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Nuestras Conversaciones, el blog de Gonzalo Prieto

Chile y la cultura del happy hour

La revolución francesa sigue siendo un proceso interesante de estudiar y recordar para quienes sabemos que la historia nos permite comprender el presente y tal vez saber que ocurrirá en el futuro. Las revoluciones son procesos largos, aunque a primera vista parezcan cuestiones fortuitas y rápidas. 

En la época que da contexto a la revolución francesa hay un hecho que marca un hito en la explosión de la rabia de las masas contra la aristocracia. El suceso es la subida en el precio del pan. En una población muy empobrecida, para la que el principal – y en muchos casos único alimento – era el pan, su precio afectaba directamente a miles de franceses que no tenían para comer. Cuando el sistema, con todas sus falencias, toca algo tan elemental para una gran mayoría, que además sufre de otros tantos males, puede que sea imposible sostener alguna explicación y contener la rabia que todo esto produce.

La gran filosofa política Hannah Arendt nos habla en “los orígenes del totalitarismo” sobre la relación entre las clases intelectuales y las masas populares. Su relación estrecha es la condición necesaria para poner en marcha procesos revolucionarios y también totalitarios. ¿Por qué? Su relación propicia que las grandes masas adquieran el contenido necesario para darle sentido a la fuerza social, darle un propósito. Y las masas permiten a las y los intelectuales reproducir sus ideas y premiar el esfuerzo intelectual de quienes la producen.

Si tenemos en cuenta estas condiciones, comprender lo que hoy pasa en nuestro país podría ser esclarecedor. Al menos en lo que a mi opinión respecta, nuestro país vive en la cultura del Happy Hour. A pesar de tener rabia contenida, un proceso latente de disconformidad con las instituciones y el sector privado, aún no se cumple ninguna de las dos condiciones necesarias. No existe una situación económica que toque alguna fibra elemental de las personas con la cual gatillar un proceso en marcha. Tampoco hay una relación estrecha entre intelectuales y las grandes masas, por lo cual los estallidos sociales de los cuales hemos sido testigos aún no tienen la capacidad suficiente como para afirmar que estamos ante el inicio de la nueva revolución chilena. Todo lo contrario.

Por ahora, las y los chilenos pueden continuar endeudándose, usar las tarjetas de crédito para continuar saliendo a tomar el happy hour, aunque al mismo tiempo sientan que las empresas y el Estado les juegan cada día una mala pasada. Pero insisto, allí viene el banco con otra oferta, otra ampliación a la línea de crédito que va – por el momento – metiendo debajo de la alfombra los rencores de un país en completa desigualdad.

Los intelectuales en su mayoría son cooptados por un sistema universitario deficiente que provoca un círculo vicioso de clientelismo intelectual y crítico. Si dices esto o lo otro no te apruebo tal o cual proyecto. Esto pasa sobre todo en las ciencias sociales más carente de recursos frescos. Los intelectuales están atados –algunos porque así lo prefieren – a los juegos del mercado, otros simplemente quieren ser el trending topic y buscan más fama que penetrar en las clases populares para provocar un cambio de fondo.

Sin embargo, a pesar de no estar las condiciones necesarias aún para una explosión social mayor, hemos sido testigos de pequeñas erupciones que seguirán gestándose y aguardando el momento en que gatille todo. Muchos por ahora seguirán tomando su happy hour, contentos porque la maquinita aún les dice “aceptado”.

Aysén, Calama, Freirina, los estudiantes, los endeudados de las casas comerciales, todas estas son pequeñas erupciones de un volcán mayor. Las personas mantienen una rabia latente contra un sistema político que ya no les convence, en el cual ya no confían. Cuando el malestar pase a ocupar la esfera de lo económico, en mi opinión, estará completo el proceso y veremos como todo comienza a encadenarse de tal forma que ya no será un proceso relativamente aislado, sino un efecto sistémico.

¿Será que debemos predecir el futuro? En el sistema capitalista se viven los llamados ciclos económicos, el nuestro ya está dando pequeñas señales de deterioro, porque no puede abstraerse de un sistema económico mundial que se encuentra destruyendo a millones de personas, sus sueños y seguridad. ¿Tendremos que esperar el momento crítico para reaccionar? Posiblemente así sea. Tendremos que esperar al igual que la revolución francesa a que nos suban el pan y que por fin la clase intelectual rompa con la aristocracia cuestionando un sistema opresor y finalmente, tomar partido por las grandes masas populares que llevarán a nuestro país a una nueva revolución.

 

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