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Nuestras Conversaciones, el blog de Gonzalo Prieto

IMPUESTO A LOS COMBUSTIBLES: ¿Impuesto verde?

IMPUESTO A LOS COMBUSTIBLES: ¿Impuesto verde?

La reforma tributaria trae a colación diversas discusiones relacionadas con el cambio en las reglas del juego. La UDI ha señalado que estarán dispuestos a apoyar la iniciativa del ejecutivo (la cual se desconoce aún) siempre y cuando se elimine o rebaje el impuesto a los combustibles. Sin embargo algunas voces, entre ellas el ex – ministro de Hacienda Andrés Velasco, señalan que sería un error dicha cuestión por ser el impuesto a los combustibles un impuesto verde.

Creo preciso abordar la discusión y conversar sobre qué es un impuesto verde,para qué sirve y si realmente el impuesto a los combustibles chilenos actúa como tal o esto es sencillamente una discusión semántica que esconde otro tipo de convicciones económicas. 

Un impuesto verde es un instrumento económico que vía tributaria viene a compensar las externalidades negativas del mercado en un área específica. En éste caso, el uso de combustibles, sobre todo para el transporte público y privado en nuestro país tiene claramente externalidades negativas desde un punto de vista ambiental. La utilización supone contaminación entre otras cosas por la emisión de gases. Lo que se quiere explicar de manera práctica, es que el impuesto a los combustibles que tenemos Chile, sirve para compensar dicha externalidad pues a mayor cantidad  de consumo, el usuario (es decur nosotros y algunas empresas dedicadas al transporte) pagan más. Lo que parece ser, es que se aplica una regla internacional común: el que contamina, paga. 

Esto, desde mi punto de vista, es un engaño. Los impuestos verdes también tienen otras características, que significan que dicha recaudación se utiliza para la compensación de externalidades negativas a través de los presupuestos nacionales, regionales o locales, pudiendo así, hacer efectiva la mitigación del daño. En el caso chileno esto no es en modo alguno de esta manera, porque nuestra constitución prohíbe el uso de los impuestos que se recaudan para la afectación de cuestiones particulares  (con algunas excepciones como las fuerzas armadas) y por lo tanto, la plata va sencillamente al fondo común.

Sería muy fácil comprobar que lo que se recauda por concepto de impuestos a los combustibles no se utiliza en absoluto en la misma proporción para crear políticas públicas de mitigación ambiental. Nuestro transporte público en todo el país es por lo menos bastante malo, por lo cual si nos atenemos al argumento anterior, el impuesto a los combustible no cumple con las características de un impuesto verde.

Dicho lo anterior, el espíritu de un impuesto ambiental se hace cargo de tres cuestiones: la sostenibilidad ambiental, la sostenibilidad económica y la sostenibilidad social. El impuesto a los combustibles no cumple ninguna de esas tres variables. En primer lugar, porque no fue creado con ese fin; en segundo lugar, porque socialmente crea desigualdades, como el hecho de que las grandes empresas están exentas o se les devuelve dicho gasto. Por lo tanto como es usual en nuestro país, la mayoría, los ciudadanos, son los que pagan altos impuestos en esta materia.

Pero entonces, ¿se debe cobrar o no el impuesto a los combustibles? Políticamente parece muy impopular decir sí, se deben cobrar, pero es un engaño disfrazar el argumento diciendo que es por un tema ambiental, porque lo que realmente sucede es que cualquier impuesto tiene como fin principal recaudar, y es precisamente eso lo que se ha pretendido con su creación.

La reforma tributaria debe por supuesto contemplar la implementación en el sistema de impuestos verdes y otros instrumentos económicos para mitigar los daños ambientales producidos por personas y empresas. Ello requiere un cambio constitucional en la materia para hacer efectivo que los recursos recaudados vayan directamente al fin que se pretende perseguir. De lo contrario podríamos caer en situaciones complicadas de solapamiento o impuesto mal diseñados e implementados.

El sistema tributario debe resolver la situación de desigualdad en la que estamos y debe ser capaz de proteger nuestros recursos ambientales presentes y futuros.

Nuestra demanda de combustible irá creciendo en la misma proporción del crecimiento económico y debemos buscar fórmulas que equilibren las tres “S”. Sostenibilidad ambiental, social y económica. 


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