrá que decidir sobre un presupuesto propio, en lo posible y esto es una materia a debatir, que se recaudado por las propias regiones. Y que por tanto su EDR este en función de ambos pilares.

 

Seremos capaces de construir un nuevo sistema país si comprendemos a cabalidad los beneficios que conlleva al desarrollo nacional ser capaces de descentralizarnos. Donde cada región se potencia y el país crece, donde el esfuerzo de todos permite el desarrollo de todos.

 

Una vez conseguido esto, podremos mirar el futuro con mayor optimismo, puesto que devolveremos el desarrollo a las manos apropiadas y ese desarrollo será correlato de las decisiones y expectativas de los ciudadanos.

 

Actualmente muchas de las políticas públicas que se llevan a cabo por el gobierno central, no tienen en cuenta en su origen el parecer ciudadano de los territorios en que son implementadas y sus autoridades locales carecen de cualquier medio para frenar el avance de proyectos que minan su calidad de vida, su futuro medioambiental. El Estado central en complicidad con las grandes empresas interviene sin preguntar los territorios locales, expoliando sus recursos naturales hasta su agotamiento, luego se levantan, se van y dejan todas las consecuencias sociales a la deriva con un estado incapaz de dar solución a regiones que quedan abandonadas a su suerte.

 

Quienes piensen que está idea constituye un proyecto egoísta hacia las regiones más pobres y con menos recursos, una especie de propaganda liberal por la libertad y autonomía territorial, están lejos de comprender que la descentralización es un acto democrático profundo y que un sistema que es capaz de colaborar entre sí, donde los que tienen más ayudan a los que tienen menos es una máxima y no el actual, donde prima el hecho de que algunos pocos se quedan con los recursos de unos muchos.

 

 

Un cambio sí, ¿pero hacia dónde?

Un cambio sí, ¿pero hacia dónde?

 

¿Qué es el cambio?, ¿Cómo se produce?, ¿Cuánto tarda?, ¿Es siempre bueno cambiar?, ¿Por qué?

 

Las preguntas son las que nos acercan a dilucidar la realidad aunque esta ya vaya tornándose diferente a medida que creemos alcanzarla. Es como querer tocar algo y cuando tenemos los dedos, la punta de los dedos tan cerca, se nos va y nuevamente debemos mirar a nuestro alrededor para encontrarla, en este instante en que nos encontramos perdidos, buscamos referencias que nos guíen nuevamente, vemos hacia atrás, hacia delante, hacia los lados, también miramos nuestros pies, indispensable acción que nos permite situarnos, no caernos y continuar buscando. En ese intertanto, volvemos a nuestro centro de equilibrio, nos damos cuenta que irremediablemente todo ha vuelto a ser distinto.

 

Hace poco conversaba con un amigo, un estudiante de economía a quien le tengo gran aprecio, tanto afectivo como intelectual. En una conversación esperando el metro, él me decía que pensaba que el cambio no podía producirse abruptamente, pues este como otros cambios en el mundo natural no ocurrían de esta forma, sino que iba desarrollándose en el tiempo lentamente, las cosas evolucionaban. Allí me acordé de Parsons y su teoría de sistemas, la que nos habla que el cambio se produce lentamente, como la evolución se va configurando a partir de una complejidad de acciones que dan curso al cambio. Si bien su teoría parecía explicar muy bien el orden pero no dejaba claro el cambio, nos continúa planteando la disyuntiva.

 

La revolución como proceso por el cual logramos ese fin, el cambio de un sistema a otro, de un modelo a otro. También puede ser una alternativa, además esta suele ser atractiva, movilizadora, pero también puede quebrar expectativas pues las personas, grupos, instituciones actúan de forma paralela cada uno con diferentes estrategias, haciendo compleja la explicación de un movimiento unidireccional sin respuesta, sobre todo cuando la historia ha preparado a unos y a otros.

 

En Chile hoy, la palabra cambio aparece de forma estratégica, todos quieren empoderarse de sus connotaciones, sus virtudes de frescura, novedad, al mismo tiempo que su contenido por parte de quienes las reproducen se quedan sin lugar a dudas en un nivel burocrático, tecnocrático, aspirando a cambiar algunas de las reglas del juego, pero sin cuestionar en absoluto el juego completo.

 

Chile ad portas de cumplir doscientos años de vida como estado independiente, reclama esta palabra desde las esferas políticas, y también desde la ciudadanía (dicen algunos), aunque esta última frase es increíblemente ambigua por no decir que es un simple eslogan más.

 

Cuando estuve en mi país hace menos de un año, escuchaba las declaraciones de muchos jóvenes, padres y madres de familia, las interminables quejas del país en el que viven, donde el miedo parece ser lo que recorre sus actos ante el mundo que se les presenta. Miedo a enfermar, miedo a llegar a fines de mes, miedo a que tu hijo este en edad de trabajar o estudiar en la universidad, miedo al futuro como si este no presagiara cosas buenas. Miedos que no sólo son propios de Chile, también de muchos de los que se auto-clasifican de países desarrollados o democracias avanzadas.

 

Estamos frente a promesas de cambio, pero estos cambios no aspiran en mi opinión a cambiar verdaderamente, sino a maquillar lo que ya existe, haciendo menos temerosa la vida. Sin embargo es en este punto en que me vuelo a preguntar ¿qué queremos cambiar y por qué?

 

Me decía otro amigo hace algunos meses que la política (que yo hago) es muy teórica, que no es la política de verdad, la del día a día, la que necesita que escuchen a los ciudadanos y ciudadanas. ¿Pero no es acaso hoy necesario, más que nunca replantearnos teórica y empíricamente todo? ¿Cuándo será entonces que nos demos una pausa para preguntarnos a nosotros mismos todo aquello que define nuestra existencia? Sea esta individual y social.

 

Todos y todas no importa su nivel educativo, su edad, todos nos hacemos esta pregunta en alguna etapa de la vida, y si nos hacemos estas preguntas como individuos, mas aún debemos hacérnosla como sociedad, como país, en nuestro gobierno personal (como diría mi profesor Javier Roiz) y en nuestras ciudades. Pues volver a lo fundamental para construir juntos ese cambio, ese proceso donde todos aportaremos incluso no haciéndolo, es la piedra angular de todo buen comienzo. Ya que proponer el cambio como mero artefacto, como plan para alcanzar tales o cuales fines, esta condenado a ser un cambio sin orientación real alguna.

 

 “Todos decimos querer cambiar la política. En Chile, en España, en Italia, en Yankilandia... pero todo sigue igual. Qué crees ¿Todos mentimos o somos unos ineptos?” Ricardo Zúñiga Contreras.

Esta frase la escribe un amigo, el Psicólogo Social Ricardo Zúñiga. Es una frase demoledora, que apunta en mi opinión ha este estado de la cuestión. Una falta increíble por plantearnos el cambio de manera profunda y comprometida. Y este no es un canto presidencial, tampoco un elemento de propaganda programática a la luz de los contextos por los cuales transita nuestro país.

Los candidatos crean discursos carentes de todo contenido y si lo tienen, este no es más que una mascara que no busca cambiar nada sino, dar retoques a lo que al parecer no creemos siquiera que podamos cambiar. No es que seamos ineptos, es que creo que no creemos en lo que queremos porque llevamos años sin preguntarnos dónde estamos y para donde vamos. Sin definirnos como la sociedad que queremos ser.

Buscamos imágenes en los países europeos, en los Estados Unidos, e incluso hoy en otros países latinoamericanos. Queremos ser como todos, sin saber quienes somos nosotros mismos. Debemos definirnos, encontrando nuestros errores y virtudes, nuestros propios valores que construyan un ideal por el cual se hace necesario el cambio.

¿La receta?, si de verdad queremos avanzar en lo fundamental y comenzar a impulsar el cambio, debemos entonces atrevernos a decir, sin miedo alguno de equivocarnos, de expresarnos con sinceridad, de querer plasmar un ideal y construir aquello por lo cual damos sentido a la vida.

 

Yo quiero, yo pienso que debemos abrir una conversación profunda sobre nuestro estado actual de las cosas, abrir esa conversación sin temor de lo que realmente pensamos y acordar los caminos que debemos recorrer en el futuro.

 

Tenemos un país ferozmente aristocrático, donde todos aspiramos a ser parte de esa clase privilegiada, creando discursos y siguiendo repertorios conocidos para lograrlo. Nuestros líderes piensan solos, o piensan con aquellos que aspiran junto con él. El poder se hereda dentro de los grupos, nadie quiere cambios, todos quieren estar en la posición del otro. Debemos plantear como pilar fundamental la discusión amplia y deliberativa de nuestro cambio. No hablamos aquí de un presidente, una coalición de gobierno, hablamos de pensar y proponer que queremos ser, qué sociedad, qué país aspiramos a tener.

 

Los meros cambios en las políticas públicas, en impuestos más e impuestos menos, en sistemas unos o aquellos, esas son las formas, eso es discutible y practicable por unos y otros. Hoy la oferta es limitada, todos nos ofrecen lo mismo, la distinción parece estar en la gestión de lo que se tiene, sin preguntarnos si estamos contentos con lo que tenemos y que es lo que de verdad queremos tener. Para ello es indispensable hablar, debatir, consensuar entre todos el hacia dónde vamos.  

 

El cambio no es una receta única, todos tendremos maneras de lograr los fines, sin duda la base primordial para que ello se desarrolle es plantearnos los ideales de una sociedad, el ideal de ciudadanos y ciudadanos que queremos ser, haciéndonos cargo de que esto es una tarea en la que todos debemos participar. Basta de papá, de presidente, de diputado, de senador, de alcalde, somos todos los que debemos construir un cambio, desde cada una de nuestras posiciones, eligiendo a quienes representen ese ideal y trabaje por ellos, asumiendo la responsabilidad que juntos dejaremos un legado para que otros planteen sus propias aspiraciones, sus propios cambios y también sean protagonistas de su historia.

 

Yo me comprometo, desde mi posición con un país donde todos y todas tengamos el compromiso de deliberar abierta y participativamente qué queremos, hacia dónde vamos como principio fundamental. Que los ideales que marquen nuestros proyectos sean buscar un país sin miedo, un país donde convivamos a pesar de nuestras diferencias, donde todos y todas puedan plantear su proyecto de vida con la garantía de que las oportunidades para hacerlo estén sustentadas en un consenso social. Tenemos un desafío por delante, difícil sin lugar a dudas, pero no por ello imposible, no por ello inalcanzable. Estoy seguro de que el cambio que buscamos no esta en el programa electoral, sino en la fuerza que como ciudadanos y ciudadanas comprometidos construimos una visión de país.

 

Cómo gobernamos nuestro país de manera que este cumpla las expectativas que conjuntamente hemos decidido, es la primera discusión a plantearnos, refundar el país luego de 200 jóvenes años de historia. Colocándonos de acuerdo sobre el dónde estamos, y para dónde queremos ir, dándonos valores que guíen nuestro actuar como ciudadanos comprometidos y permitan que continuamente las generaciones venideras puedan contribuir a su propio destino.

 

Influenza juvenil en los comandos, un post de Daniel Ibañez.

Influenza juvenil en los comandos, un post de Daniel Ibañez.

Daniel Ibañez es egresado de Derecho y buen amigo y compañero en las adanzas políticas. Ha públicado su último post al que le he brindado mi opinión. Espero sea de utilidad para el debate sobre el estado actual de la democracia chilena.Dejo aquí su post y mi respuesta:

Influenza juvenil en los comandos.

 

Resulta a lo menos curiosa esta repentina desesperación de los comandos de Freí y Piñera por incluir rostros jóvenes en sus comandos, primero fue Sebastián Bowen por el lado de Freí, luego Francisco Irarrázaval, por el lado de Piñera, y ahora este ultimo a decidido sumar a Andrea Balladares, una joven estudiante.

Es que al parecer los comandos de las dos principales coaliciones políticas, que han cogobernado Chile en los últimos años, han sido invadidos por una especie de “influenza juvenil”, pues ambos comandos han sido “infectados” por la necesidad de sumar jóvenes a sus campañas.

Claramente este repentino e inusitado interés por incluir jóvenes a los equipos de campaña no es más que una jugada estratégica por parte de ambos comandos, para contrarrestar el fenómeno de Marco Enríquez- Ominami. Al parecer, los buenos resultados que comienza a mostrar la campaña del díscolo y joven candidato Presidencial han comenzado a inquietar a los viejos dinosaurios.

Lo anterior, no es un comentario antojadizo, es mas bien un dato de la causa, curiosamente Bowen e Irarrázaval salen a la escena política, justo cuando el candidato Enríquez Ominami, aparece alcanzando el 10% de las preferencias en las encuestas, lo que demuestra que tanto Bowen, Irarrázaval, Balladares y quienes seguirán apareciendo, no son más que un poco de marketing político que busca mostrar tanto a Sebastián Piñera como a Eduardo Freí como candidatos cercanos a los jóvenes, renovados e innovadores, sin embargo queda claro que no es mas que un “lavado de imagen”.

Definitivamente Freí y Piñera se equivocan en su estrategia de campaña, por más que instalen rostros jóvenes no lograran revitalizar sus campañas, si no se comprometen con una agenda progresista que incluya los temas que la sociedad y particularmente el mundo joven sienten como pendientes. Mientras los comandos de la Alianza y la Concertación, no pongan en el debate los temas del aborto, la repartición de las riquezas, la nacionalización de los recursos naturales, vivienda joven, reformas laborales de fondo, entre otras, seguirán estancados en las encuestas y con clara tendencia a la baja lo que perfectamente podría ser capitalizado por Enríquez-Ominami, tal como lo ha venido haciendo...

Hay Jóvenes Viejos, y Viejos Jóvenes, señalaba el ex Presidente Salvador Allende, veremos si Freí o Piñera se atreven a no seguir sumando a sus comandos a estos Jóvenes Viejos, como Bowen e Irarrázaval, y si son capaces de transformarse en Viejos Jóvenes, capaces de encarnar los sueños del Chile de hoy. Marco Enríquez-Ominami ya se atrevió, y las encuestas comienzan a mostrar los primeros frutos.

 

Mi respuesta a Daniel

Sin lugar a dudas tu análisis no pierde sentido con la realidad. Es cierto que los temas juveniles son uno de los tantos temas atrás que ha dejado la Concertación en estos años. Sin embargo Enríquez-Ominami proviene de la misma clase de Bowen o Irarrázaval.

No es posible levantar un discurso contra la vieja clase política, cuando la cuna que te vio crecer y la que además permitió su candidatura a Diputado es la que te legitima en primer orden para estar donde esta.

No cabe duda que muchos compartimos las declaraciones del llamado díscolo parlamentario, pero sus quejas no son en absoluto originales, todo lo contrario son la evidente constatación de un clasísmo profundo de nuestro país, que apesar de ese lavado de cara en los rostros jóvenes de los católicos del latifundio chileno, sigue reproduciendo una estructura que aleja a esos jóvenes que no tienen oportunidad de estudiar en París.

Enríquez-Ominami, Bowen e Irárrazaval son las caras del recambio generacional, de la misma clase dominante que ha gobernado Chile durante los 200 años de historia.

Los hijos dé... que vienen ahora por su herencia, con un discurso claramente entusiasta, pero que esconde en el seno más profundo del contenido, una historia repetida.

Ese recambio entonces pasará no sólo por un lavado de cara a la democracia liberal que Chile no se atreve a siquiera a reprochar. Pues pasa por una autentica profundización de la democracia republicana, deliberativa, que escucha cada uno de los procesos ciudadanos y en donde todos nos sentimos parte de la construcción política. El cambio es estructural y en ese camino estamos todos llamados a colaborar.

El Camino de Rossi

El Camino de Rossi

El Diputado por el distrito número 2 Fulvio Rossi, es en mi opinión el mejor candidato en términos objetivos para enfrentar la elección senatorial a finales de año. Cuando digo términos objetivos me refiero al capital electoral y político del parlamentario frente a otros posibles nombres que puedan aparecer.

 

Sin embargo este hecho aparentemente irrefutable, no constituye una garantía para que el aspirante a candidato se convierta efectivamente en eso. Su manejo político en la región (Tarapacá) no ha hecho más que reproducir un estilo que es contraproducente tanto para la coalición política en la que se encuentra, como para la ciudadanía que representa.

 

No podemos brindar un voto de confianza al que se supone ejerce el liderazgo político de la Concertación en la región y que al mismo tiempo pierde en forma contundente todas las alcaldías de la misma en la última elección municipal. Ha dado muestras de ingobernabilidad manteniendo constantes disputas con el gobierno regional y apoyando el nombramiento de una de las peores gestiones que se han conocido en un Intendente (a) en lo que ha transcurrido del Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet.  

 

Sin duda alguna podría parecer una exageración atribuirle al Diputado todas las responsabilidades de los hechos anteriores, es cierto, pero también es cierto que él es máximo líder de la concertación en la región, y por tanto debe hacer una reflexión respecto de los resultados de su manejo político.

 

Nuestro sistema político y electoral como muchos otros es susceptible de interpretación a la hora de aclarar a quién representan los parlamentarios, la pregunta es: ¿si estos representan a los partidos o a la ciudadanía? Esto es un debate abierto, puesto que si bien los parlamentarios atribuyen representar a la ciudadanía cuando se ven amenazados por los partidos, son esos partidos los que dan cabida al cupo parlamentario y son la estructura fundamental de las campañas. Es importante que el parlamentario sepa reconocer el valor fundamental de los partidos políticos y respete rigurosamente sus instituciones.

 

Fulvio Rossi debe escuchar mejor a la ciudadanía Iquiqueña, sumándose al carro de los temas que hoy y en el futuro definirán a nuestra región. Esa sintonía ciudadana que parece haber perdido por el camino privilegiando la política chica de “te subo, te bajo o te nombro y te saco”, es la que debe dejar atrás y recuperar ese capital político de refresco y valentía que necesita la política chilena, y el cual ostento en su primera campaña a la cámara de diputados.

 

El Diputado Rossi puede ser un buen senador y creo que es un buen diputado si me atengo a las competencias que ello requiere. Pero debe enmendar el camino, no nublarse por el ingreso a la familia concertacionista, pues esa es la familia que hoy cuestiona la ciudadanía y las bases de los partidos políticos de la concertación.

 

La ciudadanía espera políticos con compromiso y sentido de la política. No quiere pachotadas, no quiere amenazas como los que tristemente tenemos que ver en televisión que tanto dañan la imagen de la política chilena.

 

Necesitamos líderes que trabajen para una región y un país con futuro. Y digo líderes puesto que esta debe ser una tarea colectiva y no una tarea personal.

 

Ser Iquiqueño no es un pase directo al Senado, el pase debe ser estar atento a la voz de las y los ciudadanos de Iquique, Alto Hospicio y todas las comunas rurales, que demandan día a día por sus problemas y ven con desesperanza como quienes han prometido estar a su servicio se preocupan más de otras cuestiones.

 

Frente a la reciente irrupción de Jorge Soria Quiroga el análisis es abierto nuevamente. En primer lugar el ex Alcalde de Iquique ha demostrado no estar del todo fuera del escenario político, es capaz de reinventarse y volver, pero la memoria debe estar más fresca que nunca y no dar pasos hacia atrás en el cambio político que necesitan las regiones de Tarapacá y Arica.

 

La concertación necesita de caras nuevas, de un refresco en las instituciones del Estado, de experiencia, compromiso y sentido. Hemos de esperar que rostros nuevos aparezcan y pensando en el bien común, todos se integren al nuevo desafío que esta por delante.

 

La nueva forma de votar en Chile.

La nueva forma de votar en Chile.

Con la nueva ley de inscripción automática y voto voluntario se abre una nueva etapa en Chile. Ella tiene más alcances de los que conocemos, abre una serie de nuevas puertas en el ámbito de la participación política electoral, un giro en las estrategias de los partidos políticos, un nuevo campo de investigación para las ciencias sociales y pone a Chile al mismo nivel de otros países (como los europeos), a efectos de comparación y medición de la calidad de nuestra democracia.

 

La participación electoral es un indicador sustancioso y generalizado para medir la calidad de las democracias. Diremos que los porcentajes de participación de las y los ciudadanos en las urnas vendrán a poner en discusión todo aquello que se encuentra detrás del simple hecho de marcar la línea en el candidat@ deseado. Es una buena noticia, pues permite la posibilidad de que lo ciudadanos se expresen con libertad, donde la abstención no debe entenderse en ningún caso como irresponsabilidad, pues aquel es una referencia conservadora que nos lleva a la confusión, ya que abstención también será un indicador de la calidad de los gobiernos en cada nivel y de la legitimidad de la democracia en general.

 

Abrir el padrón electoral pondrá a prueba a todos los que participan del sistema político a adaptarse al cambio. Sin embargo esto no es todo, ya que la posibilidad de votar en un sistema político democrático esta fuertemente relacionado con su sistema electoral, por tanto todavía nos queda otro gran desafío en el país, cambiar el sistema electoral binominal.

 

Deberemos ser capaces de consensuar en conjunto un nuevo sistema político que sea correlato del nuevo Chile que se inserta cada día al siglo XXI y que claramente requiere de reformas que profundicen aún más la democracia.

 

¡Aunque mucha atención!, no hay sistemas electorales perfectos, todos carecen de algo y son positivos en otros. Se suele decir que los sistemas electorales son aquellos que mantienen a la clase gobernante y que sólo se cambian cuando hay un cambio en aquella.

 

Profundizar la democracia por tanto nos debe llevar al punto incluso de repensar un nuevo modelo de estado. Un modelo donde contemos con más herramientas de evaluar a las autoridades e instituciones, donde las y los ciudadanos tengan más participación y posibilidad de incidir en las decisiones de sus entornos más cercanos y que el nivel central sea más ágil y eficiente a la hora de conducir el debate legislativo. Una democracia que nos permita cada día más, premiar y castigar según el cumplimiento de las promesas realizadas. He allí una revisión completa al sistema político, que comienza hoy dándole libertad a todos y a todas de participar o no.

Los partidos por su parte, deben nuevamente reorganizar sus discursos y estrategias. Si estos son claves y bases de la democracia, deben ser los primeros en requerir un nuevo modelo de hacer política, de modificar las reglas del juego con la participación más amplia de la ciudadanía. No bastará el simple cálculo electoral, - que se hará sin duda alguna pues como dije antes, no basta ser libres para votar, también cuenta con que reglas votamos y elegimos – se deberá atender de verdad a las demandas del segmento juvenil que en gran parte no participa, no porque “no esté ni ahí”, este se abstendrá en tanto la política no le haga sentido a su manera de entender la sociedad. Para esto es imprescindible escuchar, escucharnos todos para hablar y decidir juntos de aquí en adelante.

 

Chile ha dado un gran paso, pero este no es el único y quienes pensamos que el país necesita profundizar aún más la democracia y cambiar su modelo de Estado, deberemos seguir trabajando desde todos nuestros frentes.

 

El futuro lo construimos cada día, somos la generación que tiene el compromiso de construir una nueva etapa de la historia, somos responsables del hoy y del mañana.

 

La competencia para acortar la ventaja

La encuestas, la tendencia, la vara cuantitativa de la futura batalla electoral por la Moneda indica que el nuevo Presidente ya tiene nombre, pero en política nunca esta todo completamente definido e incluso las cosas más inesperadas pueden ocurrir. Así fue en las últimas presidenciales cuando recuerdo haber visto por la tele de un local de comida (con todo el mundo mirando) la aparición de Sebastián Piñera destrozando el sueño de la UDI y de Lavín de ser presidente.

Desde que la actual presidenta le gana en segunda vuelta, Sebastián Piñera es candidato, todos sus esfuerzos y recursos lo han convertido en el favorito, pero eso no garantiza su triunfo, todavía queda mucho que hacer y el tiempo en política es fundamental, crucial. Es aquí donde aparece la fisura que puede darle chance a la Concertación de Partidos por la Democracia una opción de acortar la ventaja con el actual líder de la derecha. La aclaración definitiva de Lagos de no ser candidato y las tres opciones dentro del conglomerado (Frei, Insulza, Goméz) pueden ser si se piensa con sentido de estrategia política una herramienta potente de revitalizar la coalición y sus propios partidos.

No podemos negar en absoluto la inmensa capacidad de movilizar que tiene la concertación, más aún en periodo electoral presidencial, por tanto despreciar al adversario por la tendencia en las encuestas puede ser un error. Si la concertación ve la competencia como una oportunidad y no como un problema de gobernabilidad futuro, podrá ser capaz de levantar el debate, la reflexión profunda sobre el país que se quiere, podrá controlar un agenda comunicial y contenido que de nuevas vibras tanto a la contingencia como al futuro. Nada mejor que una buena carrera para despertar a los dormidos, reencantar a los desencantados e incluso darle una vuelta de timón a las encuestas que todavía marcan a favor de Piñera.

Si ponemos atención una vez despejada la figura de Lagos, Insulza subió 6 puntos en las encuestas, si nos colocamos a sumar porcentajes veremos la brecha entre la concertación y Piñera no es tan olgada como parece y un buen debate entre los tres pre-candidatos será pan de cada día en los medios y reorientara el interés de la opinión pública. Siempre que la competencia se de en esos terminos y en forma estrátegica, de lo contrario podemos causar el efecto totalmente contrario. Tarea entonces de los líderes y estrategas de colocar en la historia de la política chilena un repunte que de momento parece irrecuperable.

Juventudes Políticas el desafío de Chile

Juventudes Políticas el desafío de Chile

“juventud más comprometida, más política”

 

 El siguiente artículo es producto de una reflexión personal, pero inspirado en un sentimiento colectivo producto de conversaciones extensas sobre el quehacer de las juventudes políticas en Chile y en particular de la Juventud del Partido por la Democracia. Con la convicción que las y los jóvenes constituyen el capital indudable de cualquier país y que por tanto su relación con la política es vital para la reproducción de una mayor y mejor democracia, es que me permito hacerles llegar la siguiente reflexión. La presente es una invitación a al debate y la acción puesto que el momento es hoy y no mañana.

Madrid, Enero de 2008.

 

 

Presentación.

 

La supuesta renovación natural de los partidos políticos en Chile depende fundamentalmente de la institucionalidad de las juventudes políticas, de acuerdo con el marco tradicional cabe esperar que dentro de estas instituciones juveniles afloren los nuevos y nuevas líderes en los diferentes puntos del país, regenerando de forma “natural” las instituciones políticas partidarias y por ende la reproducción de lo que se entiende sociologicamente como la clase política del país.

 

Pero esta hipótesis se ve difuminada cuando tenemos en cuenta algunas consideraciones como el hecho de que las y los nuevos líderes que influyen en la política, parecen llegar desde fuera sin tener estos mayores relaciones históricas con los partidos, mas que en el sólo momento de la negociación de sus cupos o bien su propia campaña, este suceso viene creciendo cada vez más, bajo el marco de lo que llaman “los líderes ciudadanos” y contradice esta renovación tradicional institucional. También podemos abordar el cambio histórico vivido hoy por el país que todavía no resuelve el salto generacional con respecto a lo que esperan los y las jóvenes en los partidos y la visión que tienen los llamados “adultos” sobre lo que estos deben ser.  Es en esta contradicción aún no resuelta por los partidos en su estructura orgánica y política, tienen vagando a las juventudes políticas tanto  desde el punto de vista institucional y programático, con lo cual su nivel de protagonismo en los cambios importantes a nivel país es menor o casi inexistente.

 

Otra consideración a destacar, que tiene relación como resultado de lo anterior, es la visión institucional de una juventud política en el marco del propio partido. Hoy por hoy se maneja una estructura departamental que responde a la derivación de una temática monopolizante como es el tema juventud, donde la acción tanto discursiva como política se hace bajo la referencia estructural de la edad.  Todo ello constriñe el modo reflexivo de un capital esencial de los partidos políticos por definición, que son sus bases mas jóvenes por lo que representan en si mismas y por el contexto país que hoy vive Chile, donde el abandono de las políticas públicas de juventud han contribuido a lo que en mi opinión llamo la despolitización de las juventudes políticas.

 

Es en este marco de ideas es donde quiero desplegar mi reflexión sobre el estado actual de la juventud política entendida como institución que agrupa a jóvenes de menos de 29 años en el Partido por la Democracia. Una vez definido el estado de la cuestión pretendo hacer una propuesta centrada en la necesidad de que la juventud sea mucho más política y responda tanto a los desafíos presentes como futuros del país en toda su estructura, entendiendo asi que esta es la vía con la que podremos tanto garantizar la vida de los partidos en un marco valorico, institucional y acorde con las necesidades políticas que se presentan.

 

¿Por qué la cuestión?

 

Los datos, los discursos y en general la opinión común concuerdan con la distancia sistemática del sector joven de lo que entendemos tradicionalmente por política, nos referimos a las materias que tienen que ver con el gobierno, los partidos, pero por sobre todo los y las políticos.

Su conexión, el nivel de identificación con las personas y sus acciones se ve claramente alejado del sentir colectivo de los y las jóvenes que en mi opinión llevan 17 años esperando que se aborden sus problemas con más fuerza, con más énfasis y por que no decirlo con más presupuesto. Los y las jóvenes no han sido la prioridad de los gobiernos de la concertación, asi lo demuestran los datos a la hora de revisar los presupuestos destinados por ejemplo la Instituto Nacional de la Juventud, sin querer entrar en está materia que sin duda da cabida a otro artículo aún más extenso. Pero lo cierto es que aunque se justifique lo contrario a lo que he dicho al respecto como por ejemplo el tremendo avance a la educación, estás no constituyen políticas que la juventud visibilice como propias, ósea que la misma juventud no hace parte de este esfuerzo a lo que demanda como necesidad.

 

En el enorme cambio social de Chile vivido en estos últimos años pone de relieve el tema de juventud pero no por la previsión sino como consecuencia del distanciamiento del sistema político que rige actualmente y las expectativas que presentan los jóvenes. 

 

Si hablamos por tanto de inclusión, podemos decir que los y las jóvenes están más incluidos que antes, eso es un hecho, pero debemos cuestionarnos a qué tipo de modelo están incluidos y si este responde, también debemos trabajar por cuales son las tareas aún pendientes y las que ha provocado la misma inclusión de la cual estamos hablando.

 

Entonces allí en mi opinión entran las juventudes políticas que no sólo deben ser el centro de la discusión de estos temas en cada partido, sino también el motor de las acciones tendientes a provocar cambios importantes tanto dentro de las mismas organizaciones partidarias como así también tener la capacidad de poner en agenda pública los problemas no resueltos y las propuestas adecuadas. A lo que me preguntó rápidamente si las juventudes políticas ¿están preparadas para asumir este rol?, ¿si tienen las herramientas?, la legitimidad simbólica dentro y fuera del marco partidario.

 

Las respuestas no son alentadoras, porque ciertamente como las juventudes de los partidos están compuestas por jóvenes estos son parte del contexto global señalado más arriba, pero con esto no hay nada perdido, hay una oportunidad que es necesaria que sea atendida. Entonces que si dentro de los partidos también militan jóvenes y aún así esta desafección no hace más que acrecentarse, es oportuno reflexionar sobre la cuestión de las juventudes políticas, ya que en la medida que somos capaces de criticarnos hasta el punto de cambiar nuestra visión y nuestras prácticas podremos contar con juventudes más políticas, dispuestas y preparadas a asumir los roles necesarios que nos demandan las y los jóvenes de Chile.

 

En adelante abordaremos la cuestión de una juventud política concreta, la Juventud Por la Democracia, que claramente pone de manifiesto el sentido militante, auto-crítico y propositito del presente texto.

 

La JPPD ¿realidad o ficción?

 

La Juventud Por la Democracia puede considerarse por muchos motivos una realidad, porque realmente existe, hay personas militando en ella, tiene una estructura orgánica desplegada a lo largo y ancho del país, tiene un proceso de elecciones democráticas internas lo que legitima a sus “líderes”, tiene un programa (al menos en el papel) y además de vez en cuando salen a la luz pública a través de algún medio que responde a la necesidad de estar presente en la memoria colectiva de las otras comunidades políticas de la concertación.

 

Todo esto nos trae un marco de realidad, la juventud del PPD existe, allí está realizando muchas veces acciones interesantes en pro de los valores de su Partido y el bien de Chile. Y si todo esto es cierto por qué me preguntó ¿si la JPPD es ficción?

 

La respuesta se encuentra en la absoluta invisibilidad de está organización política en la centralidad de la política chilena, en los discursos de la clase política, en su nicho cautivo que se supone le es propio, los y las jóvenes no conocen a la juventud por la democracia, razón por la cual me lleva a concluir que si bien existe un aparato organizacional con personas, hombres y mujeres que ponen todo su empeño por trabajar en un ideal, este es no existe para lo que entendemos por visibilidad mediática y más importante aún es inexistente para la discusión de los temas que hoy se abordan, que afectan directa e indirectamente a las y los jóvenes del país.

 

Es allí donde el debemos trabajar, en abordar como usamos ese gran capital humano, intelectual y político en redireccionar la reflexión y acción política hacia las y los jóvenes, pero también al país, donde la JPPD construya un proyecto de renovación tanto para su propio partido como así también sea la cuna de los proyectos colectivos que el país necesita, que trascienda las elecciones y los cargos, que eduque a las y los nuevos militantes, que ponga en relieve la discusión del país, la región y las regiones.

 

¿Cómo vamos construyendo aquello?

 

La Juventud no debe ser una reproducción juvenil de lo que es el Partido a nivel “adulto”, ese paradigma organizacional nos tiene entrampados entre la realidad y la ficción, ya que siendo conscientes que tenemos una escasa militancia objetiva (objetiva me refiero de mujeres y hombres que participan activamente), a lo largo del país estamos llenos de presidentes, consejeros, secretarios, encargados de todo y para todo, que en la mayoría de los casos son puestos a discreción y no por falta de consciencia democrática, sino simplemente porque no hay nadie para llenar los cupos, no tenemos militantes para llenar nuestras reuniones, tenemos una juventud llena de cargos y reuniones que no responden siquiera a la realidad organizacional de los y las jóvenes de hoy, menos estructurados, menos jerárquicos, menos burocráticos, pero no por ello menos organizados y tampoco menos efectivos a la hora de alcanzar los objetivos. Aunque a esto debo agregar mi propia contradicción, que es que las juventudes políticas están concebidas para hacer política no para otras cosas y en esa intención de que querer parecer otras organizaciones con el fin de acercarse a las y los jóvenes, no declarando con honestidad su objetivo final es que proyectamos una identidad confusa y muchas veces engañosa para quienes nos ven desde fuera.

 

Por tanto hay una cuestión de fondo y otra de forma, la de fondo es que la Juventud Política, la JPPD debe ser clara y honesta con su objetivo, que es el ejercicio de la política, en el marco de la democracia (¿Qué tipo de democracia es otra discusión?), no querer remplazar a organizaciones voluntarias, grupos religiosos o de otra índole, sin perjuicio de que existan acciones que cohabiten con el objetivo central. La de forma tiene que ver con la organización tradicional que la compone, que nos auto engaña y no nos permite avanzar. Debemos trabajar en una reforma organizacional mucho más transversal que centre los ejes en la acción política y no en la distribución de cargos.

 

Los cambios propuestos no son al alzar y constituyen una discusión de largo aliento, pero necesaria para avanzar en la construcción de una juventud política empoderada de los temas relevantes del país.

 

Un proyecto donde cabemos todos.

 

La juventud debiese ser entendida no tan sólo bajo la mirada de la edad, sino como una etapa de aprendizaje e internalización de los valores y tareas del Partido, de reflexión sobre el quehacer de las tareas del país, un espacio de debate crítico hacia dentro y hacia fuera. En este sentido la barrera de la edad no es propia y debemos ampliar nuestro proyecto con todos y todas quienes quieran colaborar en discutir sobre los temas que atraviesa la juventud chilena en su conjunto.

 

Partidos europeos por ejemplo, discuten y abordan temas desde la juventud sin con ello apartar a muchos otros militantes y no militantes que quieren discutir y poner ideas en la mesa. Otros incluso, es el caso de la Agrupación Socialista Universitaria del PSOE, reúne a todo el espectro de interesados por las cuestiones de políticas de educación superior y la vida universitaria en sí, lo que hace que la discusión sea más amplia, más provechosa, más contundente incluso a la hora de las propuestas al gobierno y de la formación de líderes atingentes a la tarea.

 

Un proyecto donde todos participen es un proyecto que no debe ser limitado por cuestiones organizacionales tradicionales que separan en vez de unir.

 

 

Educar con vocación de gobernar.

 

Una de las tareas más relevantes de una organización política es educar a sus militantes, en este sentido debemos profundizar la educación tanto política como técnica, entendiendo estos espacios como un eje estratégico para el futuro. Conocemos como la derecha se prepara en los mejores centros para gobernar el país, deberemos prepararnos aún más no tan sólo en lo técnico, sino en lo valorico y en lo político con el fin de contar con un capital humano de la más alta calidad para hacer frente a los desafíos que se presentan, a colaborar en los diversos espacios de la vida pública y también de la privada.

 

La meritocracia que se impone hoy con la mayor legitimidad en los mercados lingüísticos de la clase política y que se asientan las diferentes estructuras del aparato público y las organizaciones partidarias, lo cual nos lleva a pensar como tenemos desventaja frente a una derecha con oportunidades objetivas, estructurales, que le permiten estar en el centro de los temas del país. Si bien la mayor parte de los militantes de las juventudes políticas son universitarios o incluso ya son profesionales jóvenes, es cierto también que tenemos distancias respecto de la formación y los partidos tienen que reforzar aún más la tarea en la preparación de sus bases.

 

Un partido político aspira a gobernar y debe por tanto invertir en la educación de toda su base militante con el objeto de contar con las mejores personas puesto que en los desafíos presentes y futuros esto es clave a la hora de asumir roles de mediana o mayor importancia, incluso teniendo en cuenta que podemos enfrentar el futuro con escenarios diferentes.

 

Juventud Comprometida… tareas por delante.

 

El gran desafío que tenemos al abordar juventud y política es acercar ambos conceptos, ambos mundos que no están del todo alejados, ello haciéndonos cargo de los temas que afectan a los y las jóvenes de Chile. La actual desafección política demostrada por las y los jóvenes demuestra claramente que nuestras estrategias actuales no están dando en el clavo con lo que esperan de nosotros, por lo cual la propuesta es no convertir a las juventudes políticas en organizaciones juveniles que disfrazan su objetivo último, sino trabajar con honestidad en la tarea que incumbe a los partidos, hacer política, gobernar el país con un visión progresista.

 

Las tareas por delante son conocidas y nuestro énfasis es que las acciones para la solución de esos problemas sean realizados con una mirada progresista, atendiendo a los valores del PPD y nuestra visión de sociedad y país.

 

Hemos avanzando en acceso a la educación, pero debemos continuar profundizando las condiciones en que se estudia, porque sabemos que aún cuando entra más gente a la universidad y al colegio, las condiciones de muchos no son las necesarias para abordar una vida académica que permita aprovechar de lleno la oportunidad de acceso, debemos asignar calidad no sólo a las instituciones, también calidad a los incentivos para desarrollar de forma global la tarea educacional.

 

Profundizar la perspectiva de juventud en ámbitos como la salud, la vivienda, entendiendo aquello como una manera distinta de focalizar las políticas públicas. Fortalecer las organizaciones sociales juveniles no tan sólo en el discurso, sino con instrumentos legales e institucionales que garanticen el desarrollo de la participación y la profundización real de la democracia.

 

En este plano de las ideas debemos ser aún más comprometidos, puesto que la inclusión política de los y las jóvenes no pasa únicamente por el voto, sino porque estos cuenten con la oportunidad de realizar proyectos y sueños, individuales y colectivos. Tarea entonces promover aún más la innovación, la cultura, el intercambio internacional, acercar los instrumentos a todos los sectores de Chile. Uno de estos pasos es la concreción de una entidad pública preocupada de estudiar y ejecutar políticas con más recursos y coherente en sí misma.

 

Necesitamos por tanto juventudes más políticas, concentradas y preparadas, educándose para educar, promoviendo en cada acción una transformación de nuestra democracia que ha cumplido una etapa importante pero que hoy debe reinventarse. Que responda a la nueva estructura y cultura del país y que apuesta en su órgano interno a ser la vanguardia de la democracia, puesto que ese fondo y forma del cual hablamos más arriba resume la reflexión que debemos hacer no para auto flagelarnos, sino para mirar con optimismo lo que viene. La energía de la juventud debe traducirse en una juventud comprometida con Chile, en cada una de sus ciudades, también con Latinoamérica y el Mundo, ya que los problemas son profundos y deben afrontarse con todos aquellos quienes creemos firmemente en un mundo con más equidad, más bienestar, respeto por nuestro medio ambiente, democrático, seguro y libre.