LA MOVILIZACIÓN SECUNDARIA, JÓVENES CIUDADAN@S
Las movilizaciones estudiantiles en la ciudad de Iquique dan cuenta de la insatisfacción de quienes “la sociedad adulta” ha querido catalogar tantas veces como los que “no están ni allí”.
Las y los jóvenes secundarios demuestran con un compromiso transparente y digno su disconformidad a un estilo ya estructural del Estado y el Gobierno de llevar a cabo políticas generadas desde fuera sin la participación real de quienes cumplen un rol fundamental en el sistema educativo y también quienes sin lugar a dudas reclaman su derecho de ser ciudadanos más allá de la acción del voto.
La llamada revolución de los pingüinos es una etapa de inflexión en un proceso que comenzaron los mismos gobiernos de la concertación a partir del año 1990. Puesto que a pesar de la pactada desarticulación de la sociedad civil en la transición a la democracia, el Presidente de la República de aquel entonces Patricio Alwyn firma un decreto con fuerza de ley, DFL Nº 524/90, el cual da legitimidad legal a los centros de alumnos en todos los establecimientos educacionales del País. Sin embargo esta legitimidad no se convertiría completamente en social hasta hoy.
Podemos revisar en la historia de los últimos 18 años como el movimiento estudiantil secundario no ha tenido mayor relevancia a la hora de incidir en la agenda pública del gobierno y de la ciudadanía en general, algunos capítulos rescatables podríamos encontrar en las federaciones secundarias de Santiago, pero ninguna de estas con tal poder de movilización y como repito, capacidad de incidir en un sistema más acostumbrado a reaccionar y planificar en el ámbito universitario. Podemos decir que el movimiento secundario en los 90 no estaba lo suficientemente maduro para lo que hoy podemos evidenciar en la viva consciencia de muchachos y muchachas de entre 14 y 18 años.
Debemos decir también que los gobiernos de la Concertación realizaron un esfuerzo sistemático en fortalecer las instituciones secundarias (Centros de Alumnos y Federaciones) a través de inversiones de dinero, políticas públicas focalizadas y encargados específicos para estás tareas en el caso de Iquique lo fue por ejemplo Francisco Miranda desde la Secretaría Regional Ministerial de Educación.
Muchos de esos dirigentes entre los que me incluyo no logramos lo que hoy existe, pero si bien lo que fue es parte de un proceso que hoy muestra resultados (pero que tampoco sabemos su desarrollo futuro). Intentamos muchas veces a través de la creación de federaciones, centros de alumnos hacer de que el conjunto de las y los estudiantes lograrán a través de la organización mejorar sus condiciones educacionales. Pero el mismo hecho de ser amparados por instituciones gubernamentales nos hacia ver los árboles pero no el bosque.
Hoy los y las estudiantes ven el bosque con claridad y ese bosque no es más que una crítica argumentada y contundente a un sistema educacional que profundiza la inequidad, que favorece el lucro de organizaciones privadas y que estratifica a los estudiantes por su condición socioeconómica.
Porque ellos aspiran al derecho de educarse en igualdad y correr desde la misma línea de meta que muchos de sus compañeros en establecimientos privados e incluso subvencionados. Que sin duda alguna hoy están en ventaja ante las oportunidades de futuro.
No nos queda más a todos quienes participamos de la sociedad chilena y que albergamos un compromiso con un país con más igualdad, equidad y bienestar social apoyar a un movimiento que nos enseña a luchar por lo que se quiere con energía y espíritu, sin más recompensa que la de sentir que se lucha por algo digno y que se sabe lo que se quiere.
Si bien desconocemos el futuro de este movimiento estudiantil, sabemos que el presente puede ser distinto, podemos apoyarlos y saber que estamos haciendo aportando a un proceso que no se había vivido desde la época e la dictadura militar o podemos perdernos en los cálculos e intereses pequeños.
Cada uno de estos jóvenes nos demuestra que ellos si están allí, que son ciudadanos y aunque no voten en cada una de sus historias de vida quedará la huella de pensar en un País mejor, con mayores oportunidades y que se materialice en uno de los pilares fundamentales de las sociedades modernas, una educación pública, de calidad, para todos y todas.
El llamado esta hecho veremos quienes tienen el valor de recoger el guante.
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