LAS BECAS ¿Fomentar el desarrollo y capital del País? O ¿Reproducir una Clase?
Cuando se lee sobre las críticas a la adjudicación de becas, en particular las Presidente de la República, la sensación que me produce es de descontento al ver como continuamos muchas veces beneficiando a quienes tienen las oportunidades a través de otros medios de lograr estudiar en el extranjero y que claramente además pueden volver con certeza a un puesto de trabajo que les brinde estabilidad económica y una legitimidad social apreciable. En desmedro de mucha gente (entre los que me incluyó) que se ha atrevido a salir del país para formarse y ser beneficiario del enorme capital social y cultural que implica estudiar en otros países sin más recurso que los que puede vender por sí mismo, la fuerza de trabajo.
Sin embargo la crítica a este tipo de cuestiones se queda corta si no agregamos otros instrumentos de análisis. Me refiero elementos relacionados con las clases que pueden acceder y que de cierta forma están determinadas por unas u otras formas como por ejemplo su preparación educacional a postular a una u otra universidad. En definitiva si desmembramos esas 300 becas otorgadas por el Estado develaremos cuestiones sociológicas detrás del simple amiguismo en el gobierno, sino una pata más de la desigualdad en Chile.
Finalmente me referiré a la necesidad de ampliar no sólo el número de becas también el aumento de las cuantías para cubrir la totalidad de los gastos que implica estudiar fuera en coherencia con los niveles de vida de los países que reciben a los y las estudiantes.
Como estamos.
Si pensamos en algunas cuestiones de orden sociológico vinculados a determinar en parte el acceso a la educación superior de post grado y más aún está en el extranjero, claramente nos tendremos que remitir a la preparación académica anterior de quienes acceden. ¿En qué universidad?, ¿en qué colegio? nos da pistas también sobre su clase social, su familia, sus relaciones y por tanto el capital social y cultural asociado a las expectativas que se forman en las y los estudiantes.
Además de la educación tendremos como variable la vinculación a los partidos políticos. Los estatus en ellos posibilita tener acceso a redes de influencia y muchas veces suplir en parte historias académicas más humildes. Ese nivel de “contacto” permitirá acceder tanto a la información como así también a las personas concretas que fallarán a favor de uno u otro postulante.
Entonces diríamos que existen dos elementos clave, el capital cultural y social que permite en parte tener una serie de expectativas diferentes a otros con menos capital para aventurarse a realizar estudios de post-grado y salir al extranjero a cumplir esos objetivos, conscientes de que a su regreso no sólo existe una recompensa en términos de calidad de conocimiento y oportunidades, sino que su nivel social adquiere mayor valor en el mercado simbólico de la vida académica y también política. Si tenemos claro en el último caso que existe un paradigma estrechamente asociado entre la meritocracia académica y la posición social.
¿Quiénes quedan fuera?
La respuesta es un tanto obvia y no requiere mayor análisis, pero no por ello deja de ser menos relevante visualizar estás cuestiones que muchos pasan desapercibidas e instalan discursos que no contienen estos aspectos relevantes para acercarnos a la realidad.
Se quedarán fuera la mayoría que no han podido acceder a una educación de calidad mínimas, aquellos por ejemplo que no tienen una buena base de inglés y que por su condición socioeconómica no pueden acceder a cursos de mejor nivel (allí hay una respuesta para la gran proporción de quienes escogen y escogímos universidades de habla hispana para continuar sus cursos de post-grado u doctorado). Quienes no están en las estructuras de los partidos políticos y no cuentan entones con los avales necesarios para avanzar en las puntuaciones de adjudicación de las becas.
Ese segmento que suele ser la gran mayoría no puede acceder, y si lo hace, lo hará sin duda por otros medios que no son precisamente las becas a presidente de la República.
Después de todo, debemos decir que aquello a lo cual me refiero no deja de ser una hipótesis que atiende a un grado de conocimiento de cómo se estructura la clase política y social de nuestro país. El sistema actual beneficia a unos pocos, discriminando a los que tienen menos no sólo económicamente sino culturalmente a partir de elementos estructurantes de la vida social como es la educación. La mala educación disminuye las expectativas personales o en muchos casos simplemente las hecha por tierra cuando existen.
Para realizar un diagnostico más acabado deberemos entonces recurrir a la lista de todos los beneficiarios de las becas Presidente de la República y conocer si esto que propongo se cumple y en que porcentaje. Así podremos afirmar con veracidad y comprobar nuestra hipótesis. Aún así no basta las 300 becas si queremos afrontar el futuro, si queremos invertir y adelantarnos, este número es insuficiente en sí mismo y también proyectivamente, puesto que las cuantías siquiera alcanzan a cubrir las colegiaturas y algunos costos mínimos de manutención en los países de recepción.
Es decir que quienes tienen la opción económica de poder además de la beca tener otros recursos adicionales podrán finalmente decidirse a salir fuera, y claramente este es otro elemento más que discrimina y sustenta la desigualdad. A esto dedicaremos la segunda parte de este ensayo.
2 comentarios
Gonzalo Prieto -
miguel -
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Miguel Cardenas B