Jóvenes viejos y viejos jóvenes.
Pienso, leo, escucho, converso de política constantemente. Desde mis 15 años esto (la política) se convertido en una pasión como la que sienten otro muchos por tantas otras cosas. Como muchos otros he gozado de las vicisitudes que esta conlleva en el entusiasmo fervoroso y en la pena de tantas cosas que a uno le toca vivir.
Sin embargo en esta etapa de mi vida en la que vivo lejos de mi país, de mi todo y entre ello la política he estado aprendiendo a valorar enormemente a quienes han construido mi país de una forma tan comprometida y en muchos casos o en la gran mayoría silenciosa para la gran parte de quienes formamos la ciudadanía.
En más de alguna oportunidad en mi proceso de aprendizaje político he podido escuchar a gente que me ha impresionado mucho y también de la cual he aprendido tanto para hacer las cosas bien, como para no hacer otras cosas. Te das cuenta de que mucha gente pone todo su empeño y energía para un fin mayor. Donde la visión que les guía los pasos van más allá de la mera contingencia.
Hoy leo con mucha paciencia las declaraciones por la muerte de Don Edgardo Boeninger y estoy cierto de que quienes le reconocen lo hacen con la más absoluta verdad y un profundo sentimiento de perdida. Yo no tuve ni tendré la posibilidad de conocerle, sólo a través de sus memorias. A pesar de ello creo que es importante reconocerle y aprender de él, de sus aciertos y errores. Pues en la política como en otras actividades humanas el reconocimiento es importante para no olvidar y aprender.
Muchos hablan de cambiar "la forma de hacer política". Tal vez lo que importe sea simplemente sincerarla, reconocerla humana y perfectible. Escucharnos y ser capaces de como muchos hombres estar a la altura de una visión más grande e importante, pues se lo debemos a quienes como el Sr. Boeninger hoy nos dejan y ha tantos otros que desde diferentes miradas han contribuido a que nuestro país crezca. Y al menos a mí, me hacen ver la política como una acción humana y noble en sus propósitos.
Siempre es más fácil criticar desde la vereda de enfrente, pedirle a los viejos que se vayan que aquí llegamos los que sabemos. Sin duda en Chile debemos impulsar un recambio generacional, pero no es una cuestión de años más y de años menos. Debemos escuchar a quienes la experiencia le ha dotado de consejos y nosotros aprender a discernir sobre ellos. Ya que la tarea final debe ser también una gran visión para el presente y para el futuro, para todas y todos quienes ponen su confianza en las manos de hombres y mujeres que como cualquier otro se entregan a la pasión de sus vidas.
Nuestro país necesita una nueva generación, pero que esa generación piense con sentido de país y aprenda de quienes lo han tenido. Eso nos hará reencantar a muchos porque aunque pasen los años seremos como decía Salvador Allende viejos jóvenes y no jóvenes viejos.
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