¿POR QUÉ NO A LAS TERMOELÉCTRICAS?
Argumentos y propuestas para la energía en el Norte Grande de Chile
Por: Gonzalo Prieto Navarrete**
La energía es un área estratégica en cualquier país. Lo es tanto como la educación, la salud o el buen manejo económico. Por lo cual se requiere de una política de Estado en materia energética fraguado en un debate serio, técnico, económico, social y político respecto de cuales son las mejores alternativas para actuar en el presente y planificar el futuro.
El mundo atraviesa por dos procesos importantes para tener en cuenta el tema energético. En primer lugar tenemos el indiscutible cambio climático, fenómeno que no sólo tiene consecuencias en materia ambiental, sino también humanas y socioeconómicas. Hablamos de aumento de los precios de los alimentos, debido a sequías e inundaciones, migraciones, encarecimiento de productos y servicios tan importantes como el transporte. El segundo elemento de análisis, corresponde al aumento de los precios del petróleo que ha hecho que los países desarrollados, preferentemente la UE opten por modelos alternativos básicamente por su dependencia del crudo y el gas. Cabe pensar que muchas de las buenas intenciones en materia de energías renovables son producto más que de la buena voluntad ecológica, de una maniobra geo-estratégica en el tablero del poder global.
Chile enfrenta un escenario complejo en está situación, en primer lugar porque su economía abierta y globalizada le obliga tener que considerar todos los aspectos fuera de nuestras fronteras. El crecimiento económico basado en la exportación de materias primas, preferentemente el cobre, hace que nuestra economía sea casi mono-exportadora, cuestión criticada frecuentemente por varios economistas y políticos. Sin embargo los gobiernos no se han atrevido a enfrentar el desafío del desarrollo con otra mirada que no sea el mercado, y los cambios que se necesitan para dar un giro de 180º se ven obstaculizados por los intereses de las grandes empresas y de una clase política que se encuentra o coludida o es francamente cobarde a la hora de avanzar en el camino correcto.
Con un centralismo agudo que tiene al país con niveles de desigualdad vergonzosos para un país que ha entrado al club de los ricos (OCDE), no permite que los territorios decidan por sí mismos las estrategías necesarias para su desarrollo y tampoco cuenten con los medios económicos para llevarlos a cabo en caso de tener dichas ideas.
Un sistema que se encuentra ahogando al país, concentrando en la región metropolitana en los próximos años alrededor de 8 millones de ciudadanos, muchos de ellos buscando esas oportunidades negadas en sus ciudades de origen y que por lo que se sabe en materia de economía y urbanismo es de dudosa certeza que encuentren lo que buscan.
¿Y qué tiene que ver esto con las termoeléctricas? Mucho. Pues nuestro modelo de desarrollo basado en el crecimiento económico con retoques sociales para mantener la tranquilidad social, se encuentra en franco deterioro, pues no logra mejorar ni los niveles de igualdad social y se encuentra generando además un daño al medio ambiente de presente y futuro.
Es sabido que el sistema eléctrico chileno opera con cuatro sub-sistemas, uno de ellos es el sistema interconectado del norte grande, el cual abastece de energía a las regiones XV, I y II. Su generación es eminentemente termoeléctrica con un 99,64% y sólo un 0,36% de centrales hidroeléctricas1. Las termoeléctricas son elegidas, como ya lo sabemos, por su baja inversión de partida, su rápida construcción y su rentabilidad, todos criterios económicos para un objetivo claramente social y de desarrollo.
Pero las termoeléctricas generan también grande niveles de contaminación principalmente por la emisión de CO2 y los vertidos de agua caliente sobre el mar, dañando seriamente todo ecosistema local, como así también la flora y fauna marina. Su impacto ecológico es dañino y no supone en absoluto, al menos directamente, beneficios para el desarrollo de los territorios, sus habitantes y biodiversidad.
Por otra parte, siguiendo los mismos datos de la Comisión Nacional de Energía, existen dos tipos de clientes en el mercado eléctrico: los clientes libres o no regulados y los clientes regulados (que son los ciudadanos). La demanda energética de los clientes libres supone el 61% 2 por lo tanto las necesidades energéticas son principalmente de las empresas, las grandes empresas que necesitan de energía barata para poder competir en los mercados nacionales e internacionales. De ello dependen miles de puestos de trabajo, supuestamente. Éste puede ser el mayor argumento de quienes optan por energías baratas y sucias como las termoeléctricas, lo que nos debe llamar a pensar que el uso de la energía a carbón (o de diesel y gas combinado) es síntoma y no la causa de la enfermedad. Las causas se encuentran en nuestro modelo de crecimiento y desarrollo que nos obliga a optar siempre con el criterio de costo-beneficio económico, sin pensar en los daños en el futuro.
Pero si pensamos como ellos, deberíamos pensar también que existen otros criterios, más allá de los ambientales para pensar que la dependencia de una matriz termoeléctrica en el sector productivo del norte grande de Chile (el mayor productor de cobre del país y el mundo) es perjudicial a mediano y largo plazo. Esto se encuentra en las materias primas que deben utilizarse para la producción de energía termoeléctrica. Según el Centro de Despacho Económico de Carga del SING el Gas representa el 53% de la capacidad instalada del sistema. Como bien sabemos el Gas debe ser importando, con altos costos para el país producto de las relaciones internacionales que tiene nuestro país con productores como Argentina o Bolivia. Lo que convierte a Chile, a pesar de utilizar una herramienta más barata como la Termoeléctrica, en dependiente de la compra y los precios del gas. Finalmente la demanda máxima bruta es (entre los años 2001 – 2010) menor a la generación máxima bruta3, lo que nos hace pensar qué no existe ninguna urgencia por dotar al Norte Grande de Chile de más centrales termoeléctricas y es perfectamente posible optar por diversificar la matriz con una estrategia de mediano y largo plazo que vaya remplazando la actual matriz por energías limpias.
Alternativas para el Norte Grande de Chile.
El gobierno de Chile ha realizado diversos estudios de modelación para determinar las opciones de energías renovables no convencionales en el país. Ellas incluyen energía solar, eólica, geotérmica y maremotriz. En caso de la primera y segunda, el Norte Grande de Chile tiene condiciones de excelente calidad para brindar una opción de recambio en el sistema actual. Los estudios sin embargo, advierten de que no existen aún las suficientes ventajas económicas para que dichas inversiones sean rentables. Es necesario avanzar por lo tanto en las causas y no sólo luchar contra las consecuencias, puesto que nuestra lucha será fútil de no ser capaces de ofrecer alternativas viables para el norte del país y el país en general. Se requiere de estudios (por lo tanto dinero) para conocer y fundar las propuestas, políticas de atracción de inversiones en materia de ERNC y por sobre todo conocer la viabilidad técnica que impliría instalar granjas fotovoltaicas y campos eólicos.
El país puede contar, al igual como lo hizo con la CORFO, con una Corporación de Fomento de las Energías Limpias que colabore en estudiar, buscar y por qué no, financiar proyectos de generación de energía limpia.
Actualmente CORFO ofrece varias subvenciones para proyectos de pre-inversión, pero estas no son suficientes con un sistema de precios que favorece las energías sucias, al menos en el norte. Por lo cual es necesario realizar profundos cambios a nivel legislativo, para continuar avanzando.
No quiero dejar de mencionar la ley 20.257 que permite que a partir del 2010 que el 10% de la energía retirada debe ser generada por ERNC. Dicha ley es una avance sustantivo pero insuficiente como ya lo ha recalcado Chile Sustentable.
Decir NO A LAS TERMOELÉCTRICAS es decir no a un modelo de desarrollo basado en las ganancias de un pocos para la desigualdad social, económica y política de unos muchos. Tenemos territorios que deben cargar con las externalidades ambientales que significan tener generación de energía contaminante y que además no dejan más allá del empleo ningún rédito de desarrollo para las ciudades que afecta.
La energía producida por las Termoeléctricas no es sustentable, tanto desde el punto de vista ambiental como del económico debido a la necesidad de tener que importar tanto el carbón como el gas y elevar los costes de mediano plazo. No podemos predecir el futuro de los precios, pues estos son variables dependiendo de los contextos internacionales. Por lo cual el sólo hecho de que sean más baratas hoy no implica que en el futuro se conviertan en energías sucias y caras.
Es perfectamente posible abrir un debate sobre energías limpias que colabore a diversificar nuestra matriz energética, haciendo un esfuerzo económico por el bien del país. Con energías limpias que no requieren más que el sol o el viento, que generan una nueva economía y que es coherente con una idea de desarrollo sustentable.
Se hace urgente estudiar y debatir sobre una Estrategia Energética Nacional donde participen todos los actores y definamos juntos, no sólo las empresas, el futuro de Chile.
**Sociólogo. Master en Medio Ambiente
Universidad Complutense de Madrid
1Datos de CNE http://www.cne.cl
2Datos del CNE para el año 2007 http://www.cne.cl
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