La decisión del Príncipe
A casi 500 años de cumplirse el aniversario Nicolás Maquiavelo, imagino qué consejo le daría al “Príncipe de Chile”. Es imposible saberlo, pero una reflexión temprana sobre la candidatura de Claudio Orrego, no queda fuera de lugar en el actual devenir político de nuestro país.
Yo no conozco a Claudio Orrego, sólo lo he visto en televisión y he escuchado de él. Eso me convierte en la gran mayoría de ciudadanos y ciudadanas del país que pudieran tener la misma información al respecto. El tema es que “el príncipe” se ha embarcado en la travesía más difícil, pero una de las más heroicas del Chile actual. Tener aspiraciones presidenciales, y competir contra a élite de la clase política de la centro-izquierda. Esto, a lo menos merece nuestro más profundo respeto, ya que aún hay gente con voluntad de atreverse en un panorama gobernado por la razón política, y no por la convicción política.
El ex – alcalde ha declarado firmemente querer representar a su partido e interpretar una visión de una parte de los chilenos, esperando encantar al resto en lo que queda hasta el 2014. Aún nos falta por conocer su opinión en muchas materias, pero lo que no le falta a este señor, es coraje a la hora de seguir sus ideas. De eso en nuestro país queda poco, muy poco. Y debemos cuidarlo y ojalá producirlo en cantidades industriales.
Vemos como en muchos otros países no existen problemas en proclamar a los candidatos mediantes procesos democráticos. Y para quienes se les haya olvidado, ese proceso es una elección, y no una declaración armada a hurtadillas.
Un país como Chile, que tiene aspiraciones de Estado desarrollado, no puede sino hacer honor a dicha etiqueta dirimiendo sus conflictos, acuerdos y candidatos de modo democrático. Lo contrario, es no comprender lo que nuestro país ha intentado decir durante este último periodo de la historia (y en otros). Nuestra sociedad cree en la democracia, pero en la democracia con transparencia, no procedimientos truchos y a cuatro paredes.
En el país aún impera el criterio de un pequeño grupo de personas, que una vez más, la arrogancia de querer decidir por el resto de las y los ciudadanos a través de la razón estadística, en vez de la legitimidad del voto popular, hace peligrar la opción de un gobierno como alternativa a la derecha. Parece no aprender las lecciones de la última elección presidencial, donde la ciudadanía castigo firmemente el compadrazgo, el cuoteo, la chica, la calculadora, el mal hacer en política.
Es por ello que quienes creemos firmemente en la democracia, debemos defenderla como método y como ideal.
La convicción y la coherencia son valoradas por la sociedad de tal forma, que es perjudicial para todas y todos los candidatos a la presidencia de la República, faltar a estas premisas, pues se corre el serio peligro de ser castigado.
Desconozco aún si Claudio Orrego es el mejor candidato para el 2014, al igual que no supe si lo era en su minuto Marcos Enriquez-Ominami. Pero quedó claro, que de no ser rigurosos con los procesos democráticos, y volver a fallarle a las aspiraciones ciudadanas. Estaremos arriesgando una vez la alternativa política para nuestro país.
En mi opinión, un proceso democrático y de elecciones primarias, es el mejor método para elegir a nuestro candidato o candidata presidencial. Es la forma en que la acción coherente, será la tarjeta de presentación más adecuada para pedirle al pueblo de Chile, que confié en nosotros para llevar al país por la senda de un desarrollo con bienestar social y cada día más igualitario para todos.
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