Nuevos Partidos Políticos para Chile
Cuando escribía este artículo, me avisan desde Chile sobre la renuncia de Antonio Gómez y Pepe Auth. Cuestión que no hace más que confirmar lo que viene a continuación.
Que duda cabe que uno de los problemas estructurales de la sociedad chilena es el desprestigio de la política. Su baja valoración como la cadena de juicios negativos que se le arrogan a sus instituciones y la acción diaria de quienes la componen, hacen perder a la ciudadanía su mayor valor, la virtud política. Una virtud que se manifiesta en el interés por los asuntos públicos.
Hace poco el columnista de La Tercera, Héctor Soto, escribía sobre el desencanto, y por sobre todo la despreocupación de las personas en general por la elección presidencial. Con datos como que uno de los debates presidenciales fue superado en rating por una teleserie.
El otro día un amigo me contaba que en una radio local entrevistaron a 100 personas inscritas en los registros electorales donde se les preguntaba por sus preferencias y sólo la mitad conocía a los candidatos de su región. Tanto el interés por la política, como por los asuntos públicos en general parece ocupar cada día, como es proceso de toda la sociedad actual occidental, un espacio reducido.
Hoy parece que la lógica es prescindir de los partidos políticos para ganar adeptos electorales, pero la gente no es tonta, no sirve el maquillaje, lo que la gente espera es un cambio profundo en la política, implica acercarla a las y los ciudadanos, profundizarla, hacerla más explicable y simple, más transparente, pero por sobre todo garantizar que las instituciones sean fieles al mandato popular. Esto no ocurre hoy ni en los partidos, ni en muchas organizaciones sociales e instituciones de Chile, por ello nuestra tarea es proponer nuevos partidos, nuevas formas de organización que hagan eco de la nueva sociedad chilena.
Un candidato sin partidos.
Lo ocurrido con el ex – candidato presidencial Marco Enríquez-Ominami, es que se convirtió en el símbolo del discurso contra el desgaste de la política. Un 20 % no sólo decepcionada con la Concertación, también con la Alianza, con el sistema político chileno en general que hace aguas y no sabemos bien como arreglarlo. Aunque el candidato en cuestión no es precisamente el ejemplo de la nueva forma de hacer política, no sólo porque no hay nuevas formas, sino porque es fruto de ese mismo sistema. Lo importante se encuentra en reordenar y encarnar un sentimiento generalizado en el Chile actual. Enríquez-Ominami sin partidos logró hacer algo inédito y hoy ha transformado lo marginal en algo central. Incluso hasta el punto de quebrar un paradigma y abrir una ventana la existencia de posibilidades nuevas. Si es posible levantar una candidatura presidencial sin partidos, la pregunta será ¿podremos gobernar sin ellos?
Una cuestión posible, pues en Chile han proliferado las redes, los centros de pensamiento, la capacidad de generar recursos humanos que perfectamente pueden administrar el Estado sin necesidad de firmar adherencia alguna a una organización, simplemente estar conectados a través de Internet generando ideas y haciéndose cargo. Es el caso de Independientes en Red, de Política Stereo, Atina Chile, Asuntos Públicos, Redacción, etc. Todas ellas plataformas que buscan y han logrado abrir un espacio que hasta hace algunos años eran potestad de un grupo selecto de intelectuales y medios tradicionales. Hoy se crea opinión y poder desde la red y aunque a pesar de ello esto todavía no traspasa algunas barreras hacia el mundo popular, está generando una nueva generación muy interesante.
La disyuntiva estructural. Cargos versus Partidos
La salida de Fernando Flores y Adolfo Zaldivar de sus respectivos partidos evidencia una disyuntiva estructural en el sistema político chileno. ¿Cuál es la libertad de acción de los miembros de un partido?, junto con preguntarnos ¿A quién le pertenecen los cargos de elección popular?
Ambas preguntan tiene el desarrollo en la misma respuesta. El actual sistema político chileno determina por Ley que son los partidos (sin exclusión de los independientes) quienes presentan a los candidatos a elección popular. Además el sistema binominal no sólo polariza las fuerzas políticas sino que genera nichos electorales que permiten la elección de escaños a partir de la más pura ingeniería electoral, aunque conocemos excepciones que confirman la regla.
Entonces nos enfrentamos a la primera pregunta, ya que si esto es así sería evidente concluir que diputados y senadores deben su cargo no a los votantes que le eligen, sino a los partidos que le permitieron ir en la papeleta. Argumento contrario es el que nos dice: que son los candidatos los que otorgan la fuerza electoral de esos cupos y por tanto si ellos no tuvieran los votos no basta con el cupo. Yo me inclinó por la primera opción, pues aún con los votos muchos candidatos independientes quedan fuera gracias al sistema binominal y muchos con menos votos quedan dentro, ejemplo es la elección del Diputado Fulvio Rossi como Senador en la primera región para estos próximos cuatro años.
Es decir que los candidatos no le pertenecen a la ciudadanía que les votó sino que deben lealtad al partido que les permitió ser candidato entre sus filas. Bajo este esquema nos queda la espina clavada, nos parece lejos de la representación popular, por lo cual la alternativa no es discutir si es el huevo o la gallina, sino cambiar el modelo entero.
Nuevos Partidos Políticos
Chile necesita una nueva democracia y por ende nuevos partidos que la compongan. Una democracia más directa, más participativa. Ya que la democracia actual como diría el historiador Eric Hobsbawn, tiene poco de democrático, ya que las grandes decisiones son materializadas en espacios que poco tienen que ver con los procesos democráticos. Por eso la necesidad de transformar y profundizar la democracia.
Ello requiere partidos nuevos, esos partidos deben tener una organización más horizontal ya que lo actual verticaliza las acciones convirtiendo al cuerpo de la institución en algo inmenso, inalcanzable para sus militantes y por sobre todo genera los vicios de la decisión de unos pocos. Partidos más democráticos requiere una nueva ley de partidos que garanticen la nueva estructura, donde se limitan la elección de los cargos; donde se establezca el derecho de hacer valer las decisiones de las partes que lo componen y no exista la prebenda de cupos y nominaciones; donde transparentemos el acceso a cargos públicos y se le exija cuenta de su gestión; donde la organización tenga la capacidad de llegar a todo el país creando áreas de trabajo y usemos las nuevas tecnologías como plataforma de hacer llegar propuestas, debatirlas y votarlas. Donde los líderes de los partidos políticos no puedan ejercer ni cargos de elección popular, ni tampoco cargos de gobierno. Y que esos líderes tengan un sueldo público de manera de transparentar la acción y la igualdad de las organizaciones políticas. Acabar con las secretarías y las subcretarías de partidos que llenan de cargos a los militantes pero poco o nada hacen para colaborar con el sistema político; generar áreas de trabajo donde todos puedan participar de acuerdo a sus propios intereses (aquí las nuevas tecnologías son una gran herramienta de trabajo), en esto me quiero detener, pues debe ser privativo de las mujeres una secretaría de la mujer y generar un partido interno dentro de la misma organización, lo mismo ocurre con los jóvenes, los nuevos partidos necesitan jóvenes dentro de ellos, no juventudes que no hacen sino crear grupos de interés más propios del cuoteo que generar política de juventud.
Las primarias abiertas, con listados de adherentes que acerquen y combinen la elección del partido con la participación ciudadana. Los partidos tendrán en cada región que generar ideas y contar con recursos para hacerlo, promover la democracia y la virtud política. Lo último debe ser el gran desafío de la política chilena, revaloriza la política no es otra cosa que saber comunicarla y explicarla con transparencia a los ciudadanos.
Sin duda a las propuestas se puedan sumar muchas otras, y tal vez mejores, hay que estar abiertos a las propuestas y tener la valentía de llevarlas acabo.
Antes de concluir un pequeño comentario, recuerdo haber leído el comentario de la nueva Diputada Sabat, debo decir que como muchos sonreí y dije: “que metida de pata de esta señorita”, pero luego pensé, que tal vez eso es precisamente lo que necesita nuestro país, inocencia, transparencia y confianza. Pues posiblemente esta nueva Diputada sea mucho más honesta a la hora de expresar sus opiniones dejando el calculo electoral y la pelea pequeña de lado. Sin duda necesitamos demostrar quienes creemos en la política que está es una actividad noble de gente que se ilusiona con transformar con su trabajo la vida de millones de chilenos y chilenas.
* Sociólogo por la Universidad Complutense de Madrid. Estudiante de Master en Medio Ambiente: “Dimensiones Humanas y Socioeconómicas” del Instituto Universitario de Ciencias Ambientales, Universidad Complutense.
2 comentarios
Ricardo -
Creo que hay que ajustar nuestras expectativas sobre la democracia, que finalmente sólo es un método. Primarias internas y mayor participación de las bases regionales me parecen muy bien, gobernar por asambleísmo me parece poco operativo.
Y sobre la Sabat... mi impresión es que la inocencia sólo causa muerte y destrucción en política. Ser transparente y ser veraz no significa ser inocente, pues un político que no piensa en las consecuencias de lo que hace es mejor para todos que se dedique a otra cosa.
Saludos.
Lucciano Zerega -