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Nuestras Conversaciones, el blog de Gonzalo Prieto

HACIA DÓNDE CONSTRUIR UN RELATO PARA LA CENTRO IZQUIERDA CHILENA

Cuando una sociedad muestra síntomas de agotamiento y su cohesión social se ve minada por la falta de liderazgo, conducción, espacios y oportunidades, la reconstrucción de una paz social y acuerdos que permitan a las sociedades avanzar son difíciles de alcanzar. Sin embargo los momentos de inflexión son provechosos para el análisis y la puesta en marcha de ideas que permitan reorientar el rumbo. No es fácil en absoluto, pero de la tormenta debemos ser capaces de ver el sol y es una responsabilidad de todos buscarlo, crearlo.

 

La centro-izquierda chilena tuvo que enfrentar muchos problemas a lo largo de sus 20 años de Concertación, algunos – los primeros – tenían que ver más con el contexto histórico que se presentaba, recobrar una democracia perdida, sanar muchas heridas. Luego vino el momento de la alegría, pero ésta nunca llegó, sólo se administro un modelo que es claramente incapaz de entregar bienestar social a las chilenas y chilenos. Nos compramos las recetas y las palmadas en la espalda de los organismos internacionales y el país no supo avanzar de verdad al desarrollo con “igualdad”.

 

Hoy tenemos un país desigual, segregado social y territorialmente, lleno de miedos. Miedo a la educación, a la salud, al desempleo. La protección social con la que se ha avanzado es insuficiente y no se han modificado las cuestiones de fondo. Pero ahora, nos vemos enfrentados como sociedad a una cuestión de gran importancia, el descrédito de nuestro sistema político y quienes lo componen.

 

Se creyó que la forma de hacer política era disfrazarla de no-política. El auto engaño de nombrar caras nuevas pero sin experiencia política produjo en el gobierno de Bachelet la necesidad de generar un cambio, un segundo tiempo haciendo volver a los políticos.

 

Entonces no es una cuestión de programa, sólo de programa, el programa ya se ha resuelto porque se conocen perfectamente cuales son los problemas estructurales del país y cómo hacerles frente, los partidos de centro-izquierda podrán tener discrepancias de carácter técnico, pero en lo político el programa me parece una cuestión ya resuelta. Es la desconfianza generalizada hacia las y los políticos de “siempre” lo que mina la opción de una nueva etapa.

 

Aquí la concertación ha tenido un grave problema producto de lo que podríamos decir, es una tranca del pasado. Su capacidad de renovar los liderazgos ha sido nula, se ha privilegiado tener un rebaño entorno a parlamentarios y ministros. Ante la demanda de generar liderazgos la respuesta es simple: “el poder se gana, no se regala”. Se generan nuevos rostros ficticios, algunos los llamados líderes ciudadanos fracasaron cuando estos al no pertenecer a la cultura de los partidos terminaron desilusionados y marchándose. Y luego el fenómeno Ministro + encuestas + candidato, el cual funciona hasta el día de hoy. En algunos casos al azar y otros premeditado se elige a dedo quienes serán los nuevos dirigentes. La sociedad se harto de más de lo mismo.

 

Es cierto que muchos de las y los jóvenes de la centro-izquierda se acostumbraron al modelo, con contadas excepciones ninguno ha tenido la valentía de tomarse el poder, a muchos de ellos les han sencillamente eliminado del sistema. Ahora si en teoría conocemos el programa que debemos llevar a cabo, pero los viejos políticos perdieron credibilidad y confianza ciudadana, lo lógico es construir un nuevo relato político de la centro-izquierda ¿cómo hacemos tal cosa?, y a ¿quiénes debe ir dirigido el relato?

 

 

 

 

En mi opinión el relato debe ofrecer una alternativa política, que emerge desde la misma centro-izquierda, de sus convicciones y la coherencia de llevarlas a cabo. Se es parte de la historia, pero no completamente responsable de todas sus decisiones.

 

Es la centro-izquierda la que debe trabajar por un país más igualitario, más limpio, más seguro, menos corrupto, donde se persiga la construcción de una ciudadanía más humana y solidaria, menos individualista. Y que esa tarea la pueden llevar a cabo gente con la pasión necesaria, con la capacidad intelectual y política que requieren dichas tareas.

 

Es por ello que el relato debe ser construido y dirigido tanto a la gran mayoría de las y los ciudadanos, pero también en particular a esos miles de militantes en todo el país que han sido de centro-izquierda, de la concertación, que son parte de una historia común, de un esfuerzo político pero que no se encuentran en el poder. A esos miles de personas que votaron y que están dispuestos a participar de una alternativa, de un proyecto capaz de recuperar la confianza ciudadana y de llevar a Chile por el camino del desarrollo humano.

 

Esa segunda, tercera o cuarta fila, hasta la última que aunque desconfiados no han perdido la esperanza de construir un país digno y orgulloso.

 

El nuevo relato no debe esconder la política, menos aún debe disfrazarla, sino todo lo contrario, debe ser capaz de explicarla mejor, de contarle a los ciudadanos e invitarlos a ser parte de ella. Tenemos mucho que mejorar de nuestro sistema político, pero todo comienza por la capacidad de decir al otro, de seducir con nuestras ideas, y convocar con nuestra acción.

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