DESARROLLO Y ENERGÍA EN CHILE Un debate para tod@s
Si por un momento pensáramos hipotéticamente que existe un botón, capaz de apagar en un segundo toda la generación energética del país (es decir, que nos cortara la luz) seríamos capaces de dimensionar las consecuencias humanas y socioeconómicas que derivan de la falta de energía.
Nuestro mundo actual requiere ingentes cantidades de energía para sobrevivir, energía en el más amplio sentido del término, y sin ella retrocederíamos años, si no siglos.
Es entonces que constatamos una relación más inteligible: desarrollo y energía van de la mano, pues para seguir en la senda del desarrollo necesitaremos energía que lo permita.
¿Qué tipo de desarrollo es el que queremos? Esa discusión, que parece no darse en Chile, tampoco quiere ponerse en debate, ya que nos hemos entregado como corderos al matadero con un modelo socio-económico que privilegia a unos pocos por sobre la mayoría. Un modelo que ha construido un marco de valores que permite el despliegue de las ideas de un crecimiento económico y el desarrollo del chorreo, nublando cualquier tipo de alternativa, como un modelo que privilegie el buen vivir y el desarrollo sustentable.
Con una democracia enferma y un modelo económico que privilegia al más fuerte, debatir sobre nuestro modelo energético parece imposible. Hemos entregado el debate a los técnicos, “a los que saben de estas cosas”, pues para la ciudadanía, esto de la energía es algo que no se entiende y mejor que así sea, pues de este modo no molestan.
Es aquí donde trasladamos el debate sobre la energía y el desarrollo al terreno de la política (al terreno que le es propio), porque nos estamos jugando el devenir de todo un país y con ello debemos preguntarnos hacia dónde vamos y cómo queremos llegar hasta allí. Si continuamos como vamos, estaremos incubando una crisis social profunda que estallará tarde o temprano, pues los sectores excluidos son cada día más y están relegados a la “inclusión” de comprar y usar más tarjetas de plástico.
Preguntarnos qué tipo de desarrollo queremos implica presentarle a la ciudadanía las opciones posibles, y eso no es más que la política en sí misma. Posteriormente es necesario consultar de manera democrática ¿qué es lo que preferimos? ¿Q queremos que el norte grande de Chile, siga teniendo un 99,06% de energía generada por termoeléctricas que dañan nuestro medio ambiente y nos roban día a día el agua? ¿Queremos un sistema que privilegia la concentración económica por sobre el bienestar de la ciudadanía?
La política energética requiere de un pacto social y político que determine hacia dónde vamos. Ello pone de manifiesto la revisión de todo el sistema y de la opinión de todos los actores, con una visión de país que privilegie el desarrollo sustentable económico, social y medioambiental.
Debemos avanzar hacia un modelo más diversificado y limpio. Algunos plantean que la posibilidad de aumentar las energías renovables no convencionales es una tarea infructuosa por el alto costo que implica, pero debemos tomar decisiones como país respecto de dónde invertiremos nuestro dinero. Este es un tema tan importante como la salud o la educación y debe ser atendido con el mismo sentido de Estado, implicando los esfuerzos necesarios para generar el cambio.
Las ideas son muchas; es posible aumentar la cuota de energías limpias, junto con mejorar la eficiencia energética y optar por modelos de generación, transmisión y distribución en red, y de autosustentabilidad en muchos casos perfectamente posibles. Pensemos en poblaciones pequeñas o incluso polos industriales que sean capaces de generar su propia energía.
Hay muchos temas que poner en la mesa, pero requerimos de la voluntad política de poner manos a la obra en algo clave para el futuro de las y los chilenos. Chilenos que hasta ahora han visto el tema de la energía como algo que parece que no les incumbe y quedan en las manos de unos pocos lobbies del sector energético y los gobiernos, que influyen y presionan por mejores condiciones para una alta rentabilidad pero con escaso beneficio social y ambiental.
Las personas no sólo reclamarán por la cuenta de la luz a fin de mes -que ya es bastante alta- sino que exigirá que muchas cosas no se repitan. La gente aprende más rápido de lo que las políticas públicas cambian; debemos hacer el esfuerzo de realizar ese gran pacto que nos permita avanzar al desarrollo, pero a un desarrollo con menos desigualdad y con una matriz energética diversificada, limpia y, por sobre todo, segura.
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Sabri -