El Punto de Inflexión.
Partidos Políticos de la Concertación para: ¿El Gobierno o la Oposición?
El momento más difícil de la Concertación de Partidos por la Democracia de Chile se encuentra en un punto de inflexión. Sus partidos están divididos ideóligca y generacionalmente, lo que contradice su acción política. Por un lado el pensamiento que hoy se debate en el país desde la DC hasta el PPD, nos hablan de la necesidad de una gran reforma estructural, que le de un giro a Chile más allá del Bicentenario y por tanto el sello del desarrollo. Por otro lado existe una clase política anclada al poder y que no esta dispuesta a dejar el gobierno, esa premisa le hace cometer errores y contradice incluso el corazón de las acciones individuales y colectivas del conglomerado.
Dependiendo de que rumbo tome en los próximos dos años la Concertación, el país también tomará un rumbo diferente. Para ello debemos conocer quienes piensan en la coalición de los últimos 18 años como un gobierno, un cuarto gobierno, frente aquellos que piensan en sus partidos como oposición y dar el cambio profundo a la clase política chilena. Este punto de inflexión es necesario, una reflexión para lo que ocurre hoy y pasará mañana.
La Clase Política y el recambio generacional.
Más allá de las distinciones de color o posición más al centro o más a la izquierda, claramente podemos visualizar dentro de la concertación una pugna generacional y que también es ideológica. En lo primero constatamos una clase política que se ha anclado al poder del gobierno, su eje de acción esta en el Estado y parece no haber ninguna intención de dejarlo. La organización instalada para hacer del poder la llave de la Moneda y por tanto una red gigante de favores políticos y malas praxis, han dado a parar en los casos de corrupción, problemas de gestión que dan muestra del desgaste del gobierno, los partidos y esa clase política que no quiere dejar el poder por sentirse con el derecho de haberlo ganado y de alguna forma es cierto, pero la pregunta que nos cabe aquí es ¿hasta cuándo? y ¿a qué precio?
Ojo, la derecha no queda exenta del mismo diagnóstico, lo que pasa es que ellos no están en el escenario de ser cuestionados por su forma de hacer oposición, eso es tema para otra discusión.
Un sistema gubernamental y parlamentario, como diría para el caso de las regiones un buen amigo: “Este es el sistema del gobernador de la isla” donde las regiones son cedidas a los parlamentarios y en acuerdo con el poder central, reparten el poder a conveniencia de sus reelecciones y por tanto la gestión del gobierno queda a merced de los objetivos electorales del parlamentario, alcalde o el máximo líder de la región, pero en ningún caso el darle un mejor bienestar a las y los ciudadanos.
Durante estos 18 años los partidos de la concertación han ido regenerándose naturalmente, se han ido unos, y han venido otros nuevos. Una parte de ellos jóvenes funcionarios (funcionales) para la maquina del líder del partido o del lote partidario. Puestos estratégicamente para dar movimiento al engranaje del poder, pero su peligro esta dado en que estos se han convertido en burócratas sin ningún compromiso más que el de su sueldo y dispuestos a todo con tal de “conservar la pega” no tienen ningún compromiso político con aquello que hacen y por tanto manifiestan el desgaste que hoy día vemos a flor de piel.
El mismo sistema instalado por la clase política que mueve los hilos y hace pactos irreconocibles ve como su ejército desencantado y sin compromiso comete errores una y otra vez, que hacen desesperar la acción política del gobierno y mellar las buenas intenciones que existen en la construcción de las políticas públicas.
En este mismo espacio se encuentra una nueva generación política comprometida, llena de ilusión, ideas y fuerzas para brindar en los próximos años a Chile un modelo diferente, otro Chile posible que albergue el bienestar y destierre el miedo que el actual sistema mantiene. Esa generación a la que pertenece Michelle Bachelet, pero amordazada por la clase política obsesionada con el poder y con un ejercito de burócratas mediocres dedicados a pasar la tarjeta a las cinco de la tarde. El discurso de la Presidenta en la última Asamblea de Naciones Unidas es prueba de las ideas de una generación diferente, su gobierno prueba de lo que les planteo, hay una contradicción entre lo que se dice y lo que se hace.
Pero la generación comprometida, la nueva generación piensa a largo plazo, piensa incluso en el sacrificio electoral y político. Cree que es bueno perder las próximas presidenciales si ello permite dar un recambio a la clase política actual. Cierto es, que este discurso esta en los pasillos, no en la prensa y menos aún en los discursos públicos. Decir esto muy fuerte es causa de sentencia, destierro y aislamiento, no hay necesidad de dar ejemplos.
Si observamos los documentos dentro de los partidos, las declaraciones en los consejos, encuentros de dirigentes, no es difícil ver lo que planteo en estas líneas. Muchos de los desencantados, de los díscolos, no son más (no todos por supuesto) que hombres y mujeres esperando su momento.
Los caminos posibles, gobierno u oposición.
Seguir, continuar en el gobierno, sin duda es una tarea, un desafío que consolida a una coalición con capacidad para gobernar y avanzar en la inclusión social y la equidad. Sin embargo el modelo económico y social imperante en este mundo globalizado y globalizante parece no dar grandes saltos, todo lo contrario, mantener un sistema político bipartidista, dos grandes coaliciones que hacen avanzar “lento, pero seguro” un país que desea avanzar pronto porque los que menos tienen no pueden seguir esperando.
Un cuarto gobierno de la Concertación es la consolidación de una clase política exitosa en el desempeño de la conquista y mantención del poder, pero que puede adolecer de una estrepitosa derrota y fragmentación irrecuperable, con una sociedad civil aún más desencantada y peor aún, fuera del marco institucional para participar de los procesos políticos. No olvidemos que hay 2 millones de ciudadanos no inscritos en los registros electorales y ese número aumenta. No existe motivación y un cuarto gobierno parece solamente asegurar una década de gobiernos de derecha, con una oposición fragmentada, dispersa, frustrada incapaz de articular una alternativa que vuelva a entusiasmar como el 5 de octubre.
El segundo camino parece más interesante, peligroso políticamente por el sólo hecho de decirlo, pero necesario para dar estatura de Estado al pensamiento político de Chile.
Un gobierno de Sebastián Piñera no cambiará en nada la estructura de Chile, todo lo contrario, seguirá fortaleciendo el sistema actual e incluso derechizará aún más sus políticas. Una oportunidad para una oposición progresista, con fuerza y decidida a los cambios del país. Volverá a entrar el verdadero aire fresco, una generación verdaderamente política y no funcionarial, una posibilidad real de contar con esa clase política que encanta y motiva a las y los ciudadanos a comprometerse con un Chile más justo.
Una oposición convencida, comprometida a debatir y actuar por los temas que Chile tiene pendientes, la redistribución de los ingresos, el bienestar, el matrimonio homosexual, el aborto, la eutanasia, la sindicalización, la gratuidad universal de la cobertura en salud, la descentralización política y económica de las regiones, entre otros tantos temas que darán una fuerza multiplicadora en toda la ciudadanía.
Las conclusiones sobre cual será el camino son diversas, la discusión esta abierta y todavía quedan muchas jugadas por mover. Pero quienes leen este artículo y reflexionan sobre el quehacer de la política, deben tomar su propia posición y creer en el proyecto que sienten de verdad para Chile. Siempre podemos quedarnos mirando, otros preferimos ir construyendo.
Fuente de la imagen: http://www.miguelurbano.com/images/Punto_de_Inflexion.jpg
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