LA POLÍTICA DEL ESPECTÁCULO
La política chilena se parece mucho a un reality show. Tenemos una serie de políticos que se pasean por la televisión mostrándose sin decir nada, buscan la cámara, la foto, quieren ser famosos para que el día de la votación – llámese encuesta Adimark, Cerc, Cep, etc – les entregue la popularidad necesaria, y con ello negociar sus cupos y cuotas de poder. El problema es que la ciudadanía está constantemente “nominandolos” para que se vayan.
Si hay movilizaciones, se cuelgan, se maquillan del color que sea. Una semana son ecologistas, la próxima son mineros, la siguiente camisa blanca y corbata azul para ser pingüinos, todo por el puntaje en la encuesta, todo por la fama. Pero se les olvido la política, la propuesta, el trabajo, la participación. Dicen que escuchan pero no lo hacen, pues las mismas encuestas, su misma vara de medición les entrega pésimos resultados. Más de la mitad de los encuestados según Adimark rechaza tanto al gobierno como a la oposición, lo que da cuenta de la profunda crisis de legitimidad política del país. Una crisis que no tiene luces de resolverse si no se realiza un profundo cambio en el sistema político chileno.
Es cierto que no todos los políticos chilenos son parte del show mediático, hay quienes trabajan muy duro, pasan horas en sus oficinas y los pasillos del congresos, consultan con sus distritos, pero son las y los pocos, muy pocos.
Desde Barracones hasta el movimiento estudiantil la oposición se ha intentado colgar de las movilizaciones. Por otro lado el gobierno ha tenido un pésimo tratamiento de las situaciones, no ha sabido escuchar a las y los ciudadanos, y lo que es peor, no existe ningún proyecto de ley en marcha para realizar los cambios profundos que necesita el país.
La ciudadanía cumple el rol de exigir a la autoridad y sus representantes los cambios que requiere el país, éstos deben responder en el ejecutivo y el parlamento realizando las reformas necesarias. Pero ello no ocurre, la oposición se cuela en las marchas en vez de estar haciendo la pega en el congreso. Y el gobierno primero se tapa los oídos y cierra los ojos, hablando sin parar de lo que definitivamente no entiende, cuando su tarea es enviar los proyectos de ley.
En materia medioambiental no existe proyecto para cambiar una ley claramente insuficiente, que deja decisiones técnicas en el ámbito político, y decisiones políticas en el ámbito técnico. Donde las multas son bajas, y las compensaciones son nulas. No hay pacto de energía, y nadie habla de ello porque dejo de salir en la prensa y porsupuesto “ya no es parte de la agenda”.
En educación no existe voluntad de generar un real pacto de la educación, lo único que se han propuesto son medidas que no garantizan salir de la crisis educacional, sino que le llenan los bolsillos de plata a las universidades, que no son la única solución al problema. El gobierno estratégicamente se salta a los dirigentes estudiantiles, negocia con los rectores, y vuelca la agenda para minar la legitimidad del movimiento estudiantil. La oposición rechaza el acuerdo GANE, pero no pone en la mesa – y eso quiere decir en la opinión pública – ningún proyecto alternativo.
La política del espectáculo chilena no tiene ya más cabida, está minando los cimientos de la democracia y provocando la ira ciudadana que ya no es ciega, ni sorda y menos aún, no muda frente a la falta de compromiso político real. Hay que pensar menos en las encuestas y volver a hacer política con letras grandes.
artículo publicado en http://www.elquintopoder.cl
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