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Nuestras Conversaciones, el blog de Gonzalo Prieto

LA TREGUA

LA TREGUA

 

Los estudiantes chilenos han dado el paso más importante de un movimiento social en el país. Su contexto hace que lo que se ha logrado hasta ahora sea único y responde también a los cambios de la sociedad en la que estamos viviendo. Una generación nacida en democracia y socializada en ella, ve con mirada crítica que el país que se ha construido no responde a las expectativas, a unas expectativas globales producto de la era de la información como ha dicho Castells.

 

El movimiento estudiantil comandado por la Confech y particularmente liderado por la dirigente Camila Vallejo, constata una cuestión histórica en nuestro país y en los movimientos sociales. Son las élites intelectuales las que organizan el discurso crítico y reciben el apoyo de las masas, es desde el centro del poder (U. de Chile) que se lidera un movimiento que refleja muy bien el diagnóstico chileno de país desigual y segregado, el centro versus sus regiones.

 

Se ha logrado que la educación este hoy en el centro de la discusión nacional, la primera prioridad toda la clase política, empresarial y la sociedad en su conjunto. Pero se corre un riesgo latente de perder credibilidad si no sé calculan los costos del descontrol de los grupos violentos que van minando poco a poco la causa estudiantil.

 

Es necesario mantener la presión social porque la clase política y el gobierno sólo ponen atención ante ello. Sin embargo es necesario bajar al terreno del debate político sobre la educación aprovechando precisamente esa base social activa. Por la forma que se organizan tradicionalmente los estudiantes, es de prever que pueden perder el control del movimiento si algún grupo radical se separa. Se deben llegar a acuerdos antes de que eso ocurra y no desaprovechar el momento óptimo. Ello no significa dejar de lado las convicciones sino que se debe actuar con más sentido político.

 

El movimiento estudiantil es reflejo de la sociedad en que vive, ha criticado a la clase política y sus instituciones, tan desgastada a ojos de toda la ciudadanía, pero al mismo tiempo han mostrado total rigidez ante la aparición de cualquier grupo de estudiantes que quiera ser parte de las demandas, y han sido tratados como “grupos no representativos de los estudiantes”. Eso demuestra el reflejo al que me refiero.

 

La debilidad que han aprovechado los estudiantes ha sido que el Estado olvido como reaccionar ante movimientos sociales fuertes, se acostumbró la clase política a desactivar dichos movimientos por debajo de la mesa a través de operadores políticos internos. Pero no se puede creer que eso durará para siempre, las personas e instituciones aprenden y buscarán salidas que pueden terminar siendo perjudiciales para los objetivos que se pretende, que son en definitiva lo más importante a resguardar.

 

Creo que es el momento de una tregua estratégica para consolidar un avance sustantivo en la educación chilena, de lo contrario la legitimidad ganada hasta ahora se puede ir perdiendo.  

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