TRANSANTIAGO, Los beneficios son mayores que los costos
A principios de mi llegada a España, particularmente a Madrid en las noticias entrevistaban a las autoridades de la Comunidad Autónoma Madrileña respecto de los alcances económicos de la región como así también de la creciente ampliación de la red de transporte. Es verdad que el empuje económico madrileño tiene causas que van más allá de lo que pretendo explicar en este artículo, pero no obstante me quedo con esta declaración no menos interesante y fácilmente vinculante para analizar otros contextos como es el caso Chileno.
En esta oportunidad las autoridades de la comunidad de Madrid formulaban la siguiente pregunta a la audiencia ¿Por qué las empresas eligen Madrid?, ¿Por qué no Londres, París, Berlín?, ¿Por qué Madrid? La respuesta en ese momento contextual izada en la inauguración de una nueva línea de metro, era porque Madrid contaba con una infraestructura y un servicio de transporte público modelo en toda Europa y aquello constituía mayor movilidad, menos tiempo de traslado de trabajadores (de todo tipo) y por lo tanto mayor eficiencia. Aquello no es sólo un discurso, es una realidad cuando estudiamos las consecuencias derivadas de la buena movilidad sobre todo en las grandes ciudades, la optimización del tiempo en los traslados, la posibilidad de entregar mas calidad de vida en los presupuestos familiares a través de lo que se conoce aquí como abonos de transporte (ticket que se adquiere mensualmente por un precio preferencial y que permite acceder a todos los servicios de transporte público de la ciudad con un mismo documento durante los treinta días, las veinticuatro horas). Todo ello suma unas inmensas cuotas de calidad tanto en lo cuantitativo como en lo cualitativo.
Sabemos que los sistemas no son perfectos, que todos incluso en Europa contienen fallos y sus usuarios, sus beneficiarios no dudarán en poner en tela de juicio las bondades de cada uno de ellos, la queja respecto de los servicios públicos parecen ser parte de la naturaleza del ciudadano y teniendo en cuenta esta cuestión es que debemos ver con altura de miras la instalación de nuevos sistemas. Sin querer obviar los problemas que ha tenido hasta hoy la implementación del llamado Plan Transantiago, creo oportuno llevar la discusión fuera de la disputa política que genera la Alianza y algunos sectores de la concertación que tiene mas ribetes electorales, que verdaderas intenciones por dar a la comunidad santiaguina un sistema de transporte moderno que beneficie la calidad de vida y vaya convirtiendo a la capital en una ciudad a la altura de las más grandes del mundo.
Debemos tener cuidado en comparar los sistemas de servicio de transporte, en primer lugar porque el servicio en Europa es Público, en nuestro país no lo es, lo que concierne un problema y un sin sentido respecto de la responsabilidad del Estado ante un tema que amerita sin duda alguna la administración estatal puesto que intentar que aquello funcione desde el mundo privado esta claro que ha fracasado, la formula concesionaria para esta materia no es la más adecuada, tanto que el Senador y Ex Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle ha señalado en varias ocasiones con respecto del aporte de nuevos recursos económicos al plan (unos 150 millones de dólares) que no sirve más dinero si no se cambia la estructura del Transantiago y ello pasa precisamente porque que el Estado se haga cargo de manera diferente.
Con todo lo anterior debemos sumar lo que hoy es tema central de la discusión en todos los estados desarrollados y las organizaciones internacionales de más alto nivel, nos referimos al cambio climático. Empresas, Estados todos se encuentran investigando y tomando medidas, una de ellas sin lugar a dudas es ir mejorando los servicios de transporte público con el fin de motivar su uso y con ello descongestionar las calles, reducir la contaminación y colaborar en el gran proyecto que significa cambiar nuestra conducta social respecto del medio ambiente. Sabemos que Santiago tiene altos índices de contaminación y que la implementación eficaz de un sistema de transporte como el que en el “ideal” es el Transantiago constituye un beneficio para toda la ciudadanía. En conclusión es hora de darle otra imagen y poner manos a la obra con una tarea que de momento debe mejorar en la capital de Chile, pero que en el mediano plazo debe ir avanzando en todo el país. Los beneficios son mayores que los costos de eso no tiene que caber ninguna duda.
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