La Tecnocracia en la Campaña Presidencial Chilena
La campaña presidencial de Chile como otras tantas en el mundo se ha vuelto tecnocrática. Importan más las encuestas, los targets, los atributos, los porcentajes en el abc1 o el c2 y cuanta categoría analítica cuantitativa o regresión logística se pueda aplicar. Sin quitarle merito a este tipo de instrumentos que se han convertido en imprescindibles para una campaña política, para el caso chileno hemos visto un exceso de los instrumentos y asesores en desmedro de las ideas, la defensa de posiciones políticas sólidas y lo más importante a mi juicio: Darle espíritu e ilusión al proyecto político de los candidatos.
En Estados Unidos este ejercicio de diseño y desarrollo de las campañas políticas ha sido exitoso, la medición de los candidatos y sus discursos en la opinión pública permite dirigir mejor el mensaje y hacerlo llegar donde tiene que llegar. Los comandos presidenciales en las pasadas elecciones estadounidenses ocuparon gran parte del tiempo y recursos realizando análisis electorales y comunicacionales, tomando decisiones respecto a los segmentos de la población que creen oportuno reforzar. Pero al margen de ello, que duda cabe que Obama antes del análisis de proceso y resultado tenía una idea, una convicción profunda en la necesidad de cambio que necesitaba su país. Esa es la parte fundamental de en las que en mi opinión adolecen las campañas presidenciales chilenas, donde parecen dominar los asesores y las “cuentas” por sobre el proyecto político y por sobre todo el talento del candidato para ilusionar a la gente.
Lo que hemos podido observar de la campaña hasta el debate recién pasado nos permite comprobar lo que expreso en estas líneas. Una veneración absoluta al instrumento por sobre el contenido de las ideas, disfrazando la verdadera impronta de los candidatos y sus posiciones políticas. La CEP como la gran guía que conduce las campañas parece ser intocable, indiscutible e irreprochable. A ratos parece que antes de la votación de los ciudadanos será el Centro de Estudios Públicos quien determine quien será el próximo presidente de Chile. Quizás esta mirada que presento pueda ser acusada de romántica o pasada de moda.
Porque la política parece cada día menos política y parece que se convierte en una especie de consultora para elegir presidentes. Porque si Piñera es un liberal y no defiende posiciones liberales haciendo buen uso de su agenda programática, tampoco lo hace Frei que se debate entre los partidos y océanos azules. Enríquez-Ominami sucumbió a estas cuestiones en el debate, donde a pesar de sus interpelaciones a los gastos de campaña parece ocupar una posición acomodaticia políticamente buscando el segmento que aún no se encanta con su posición díscola. Es Jorge Arrate quien ha tenido más coherencia en este punto, aunque a este el análisis se le debe aplicar con otra vara, pues su tarea no es ganar sino mantener el porcentaje electoral histórico del PC en Chile, de lo contrario sería una derrota para él y los suyos.
Aún queda campaña señores candidatos, espero de verdad que en adelante la campaña sea un debate real sobre las ideas y los proyectos que cada uno quiere llevar adelante, que recuperen la ilusión de que un nuevo Presidente puede transformar Chile. Está es una campaña fría como sus asesores, necesita de Políticos y de Política que llenen de calor y entusiasmo.
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