ENERGÍA, MEDIO AMBIENTE Y ÁMERICA LATINA Contradicciones e intereses
La energía ocupa un lugar privilegiado en la agenda nacional e internacional de cualquier país en todo el planeta. Finalmente la discusión central del cambio climático está basada en cómo la sociedad mundial continúa con estos niveles de crecimiento y consumo sin agotar sus recursos para ello. Y es la energía en todas sus formas el recurso del cual hablamos.
América Latina se enfrenta por lo tanto a una gran pregunta de presente y de futuro. ¿Es el camino del desarrollo de los países industrializados el que queremos seguir? ¿Es ese nuestro objetivo? Si esto es así el camino se oscurece, pues si bien América Latina es una de las regiones en el mundo que paga (literalmente) por la contaminación de los países industrializados, también es de las regiones que posee un gran nivel de recursos naturales y energéticos que deben ser explotados o desarrollados en forma sustentable, ello requiere al menos dos cosas importantes. La primera es que los estados latinoamericanos tomen una decisión firme en tanto que sus recursos naturales y energéticos son de valor estratégicos y no pueden convertirse en un productor más del mercado. En segundo lugar, debemos entender que la gestión de esos recursos debe realizarse de manera sustentable, y ello requiere sin lugar a dudas transformar nuestro paradigma de crecimiento y consumo actual en todos los niveles de la sociedad, un gran desafío que es difícil de imaginar que se lleve a cabo.
Haciéndonos cargo del primer supuesto, el control de los recursos es importante, el paradigma capitalista ha convencido a todo el mundo de que los recursos naturales deben gestionarse sobre el marco del mercado, como un recurso más para lograr su eficiencia (económica) y así asegurar el suministro de los países. Latinoamérica pasa por un momento delicado, justamente porque su cambio de paradigma ha traído consecuencias, la escasa diversificación de sus fuentes energéticas ha puesto en alerta a los países teniendo que hacer uso del racionamiento eléctrico. De este panorama me han enviado un artículo que hace un relato bastante certero de la situación y propone las líneas de solución que debieran tomar los países en América Latina.
Haré un breve resumen por los principales puntos del artículo para luego expresar mi opinión sobre él y dar alternativas que en mi opinión responden a una mirada mucho más estratégica y con sentido regional que la del artículo en cuestión.
El artículo1 cita que pese al crecimiento de América Latina, su reto principal (entre otros) es la mejora en la diversificación e infraestructura de sus sistemas eléctricos. Detalle los actuales problemas de Venezuela con las centrales hidroeléctricas; Bolivia y el gas; Argentina y la falta de inversión y los precios; Cuba y su plan de ahorro energético; Brasil y su red hacia el Pacífico, particularmente la red que debe llevar y no lleva agua a muchos puntos del país; Chile y los evidentes problemas que sacó a la luz el reciente terremoto. Todo apunta según el artículo a un monocultivo de fuentes hidroeléctricas que hacen depender a los países de los factores climáticos y que cuando éste falla, falla todo el sistema. También se destaca la falta de inversión y el poco incentivo que existe en la región.
Colombia es el país de cual tendríamos que seguir el ejemplo el resto de los países latinoamericanos. Pues Colombia dejó en manos de las empresas privadas la construcción de Termoeléctricas a Carbón, Diesel y Gas (las últimas de ciclo combinado). Un marco regulatorio e inversión privada hacen más eficiente el sistema, diversifica las fuentes y pone en marcha generadoras que no dependen del agua y los factores climáticos, por lo cual los riesgos disminuyen. ¡Una maravilla!, pero creo que debemos ser cautos y poner en el análisis algunas cuestiones de vital importancia.
América Latina junto con ser la región que debe pagar los costos económicos y sociales del cambio climático, es además la que continúa siendo receptora de tecnología sucia. Las termoeléctricas son agentes contaminantes que aceleran la destrucción del planeta. Además le hacen el negocio redondo a las empresas, preferentemente europeas que deben reducir sus emisiones de CO2 debido a la regulación que les impone el protocolo de Kioto en el viejo continente, pero que obtienen permisos de emisión contaminando en otra parte y por supuesto ganando más dinero. El mercado de emisiones les obliga a presentar modelos de desarrollo limpio (MDL) que dentro de los requisitos se encuentran, que tienen que operar con la tecnología más alta dentro de los países en los que se aplica. Como ya hemos constatado los países latinoamericanos cuentan con una baja diversificación energética y en muchos de ellos con tecnologías deficientes, por muy buenas que sean las tecnologías que nos traen de Europa, éstas siguen siendo contaminantes y junto con ello las empresas aprovechan de adueñarse de un recurso estratégico de los Estados bajo la lógica del mercado.
Quienes defiendan esta última cuestión con el discurso del mercado global y el fin del estado como interventor en materia económica se equivocan. Pues ningún país europeo o norteamericano arriesga a poner en manos de terceros sus fuentes energéticas, véase el caso de España con la alemana EON, a la cual le fue imposible comprar acciones de Endesa España. Pero aquí promueven el mercado común europeo, pamplinas. Cuando se trata de energía hay proteccionismo, pues el argumento es que es un recurso estratégico y nacional.
En mi opinión la tarea que debe emprender América Latina son las de integración energética, una de las buenas ideas es el anillo energético propuesto por Ricardo Lagos (al menos yo se lo he leído a él ). Un sistema que implica un buen marco regulatorio, una inversión público-privada, y una red regional que diversifique y asegure la energía. A ello debemos agregar claramente el componente sustentable, invirtiendo en las mejores tecnologías y abriendo al mismo tiempo centros de investigación en materia energética. Para el propósito voluntad política y sentido de futuro, cuestión que hace flaquear la propuesta.
No es de locos pensar en un fondo latinoamericano de la energía sustentable que desarrolle e implemente infraestructuras y políticas de eficiencia. Comprendemos que a mediano plazo podremos reemplazar las termoeléctricas por tecnologías limpias.
En Chile el Sistema Interconectado del Norte Grande cuenta con un parque eléctrico de más del 90% de termoeléctricas, sin duda alguna debemos avanzar en transformarlo, podemos hacerlo si tenemos voluntad política y sentido de futuro, insisto. Si la energía se encuentra en el centro de la discusión de los próximos años, debemos tomar el camino correcto, pues el camino correcto beneficia a muchos en vez de a unos pocos, la propuesta del artículo que leí no hace más que engordar la contabilidad de las grandes empresas que pagan una miseria de impuestos y son dueños de recursos estratégicos.
Es posible cambiar el paradigma, pero para ello necesitamos la participación de todos y por sobre todo necesitamos visibilizar que existen alternativas que si bien pueden ser costosas a corto plazo nos beneficiarán a todos y a todas en el futuro. ¿Estamos dispuestos a realizar ese esfuerzo?
2 comentarios
residuos solidos -
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Carlos Salas Lind -
Necesitamos asistencia extranjera, de expertos comprometidos con estos dilemas y que no tengan intereses en juego. La ciudadanía necesita información precisa y confiable de lo que está en juego. Todo este proceso es muy difícil impulsarlo desde adentro.
Saludos