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Nuestras Conversaciones, el blog de Gonzalo Prieto

Juventudes Políticas el desafío de Chile

Juventudes Políticas el desafío de Chile

“juventud más comprometida, más política”

 

 El siguiente artículo es producto de una reflexión personal, pero inspirado en un sentimiento colectivo producto de conversaciones extensas sobre el quehacer de las juventudes políticas en Chile y en particular de la Juventud del Partido por la Democracia. Con la convicción que las y los jóvenes constituyen el capital indudable de cualquier país y que por tanto su relación con la política es vital para la reproducción de una mayor y mejor democracia, es que me permito hacerles llegar la siguiente reflexión. La presente es una invitación a al debate y la acción puesto que el momento es hoy y no mañana.

Madrid, Enero de 2008.

 

 

Presentación.

 

La supuesta renovación natural de los partidos políticos en Chile depende fundamentalmente de la institucionalidad de las juventudes políticas, de acuerdo con el marco tradicional cabe esperar que dentro de estas instituciones juveniles afloren los nuevos y nuevas líderes en los diferentes puntos del país, regenerando de forma “natural” las instituciones políticas partidarias y por ende la reproducción de lo que se entiende sociologicamente como la clase política del país.

 

Pero esta hipótesis se ve difuminada cuando tenemos en cuenta algunas consideraciones como el hecho de que las y los nuevos líderes que influyen en la política, parecen llegar desde fuera sin tener estos mayores relaciones históricas con los partidos, mas que en el sólo momento de la negociación de sus cupos o bien su propia campaña, este suceso viene creciendo cada vez más, bajo el marco de lo que llaman “los líderes ciudadanos” y contradice esta renovación tradicional institucional. También podemos abordar el cambio histórico vivido hoy por el país que todavía no resuelve el salto generacional con respecto a lo que esperan los y las jóvenes en los partidos y la visión que tienen los llamados “adultos” sobre lo que estos deben ser.  Es en esta contradicción aún no resuelta por los partidos en su estructura orgánica y política, tienen vagando a las juventudes políticas tanto  desde el punto de vista institucional y programático, con lo cual su nivel de protagonismo en los cambios importantes a nivel país es menor o casi inexistente.

 

Otra consideración a destacar, que tiene relación como resultado de lo anterior, es la visión institucional de una juventud política en el marco del propio partido. Hoy por hoy se maneja una estructura departamental que responde a la derivación de una temática monopolizante como es el tema juventud, donde la acción tanto discursiva como política se hace bajo la referencia estructural de la edad.  Todo ello constriñe el modo reflexivo de un capital esencial de los partidos políticos por definición, que son sus bases mas jóvenes por lo que representan en si mismas y por el contexto país que hoy vive Chile, donde el abandono de las políticas públicas de juventud han contribuido a lo que en mi opinión llamo la despolitización de las juventudes políticas.

 

Es en este marco de ideas es donde quiero desplegar mi reflexión sobre el estado actual de la juventud política entendida como institución que agrupa a jóvenes de menos de 29 años en el Partido por la Democracia. Una vez definido el estado de la cuestión pretendo hacer una propuesta centrada en la necesidad de que la juventud sea mucho más política y responda tanto a los desafíos presentes como futuros del país en toda su estructura, entendiendo asi que esta es la vía con la que podremos tanto garantizar la vida de los partidos en un marco valorico, institucional y acorde con las necesidades políticas que se presentan.

 

¿Por qué la cuestión?

 

Los datos, los discursos y en general la opinión común concuerdan con la distancia sistemática del sector joven de lo que entendemos tradicionalmente por política, nos referimos a las materias que tienen que ver con el gobierno, los partidos, pero por sobre todo los y las políticos.

Su conexión, el nivel de identificación con las personas y sus acciones se ve claramente alejado del sentir colectivo de los y las jóvenes que en mi opinión llevan 17 años esperando que se aborden sus problemas con más fuerza, con más énfasis y por que no decirlo con más presupuesto. Los y las jóvenes no han sido la prioridad de los gobiernos de la concertación, asi lo demuestran los datos a la hora de revisar los presupuestos destinados por ejemplo la Instituto Nacional de la Juventud, sin querer entrar en está materia que sin duda da cabida a otro artículo aún más extenso. Pero lo cierto es que aunque se justifique lo contrario a lo que he dicho al respecto como por ejemplo el tremendo avance a la educación, estás no constituyen políticas que la juventud visibilice como propias, ósea que la misma juventud no hace parte de este esfuerzo a lo que demanda como necesidad.

 

En el enorme cambio social de Chile vivido en estos últimos años pone de relieve el tema de juventud pero no por la previsión sino como consecuencia del distanciamiento del sistema político que rige actualmente y las expectativas que presentan los jóvenes. 

 

Si hablamos por tanto de inclusión, podemos decir que los y las jóvenes están más incluidos que antes, eso es un hecho, pero debemos cuestionarnos a qué tipo de modelo están incluidos y si este responde, también debemos trabajar por cuales son las tareas aún pendientes y las que ha provocado la misma inclusión de la cual estamos hablando.

 

Entonces allí en mi opinión entran las juventudes políticas que no sólo deben ser el centro de la discusión de estos temas en cada partido, sino también el motor de las acciones tendientes a provocar cambios importantes tanto dentro de las mismas organizaciones partidarias como así también tener la capacidad de poner en agenda pública los problemas no resueltos y las propuestas adecuadas. A lo que me preguntó rápidamente si las juventudes políticas ¿están preparadas para asumir este rol?, ¿si tienen las herramientas?, la legitimidad simbólica dentro y fuera del marco partidario.

 

Las respuestas no son alentadoras, porque ciertamente como las juventudes de los partidos están compuestas por jóvenes estos son parte del contexto global señalado más arriba, pero con esto no hay nada perdido, hay una oportunidad que es necesaria que sea atendida. Entonces que si dentro de los partidos también militan jóvenes y aún así esta desafección no hace más que acrecentarse, es oportuno reflexionar sobre la cuestión de las juventudes políticas, ya que en la medida que somos capaces de criticarnos hasta el punto de cambiar nuestra visión y nuestras prácticas podremos contar con juventudes más políticas, dispuestas y preparadas a asumir los roles necesarios que nos demandan las y los jóvenes de Chile.

 

En adelante abordaremos la cuestión de una juventud política concreta, la Juventud Por la Democracia, que claramente pone de manifiesto el sentido militante, auto-crítico y propositito del presente texto.

 

La JPPD ¿realidad o ficción?

 

La Juventud Por la Democracia puede considerarse por muchos motivos una realidad, porque realmente existe, hay personas militando en ella, tiene una estructura orgánica desplegada a lo largo y ancho del país, tiene un proceso de elecciones democráticas internas lo que legitima a sus “líderes”, tiene un programa (al menos en el papel) y además de vez en cuando salen a la luz pública a través de algún medio que responde a la necesidad de estar presente en la memoria colectiva de las otras comunidades políticas de la concertación.

 

Todo esto nos trae un marco de realidad, la juventud del PPD existe, allí está realizando muchas veces acciones interesantes en pro de los valores de su Partido y el bien de Chile. Y si todo esto es cierto por qué me preguntó ¿si la JPPD es ficción?

 

La respuesta se encuentra en la absoluta invisibilidad de está organización política en la centralidad de la política chilena, en los discursos de la clase política, en su nicho cautivo que se supone le es propio, los y las jóvenes no conocen a la juventud por la democracia, razón por la cual me lleva a concluir que si bien existe un aparato organizacional con personas, hombres y mujeres que ponen todo su empeño por trabajar en un ideal, este es no existe para lo que entendemos por visibilidad mediática y más importante aún es inexistente para la discusión de los temas que hoy se abordan, que afectan directa e indirectamente a las y los jóvenes del país.

 

Es allí donde el debemos trabajar, en abordar como usamos ese gran capital humano, intelectual y político en redireccionar la reflexión y acción política hacia las y los jóvenes, pero también al país, donde la JPPD construya un proyecto de renovación tanto para su propio partido como así también sea la cuna de los proyectos colectivos que el país necesita, que trascienda las elecciones y los cargos, que eduque a las y los nuevos militantes, que ponga en relieve la discusión del país, la región y las regiones.

 

¿Cómo vamos construyendo aquello?

 

La Juventud no debe ser una reproducción juvenil de lo que es el Partido a nivel “adulto”, ese paradigma organizacional nos tiene entrampados entre la realidad y la ficción, ya que siendo conscientes que tenemos una escasa militancia objetiva (objetiva me refiero de mujeres y hombres que participan activamente), a lo largo del país estamos llenos de presidentes, consejeros, secretarios, encargados de todo y para todo, que en la mayoría de los casos son puestos a discreción y no por falta de consciencia democrática, sino simplemente porque no hay nadie para llenar los cupos, no tenemos militantes para llenar nuestras reuniones, tenemos una juventud llena de cargos y reuniones que no responden siquiera a la realidad organizacional de los y las jóvenes de hoy, menos estructurados, menos jerárquicos, menos burocráticos, pero no por ello menos organizados y tampoco menos efectivos a la hora de alcanzar los objetivos. Aunque a esto debo agregar mi propia contradicción, que es que las juventudes políticas están concebidas para hacer política no para otras cosas y en esa intención de que querer parecer otras organizaciones con el fin de acercarse a las y los jóvenes, no declarando con honestidad su objetivo final es que proyectamos una identidad confusa y muchas veces engañosa para quienes nos ven desde fuera.

 

Por tanto hay una cuestión de fondo y otra de forma, la de fondo es que la Juventud Política, la JPPD debe ser clara y honesta con su objetivo, que es el ejercicio de la política, en el marco de la democracia (¿Qué tipo de democracia es otra discusión?), no querer remplazar a organizaciones voluntarias, grupos religiosos o de otra índole, sin perjuicio de que existan acciones que cohabiten con el objetivo central. La de forma tiene que ver con la organización tradicional que la compone, que nos auto engaña y no nos permite avanzar. Debemos trabajar en una reforma organizacional mucho más transversal que centre los ejes en la acción política y no en la distribución de cargos.

 

Los cambios propuestos no son al alzar y constituyen una discusión de largo aliento, pero necesaria para avanzar en la construcción de una juventud política empoderada de los temas relevantes del país.

 

Un proyecto donde cabemos todos.

 

La juventud debiese ser entendida no tan sólo bajo la mirada de la edad, sino como una etapa de aprendizaje e internalización de los valores y tareas del Partido, de reflexión sobre el quehacer de las tareas del país, un espacio de debate crítico hacia dentro y hacia fuera. En este sentido la barrera de la edad no es propia y debemos ampliar nuestro proyecto con todos y todas quienes quieran colaborar en discutir sobre los temas que atraviesa la juventud chilena en su conjunto.

 

Partidos europeos por ejemplo, discuten y abordan temas desde la juventud sin con ello apartar a muchos otros militantes y no militantes que quieren discutir y poner ideas en la mesa. Otros incluso, es el caso de la Agrupación Socialista Universitaria del PSOE, reúne a todo el espectro de interesados por las cuestiones de políticas de educación superior y la vida universitaria en sí, lo que hace que la discusión sea más amplia, más provechosa, más contundente incluso a la hora de las propuestas al gobierno y de la formación de líderes atingentes a la tarea.

 

Un proyecto donde todos participen es un proyecto que no debe ser limitado por cuestiones organizacionales tradicionales que separan en vez de unir.

 

 

Educar con vocación de gobernar.

 

Una de las tareas más relevantes de una organización política es educar a sus militantes, en este sentido debemos profundizar la educación tanto política como técnica, entendiendo estos espacios como un eje estratégico para el futuro. Conocemos como la derecha se prepara en los mejores centros para gobernar el país, deberemos prepararnos aún más no tan sólo en lo técnico, sino en lo valorico y en lo político con el fin de contar con un capital humano de la más alta calidad para hacer frente a los desafíos que se presentan, a colaborar en los diversos espacios de la vida pública y también de la privada.

 

La meritocracia que se impone hoy con la mayor legitimidad en los mercados lingüísticos de la clase política y que se asientan las diferentes estructuras del aparato público y las organizaciones partidarias, lo cual nos lleva a pensar como tenemos desventaja frente a una derecha con oportunidades objetivas, estructurales, que le permiten estar en el centro de los temas del país. Si bien la mayor parte de los militantes de las juventudes políticas son universitarios o incluso ya son profesionales jóvenes, es cierto también que tenemos distancias respecto de la formación y los partidos tienen que reforzar aún más la tarea en la preparación de sus bases.

 

Un partido político aspira a gobernar y debe por tanto invertir en la educación de toda su base militante con el objeto de contar con las mejores personas puesto que en los desafíos presentes y futuros esto es clave a la hora de asumir roles de mediana o mayor importancia, incluso teniendo en cuenta que podemos enfrentar el futuro con escenarios diferentes.

 

Juventud Comprometida… tareas por delante.

 

El gran desafío que tenemos al abordar juventud y política es acercar ambos conceptos, ambos mundos que no están del todo alejados, ello haciéndonos cargo de los temas que afectan a los y las jóvenes de Chile. La actual desafección política demostrada por las y los jóvenes demuestra claramente que nuestras estrategias actuales no están dando en el clavo con lo que esperan de nosotros, por lo cual la propuesta es no convertir a las juventudes políticas en organizaciones juveniles que disfrazan su objetivo último, sino trabajar con honestidad en la tarea que incumbe a los partidos, hacer política, gobernar el país con un visión progresista.

 

Las tareas por delante son conocidas y nuestro énfasis es que las acciones para la solución de esos problemas sean realizados con una mirada progresista, atendiendo a los valores del PPD y nuestra visión de sociedad y país.

 

Hemos avanzando en acceso a la educación, pero debemos continuar profundizando las condiciones en que se estudia, porque sabemos que aún cuando entra más gente a la universidad y al colegio, las condiciones de muchos no son las necesarias para abordar una vida académica que permita aprovechar de lleno la oportunidad de acceso, debemos asignar calidad no sólo a las instituciones, también calidad a los incentivos para desarrollar de forma global la tarea educacional.

 

Profundizar la perspectiva de juventud en ámbitos como la salud, la vivienda, entendiendo aquello como una manera distinta de focalizar las políticas públicas. Fortalecer las organizaciones sociales juveniles no tan sólo en el discurso, sino con instrumentos legales e institucionales que garanticen el desarrollo de la participación y la profundización real de la democracia.

 

En este plano de las ideas debemos ser aún más comprometidos, puesto que la inclusión política de los y las jóvenes no pasa únicamente por el voto, sino porque estos cuenten con la oportunidad de realizar proyectos y sueños, individuales y colectivos. Tarea entonces promover aún más la innovación, la cultura, el intercambio internacional, acercar los instrumentos a todos los sectores de Chile. Uno de estos pasos es la concreción de una entidad pública preocupada de estudiar y ejecutar políticas con más recursos y coherente en sí misma.

 

Necesitamos por tanto juventudes más políticas, concentradas y preparadas, educándose para educar, promoviendo en cada acción una transformación de nuestra democracia que ha cumplido una etapa importante pero que hoy debe reinventarse. Que responda a la nueva estructura y cultura del país y que apuesta en su órgano interno a ser la vanguardia de la democracia, puesto que ese fondo y forma del cual hablamos más arriba resume la reflexión que debemos hacer no para auto flagelarnos, sino para mirar con optimismo lo que viene. La energía de la juventud debe traducirse en una juventud comprometida con Chile, en cada una de sus ciudades, también con Latinoamérica y el Mundo, ya que los problemas son profundos y deben afrontarse con todos aquellos quienes creemos firmemente en un mundo con más equidad, más bienestar, respeto por nuestro medio ambiente, democrático, seguro y libre.   

 

 

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