Transparencia y Confianza Pública
La transparencia en los gobiernos es un elemento clave para preservar la libertad y la democracia. La Asamblea General de las Naciones Unidas, en su primera sesión en 1946, adoptó la Resolución 59, que se inicia diciendo: La libertad de información es un derecho humano fundamental y es la piedra de toque de todas las libertades a las que las Naciones Unidas están consagradas.
Esta sensibilidad sigue reafirmándose aun en nuestros tiempos, hay gran temor a que se despoje a la libertad de su eficacia si la ciudadanía no tiene acceso a la información. Es por ello que informar es básico para la forma de vida democrática.
Fundamental para estos fines es la legislación sobre la libertad de información en los diversos países. Estas leyes le dan a la ciudadania en general el derecho a cualquier información oficial, a no ser que el gobierno o las autoridades públicas puedan mostrar que su revelación causará daño real a los intereses esenciales, tales como la defensa, la seguridad, el cumplimiento de la ley o la privacidad. En cualquier parte del mundo las leyes sobre la libertad de información permiten a los ciudadanos ejercer algún control sobre su gobierno e inspeccionar sus acciones, proporcionando así una garantía contra la corrupción y el abuso del poder. Sólo donde existen leyes de libertad de información eficaces es posible un gobierno realmente transparente, y sólo en tales naciones puede haber una democracia totalmente funcional que protege a los ciudadanos de acciones del gobierno arbitrarias e injustas.
Cuando estos ideales no se hacen realidad, la falta de confianza y cinismo se esparcen. Actualmente, nos son pocas las encuestas que muestran que un gran porcentaje del electorado de los países democráticos no confían en los políticos. Un preponderante cinismo hacia la clase política y las instituciones políticas crea una democracia insalubre, que genera, en muchos casos, la apatía de los electores y desalienta a los ciudadanos a contribuir al proceso democrático.
La transparencia y franqueza de los gobiernos logran mucho en cuanto a neutralizar las sospechas que la gente siente hacia quienes tienen poder. No es de sorprender que proteja tanto al público en general como a sus servidores públicos, porque cuando se conoce la información clave sobre las acciones de un organismo, se puede establecer confianza en el público al que presta servicio.
Esta sensibilidad sigue reafirmándose aun en nuestros tiempos, hay gran temor a que se despoje a la libertad de su eficacia si la ciudadanía no tiene acceso a la información. Es por ello que informar es básico para la forma de vida democrática.
Fundamental para estos fines es la legislación sobre la libertad de información en los diversos países. Estas leyes le dan a la ciudadania en general el derecho a cualquier información oficial, a no ser que el gobierno o las autoridades públicas puedan mostrar que su revelación causará daño real a los intereses esenciales, tales como la defensa, la seguridad, el cumplimiento de la ley o la privacidad. En cualquier parte del mundo las leyes sobre la libertad de información permiten a los ciudadanos ejercer algún control sobre su gobierno e inspeccionar sus acciones, proporcionando así una garantía contra la corrupción y el abuso del poder. Sólo donde existen leyes de libertad de información eficaces es posible un gobierno realmente transparente, y sólo en tales naciones puede haber una democracia totalmente funcional que protege a los ciudadanos de acciones del gobierno arbitrarias e injustas.
Cuando estos ideales no se hacen realidad, la falta de confianza y cinismo se esparcen. Actualmente, nos son pocas las encuestas que muestran que un gran porcentaje del electorado de los países democráticos no confían en los políticos. Un preponderante cinismo hacia la clase política y las instituciones políticas crea una democracia insalubre, que genera, en muchos casos, la apatía de los electores y desalienta a los ciudadanos a contribuir al proceso democrático.
La transparencia y franqueza de los gobiernos logran mucho en cuanto a neutralizar las sospechas que la gente siente hacia quienes tienen poder. No es de sorprender que proteja tanto al público en general como a sus servidores públicos, porque cuando se conoce la información clave sobre las acciones de un organismo, se puede establecer confianza en el público al que presta servicio.
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