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Nuestras Conversaciones, el blog de Gonzalo Prieto

Cometario sobre ¿Qué es la Política?, escrito por Hannah Arendt

Cometario sobre ¿Qué es la Política?, escrito por Hannah Arendt

Nota: El Comentario realizado, se ha hecho a partir de un par de fragmentos descargados de la página web psikolibros.tk, pero no he podido dar con el artículo colgado en la página por lo cual espero encontrarlo pronto. El material fue entregado en el curso de Análisis Comparado de las Democracias, Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, Univesidad Complutense de Madrid

 

Presentación.

La política constituye un objeto importante y recurrente para filósofos, sociólogos y politólogos a lo largo de la historia. Hannah Arendt una de las pensadoras más destacadas del siglo XX, no escapa a realizar su reflexión sobre que es la política y más aún que significa para el hoy (dentro del contexto en que se escriben sus líneas) la significación de la política.

 

El presente comentario pretende ser una síntesis de las ideas expuestas por Arendt en artículo ¿Qué es política? (2001) Barcelona, Paidós. Con ello hacer una pequeña reflexión sobre como podríamos leer este texto en nuestro contexto actual y también situar los niveles de análisis que se encuentran insertos en su artículo. Puesto que la política como veremos en las líneas que les escribiré a continuación está situada en una estructura de interacción “entre los hombres”, negando así la propuesta del Zoom Politikon de Aristóteles y aceptando a Hobbes cuando se refiere a que la política ocurre fuera del hombre. [1]  

 

I.                    ¿Qué es la política?

Dice Arendt en su texto que tanto la filosofía como la teología se han ocupado por explicarnos al hombre, este ha sido el centro de la discusión y como tal la preocupación sobre la política queda sin profundidad como objeto en sí. Concretamente la autora compara la profundidad con la cual se ha pensado al hombre y de cómo se ha pensado la política.

 

En este sentido la política escapa al análisis del hombre o mejor dicho, que la política sea parte constituyente del hombre como individuo, y aquí su crítica al zoom Politikon de Aristóteles, quien plantea la política como inherente a este. En cambio Arendt nos lleva a un nivel de análisis más que antropológico, este sería sociológico en un nivel medio, psicosocial, la interacción es la que se ocupará de dar cuenta, donde se manifiesta la política en los hombres. Puesto que la política se da en los hombres (entre) y no en el hombre en sí, ya que es su relación con otros la que permite la organización primigenia y por lo cual podemos hablar del origen de la política.

 

La primera organización sería entonces la familia, la cual se integra a través del concepto de parentesco y por lo cual transforma esa individualidad del hombre, jerarquiza sus relaciones y aparece en lo que llamará más tarde, la relación dominador-dominado. El desarrollo de esta forma política inicial es la génesis de “la ruina”, puesto que si la política es la causa de la destrucción de la sociedad su primera formación es la que la origina. Aunque aquello tendría una doble lectura, pues la familia es primigenia del desarrollo social y “culpable” de ser la precursora de la política. El hombre desaparece en su diversidad y pluralidad original, siendo el parentesco un componente que agrupa y homogeniza en pequeños grupos las relaciones sociales.

 

¿De dónde aparece la política, si está no esta intrínsicamente en el hombre?, la repuesta debe ser según Arendt, que es Dios quien le entrega la facultad divina al hombre para organizarse, esta es la única forma de explicar la política como parte del intrínseca del hombre, y aunque para la autora esto sería un disparate, es la única opción de hacer plausible esta cuestión.

 

A ello la respuesta de occidente de convertir la política, de transformarla en historia, diluyendo la pluralidad del hombre, deshumanizándola y creando la humanidad. Esto quiere decir que nuevamente vendríamos a explicar la política como un proceso de interacción que ocurre si, y sólo sí, en el espacio social alejando nuevamente la explicación de elhombre como nicho de aquella. La política por tanto organiza a los diversos y los distingue entre esos diversos.

 

En todo sentido subyace un temor y esto a la luz del contexto del artículo escrito en agosto de 1950, es que la política como proceso entre los hombres acabe con la humanidad. De aquí la segunda parte del análisis de Hannah Arendt quien ahora traslada o relaciona otro nivel de análisis, el individual, puesto que habla de los prejuicios y juicios con los cuales los hombres abordan la política y la convierten en una amenaza. Ello es también una trampa, pues las elucubraciones que darían solución a la post desaparición de la política no harían más según el artículo, que crear una tiranía aún peor. Una tiranía como explicará Arendt de aparatos policiales, represión de la burocracia y un sistema donde nadie responde por nadie.

 

II.                  Los prejuicios y los juicios. El temor a que la política acabe con nosotros.

Hannah Arendt traslada su reflexión a lo individual o a lo psicosocial, pues si los prejuicios y los juicios los tienen los hombres, estos son producto como dirá Arendt, de una falta de experiencia real[2], pero una necesidad psicológica de economizar la información sobre lo que se nos presenta. Hace una crítica al conductismo y vuelve a explicarnos en términos de interacción social y proceso histórico la amenaza que los aquellos prejuicios suponen para la verdadera política, no como lucha de poder, sino como organización que nos permite el desarrollo social y mitigar aquella relación de dominación totalitaria.

 

Todos tenemos prejuicios dicen al autora, es parte de nosotros como seres humanos, es necesario que sea así, de lo contrario la alerta que debiésemos tener sería constante[3]. “El peligro es que lo político desaparezca absolutamente”[4]

Entre los prejuicios más importantes contra la política se encuentra la bomba atómica, que esta acabe con la humanidad producto de la política. Este argumento se despliega en el contexto post segunda guerra mundial y comienzos de la guerra fría, y es bastante plausible. Posteriormente daré mi opinión respecto de cuales podrían ser los prejuicios que hoy en el siglo XXI pueden justificarse o ser trasladados a la responsabilidad que la política desde los ciudadanos los grandes temas de la política internacional.

 

La esperanza estaría en un gobierno mundial que se deshará de la política, poniendo en manos de un aparato burocrático y donde en vez de ejércitos existan policías. ¿Deshará el hombre a la política antes que esta se deshaga de nosotros?, para ello en lo que convertiremos el mundo es una forma aún más despótica que no dará la solución esperada, sino engrandecer la brecha y el poder que existe entre dominadores y dominados. La real esperanza radica en que entenderemos la política como un modo en la que la sociedad perdura a través del tiempo, a pesar de todos los avatares, pues desecharla sería una – como ya ha ocurrido en otros momentos de la historia con la tiranía o la liberación de fuerzas históricas – entrega a la dominación.

 

Junto con las críticas a la política interior y exterior aparece un hecho más grave aún que es la de ausentarse de la vida política, querer restarse para no ser parte de ella, y si la condena en el presupuesto de que el poder corrompe construye un prejuicio aún mayor, que nos lleva a dejar la política cada día en manos de otros. Aquí hay una explicación, que aunque no profundiza nos da pistas sobre el origen de la desafección política de la ciudadanía en los más desarrollados.

 

La Política tiene que ver dice Arendt: “con la aclaración y disipación de los prejuicios, lo que no quiere decir que consista en educarnos para eliminarlos, ni que los que se esfuerzan en dilucidarlos estén en sí mismos libres de ellos”.[5]

La autora aquí nos aclara conceptualmente lo que ella viene a entender por prejuicios verdaderos, dando fronteras a lo dicho más arriba. Los juicios verdaderos no serán la idiosincrasia personal, las cuales tienen su base en la experiencia donde se encuentra la evidencia de percepciones sensibles. Por eso el prejuicio como no tiene una experiencia personal que pueda servir para todas las experiencias futuras de base, es fácil de que este se reproduzca en los demás y por tanto no hará – dice Arendt – falta persuadirles. Estos prejuicios están presentes en todas las sociedades y cumplen una función de clasificación entre unos y otros. 

 

Sin embargo y esto será confuso en la lectura que realizamos para escribir esté artículo, lo peligroso de un prejuicio viene de ocultar un pedazo de pasado, una experiencia que dio pie a la formación de prejuicio y que sin revisarlo en el proceso hoy es interpretado, descontextualizado y difundido. Hay un juicio originario, y en ese juicio estará fundamentado el pensamiento político. Hasta aquí podemos evidenciar una postura muy individual de entender el proceso por el cual se desarrolla el “entre” vamos constantemente desde lo individual a lo estructural. Aunque haya un énfasis muy claro.

 

El prejuicio alude al pasado y ante los hechos nuevos este es un factor explicativo de los juicios, que ser realizan ante esos mismos hechos, allí pasaremos a juzgar. Nos servirá para juzgar procesos que ya hemos visto, atendiendo a hechos pasados o bien para juzgar hechos nuevos con lo cual aplicamos criterios ya conocidos para dar sentido a aquello de lo cual no tenemos referencia pasada.

 

Entonces lo que hacemos es economizar nuestros juicios frente a los procesos nuevos, pero cuando estos prejuicios también se tambalean frente a las crisis, también lo hacen nuestros juicios y de allí los miedos frente a la política como forma de responder a una organización que garantice la continuidad de las sociedades[6]. No siempre tenemos criterios exactos y los prejuicios gobiernan o bien son materia del pensamiento político en la medida que como dijimos buscamos disiparlos e ir encontrando salidas a nuestra preocupación por el mundo, pues la política es una preocupación social (del mundo) y no del hombre.

 

Pues dirá Arendt que el mundo no cambia cambiando a los hombres, debemos atender al cambio de su constitución, sus leyes y de allí los hombres harán las cosas por sí mismos. Por tanto la cuestión de la política ocurre entre hombres, entre los espacios que se abren entre ellos, públicos y privados, de cómo van configurando la sociedad, de allí que la política debe centrar su preocupación en aquellos espacios que van a determinar el marco general en el que los hombres (y mujeres) irán desenvolviéndose a través de sus propios prejuicios y juicios, pero remarcando que el objeto siempre estará fuera del hombre, entre los hombres y por tanto la política es social en tanto que debe preocuparse de las cuestiones del mundo y no es una esencia espiritual injustificable.

 

III.                Conclusión

Tres ideas centrales considero relevante a destacar de este artículo y las expondré brevemente.

 

La primera, son los niveles de análisis con los que trabaja la autora, que es preciso tener en cuenta cuando desarrolla su exposición. Pues esta explica el proceso político como producto de la interacción entre hombres, considerando también una relación entre dominadores y dominados, con espacio a que los dominados en esta estructura de estados nación, puedan ejercer cierto grado de influencia en su estructura, lo que no ocurriría en sistemas totalitarios. Por tanto aquí existe una evaluación positiva a la democracia como sistema de interacción y consenso.

 

La segunda, el desarrollo individual de los prejuicios y juicios para explicar el desarrollo del proceso entre hombres, es decir como se construye la discusión política y las decisiones a través de economizar a partir de pedazos escondidos de la experiencia, con los cuales ir dando sentido a los nuevos hechos que se presentan. Con lo cual justifica finalmente que no serán los hombres los objetos de cambio, para cambiar el mundo, sino las reglas del juego que norman esa relación entre hombres, llámese constituciones, leyes, etc.

 

Y tres, podemos concluir o bien trasladar la vigencia de la reflexión de Hannah Arendt, con respecto al desarrollo de los miedos, puesto que si ayer fue la bomba atómica post guerra mundial lo que puede acabar con la humanidad, hoy podemos evidenciar otros tantos temas que también serían responsabilidad de la política y donde ella tiene cosas que hacer. El problema del cambio climático, el agua, la crisis alimentaria, el subdesarrollo y la actual crisis económica proviene de unas reglas del juego donde los hombres actuando entre sí, en sus espacios privados han dotado al espacio público de un marco que amenaza con deteriorar y acabar con el mundo que conocemos.

 

Finalmente deberíamos entender la política como un proceso social, que se origina a través de la interacción entre los hombres dando paso a organizaciones, en primer lugar la familia hasta los estados nación que conocemos. El pensamiento político se sostiene en base a prejuicios proveniente de experiencias que utilizamos analíticamente como argumentos dados, y que nos sirven para evaluar o juzgar los nuevos acontecimientos. Por ello el cambio de las sociedades debe realizarse no mirando a los hombres, pues estos no pueden ser cambiados en su desarrollo individual, sino en las constituciones políticas, las leyes y los diferentes marcos de control que son los que determinan su campo de acción individual.



[1] Según el texto en la página número 46 de Psikolibro. 

[2] Aquí he encontrado una confusión en el texto, puesto que en un primer momento habla de ausencia de experiencia real, pero más adelante – en el mismo texto- se refiere a la existencia de una experiencia que se descontextualiza, pero que se ocupa como argumento analítico para juzgar o prejuzgar otras experiencias.

[3] Para ser más exactos en el análisis, en mi opinión Arendt nos viene a decir que si no tuviésemos prejuicios nos volveríamos locos con tanta información o confirmación de nuestros juicios. Por ello los prejuicios vienen a economizar nuestra forma de ver e interpretar la realidad.

[4] Literal del texto, página 49, Psikolibros.

 

[5] Literal, página 52 del texto.

[6] Parece haber un cierto sentido apocalíptico en la reflexión de Hannah Arendt cuando se refiere constantemente al fin de la sociedad o humanidad que conocemos por supuesta causa de la política.

 

4 comentarios

Nathaly -

Que bueno que leí tu artículo, pues no le entendia mucho al texto original. Pero has disipado mis dudas. Muchas gracias :D

kelly vanessa salas cordoba -

muy fascinante este articulo ya que me fue muy facil resolver algunas inquietudes qu tenia hacerca del texto

Patricia -

Gracias! su síntesis me fue muy útil, ya que no había comprendido muy bien el articulo de Arendt

Juan -

Excelente! No te olvides resaltar y concuir que su crítica del mundo moderno conlleva a una redefinición de lo político: hay que entender lo político desde la “acción” y el discurso; desde la creación de un “espacio público” en el que los hombres desde la pluralidad “revelen” su propio yo... Muy buen sientecis!