EN EL DÍA DEL MEDIO AMBIENTE DECIMOS FUERTE: NO A LAS TERMOELÉCTRICAS, SI A LAS ENERGÍAS RENOVABLES
Chile un país pequeño. Esta frase la he escuchado en vivo de parte de algunas autoridades connotadas de nuestro país, pues parece que constatar nuestro número de habitantes como una especie de debilidad ante los desafíos del mundo, una especie de justificación permanente para no atrevernos a nada, para agachar la cabeza ante los pasos necesarios para avanzar al desarrollo, no sólo sumando más dólares per capita sino comprendiendo ese mismo desarrollo como uno que busca la mejor distribución de los ingresos, el bienestar social para todos y todas, con garantías básicas que permitan a los ciudadanos desarrollar sus propios proyectos. Hacen de la frase un argumento inquebrantable.
No es menos cierto por lo tanto, que para desarrollar esos proyectos, para lograr el objetivo, que chilenas y chilenos vivan mejor, necesitemos un medio ambiente que permita que hoy y en el futuro convivamos con el entorno que nos rodea en forma limpia y sustentable.
La energía constituye en esta tarea una base fundamental y estratégica, en los próximos años la deficiencia energética chilena se ve cada vez más cerca, y si bien el gobierno a dado pasos para desviar las proyecciones, estos pasos son débiles cuando claramente nuestro país puede y debe hacer mucho más en este ámbito.
La ley 20.257/2008 sobre energía renovable no convencional, obligará a las empresas en un periodo entre el 2010 al 2024 inyectar en el sistema interconectado central un 10% de energía renovable no convencional. El 50% de ella deberá inyectarse entre el 2010 y el 2014, y a partir del 2015 esta irá aumentando año a año un 0,5% hasta completar en el 2024. Una buena noticia, pero algunos expertos consideran que chile podría hacer mucho más. Yo estoy convencido de que existen otras tantas alternativas limpias y sólo hace falta decisión y mirada de futuro.
Pero a pesar de la Ley y otros anuncios como el parque solar de en San Pedro de Atacama, Chile debe cargar con la vergüenza de continuar privilegiando energías sucias y contaminantes, energías que le hacen daño al planeta, daño a Chile tanto en su ecosistema como a su imagen ante el resto del país. Mala imagen que se suma a proyectos como Pascua Lama o Hidroaysen. Estas son las termoeléctricas a carbón, energía altamente contaminante y con un impacto ambiental y social de gran envergadura.
En Tarapacá la primera región de Chile, tiene según el SEIA cuatro proyectos de impacto ambiental para construir centrales termoeléctricas, de ellos uno ya ha sido aprobado, dos están en calificación y uno ha sido desistido. La autoridad parece hacer oídos sordos ante los reclamos de la ciudadanía organizada que teme por su ambiente natural, pescadores artesanales que ven amenazados tantos sus medios de subsistencia, como así también destacan nuevamente el abandono de zonas alejadas del desarrollo de las ciudades.
Tenemos una política energética asustada de su futuro inmediato, la deficiencia, la incapacidad de construir acuerdos internacionales y la inestabilidad de nuestros socios en América Latina para garantizar esos acuerdos pone a Chile en la urgencia de tener una plataforma energética a mediano plazo. Es precisamente esa urgencia la que se usa de argumento para dar paso a un doble discurso que además es peligroso, un discurso que por una parte apoya la generación de energías limpias, pero por otras a espaldas de la ciudadanía da vía libre a la construcción de termoeléctricas que contaminan de manera nefasta.
No basta con tener un discurso ejemplar y hacer anuncios pomposos, las acciones deben ser ahora para garantizar a mediano y largo plazo un sistema energético sustentable. Esto se puede hacer sin lugar a dudas, las posibilidades están sobre la mesa, los grupos ecologistas llevan años proponiendo soluciones y estrategias en este sentido, pero hemos hecho oídos sordos. Tenemos tiempo para escuchar y hacer las cosas diferentes.
Uno de los pasos necesarios es la subvención de las energía limpias, que incentiven las inversión, pues el costo del futuro con las energías convencionales sin duda será más caro cuando tengamos que lamentar la destrucción irrecuperable de nuestros recursos naturales.
Debemos decir no a las termoeléctricas y si a las energías renovables no convencionales, debemos alzar la voz y detener los proyectos que amenazan nuestro medio ambiente y nuestras vidas.
0 comentarios