¿Qué hay debajo del Leviatán?: Ciudadanos
En un mundo como el nuestro, convulsionado, siempre convulsionado, somos prisioneros de la ficción, de haber creado un mundo imaginario donde fuerzas extrañas y sin rostro dominan a quienes hasta hace poco tiempo eran las estructuras ordenadoras de la sociedad en que vivimos. Pero eso ya no existe, va en franca decadencia, y por sobre todo un problema que afecta a todos los países por muy aislados y diferentes que estos sean.
La globalización o mejor dicho la internacionalización de los mercados ha sometido a la política y por ende al Estado como hasta hace poco lo conocíamos. Todo se ha vuelto líquido como dice Bauman. Y peor aún los diferentes estamentos de la sociedad se han vuelto sordos, anclados todos en sus procedimientos, en su historia, escondidos en su propia parcela intentando salvarse de algo que debemos enfrentar todos juntos.
No es una cuestión de ideologías o sí, es que nuestras sociedades son dominadas por algo que no podemos ver, no podemos combatir con las armas. No son terroristas y tampoco los Estados totalitarios. ¿Pero quién se atreve a hacerle frente?, ¿Quienes son capaces de despertar?. Nuestra falta de cooperación es indiscutible, aún en los peores momentos la política se ha puesto a proteger una vez más a los mercados y los sistemas financieros, a los que se les ha entregado una fe ciega, tal vez más ciega que aquellos que da crédito a la religión. Romper el paradigma de que podemos construir una sociedad distinta es una tarea compleja, pero no imposible.
Poco a poco las y los ciudadanos, como históricamente lo han hecho, se ha levantado para decirle a sus líderes que marchan por el camino equivocado. Porque es necesario realizar un regulación profunda a los mercados, y comprender que no todo debe ser un producto, que tenemos temas que no se resuelven con el compra y vende.
La sociedad, como ya lo han dicho muchísimas personas, enfrente un problema dual, debe hacerse cargo de los problemas locales de cada sociedad, atendiendo a las necesidades de sus ciudadanos, asegurando un lugar con libertad y justicia. Al mismo tiempo los problemas globales son evidentes, y necesitamos de acuerdos, instituciones y políticas capaces de abordar temas como el agua, los alimentos, la energía, el cambio climático, los desplazados, las guerras, los derechos humanos. Todo ello requiere un nuevo Estado, una nueva forma de organizar nuestra sociedad en un marco que valore la cooperación, la justicia, la libertad y la sustentabilidad de nuestros modelos de desarrollo.
El Estado debe volver a la política y la política que no es más que la discusión de los temas públicos, debe retomar su lugar en nuestras sociedades recuperando para las personas nuestro sentido último, la felicidad.
Porque debajo de ese aparentemente frío Leviatán se encuentran ciudadanos y ciudadanas dispuestos a acompañar esa transformación y estoy seguro que seremos nosotros quienes provocaremos el cambio.
0 comentarios