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Nuestras Conversaciones, el blog de Gonzalo Prieto

LAS REGIONES TAMBIÉN SON CHILE

Nací en una ciudad donde el discurso principal, es que la ciudad era el corazón de América y que nuestro puerto conectaría el cono sur, el Atlántico, el Pacifico y y el Asia, todo junto gracias a mi ciudad. Que somos los mejores, los campeones, que hemos derrotado las crisis del salitre, la pesca, que con nuestras banderas negras hemos enfrentado presidentes de todos los colores y hemos salido victoriosos. De mi región inventada han salido Leones y Salvadores, incluso esas anécdotas de la historia dicen que hasta fuimos capital por un día, y creo que lo mejor de todo es que dicen que en el cerro, una duna enorme al sur de nuestra ciudad duerme un dragón que nos cuida y nos da fuerza.

En mi región vivimos muchos, somos inmigrantes todos, hay mestizos, aymaras, quechuas, italianos, croatas, chinos, peruanos, bolivianos, indios, pakistaníes, colombianos y hasta sureños. Todos somos parte de una ciudad y una región.

Como el lector podrá adelantar yo no tenía idea - y debo admitir que la vine a tener hasta hace muy pocos años - , de los Matte, los Larraín, los Saieh, los apellidos con EXT que luego fueron ECH, del oriente y del poniente, menos aún de eso que dicen “por arriba o por abajo de plaza Italia” . Cuando yo viajaba me enteraba poco, primero porque era chico, así que ni idea. Pero el primer atisbo de extrañeza fue cuando en 1999 fui parlamentario juvenil por el distrito dos, mi región y ciudad. Cuando llegué a Valparaíso además de mirar como buen provinciano la hermosa ciudad que amenazaba mi idea de puerto grande, comenzaron a acercarse varios hombres de la misma edad que yo, para preguntarme: ¿de qué partido era?, ¿qué por quién votaría para la presidencia?. En ese entonces había supuestamente que estar con el sobrino de un señor de apellido común pero de nombre medio alemán. Yo respondí con toda franqueza que no tenia ni partido, ni conocía al tal sobrino, que yo representaba a mi ciudad y a mi región y que por lo tanto me sometía a la voluntad de todos los presidentes de centros de alumnos que nos habían acompañado – como paseo de curso – a sesión bianual del parlamento juvenil.

Mi ingenuidad era tremenda, yo que venía del corazón de América, como iba a meterme en la chica de los partidos, además yo honestamente no tenia ni idea, a mí o me caían bien o me caían mal, nada más.

Pero no nos aburramos, saltemos 10 años en el tiempo y les cuento qué paso.

Resulta que ahora vivo en Madrid, y he conocido tantos chilenos de esa otra parte del mundo, esa más allá del Loa que dicen que es Chile. Y allí me comenzaron todos hablar de comunas, barrios, calles, sitios para comer, de universidades, pero por sobre todo de colegios, de colegios. He conocido gente muy interesante que se supone son de estos colegios cuicos, con nombres asociados o a la iglesia católica, o algún país europeo – que porsupuesto no son España – y con nombres ingleses que parece connotar la cuna de estos cabros. Y allí se me prendió la ampolleta o bien se me cayó la chaucha, como diría un senador virtual al que tuve idiotez de hacerle campaña. Y en ese proceso me di cuenta que era el Machuca pero viviendo en Europa, que para los efectos era lo mismo.

No me puedo olvidar de un anécdota que confirmo todas mis reflexiones y dicho sea de paso, estas reflexiones eran ordenadas gracias un libro de Contardo que me trajeron de regalo. Estaba yo en pleno verano, invitado a la piscina de un señor muy importante y resulta que allí habían dos chicos de vacaciones. Uno de ellos me preguntó ¿de dónde eres?, de Iquique le respondí, con ese tono orgulloso, siútico si me acuerdo del autor. El compadre no cacho na’, necesitaba ubicarme en la estructura social rápidamente, y volvió a preguntar con tono incisivo ¿De qué colegio eri?

Ahí lo vi todo claro y comencé a conversar con varios amigos y amigas. Uno de ellos fue concejal de Santiago así que me podía explicar bien eso de vivir al otro lado del Loa. La conclusión era que yo había crecido claramente en otro Chile, sin las diferencias sociales del centro y ese discurso de que somos el corazón de América era uno de los causantes de que yo no hiciera caso nunca a eso de: “tú no puedes” y haya hecho tantas cosas y haga otras tantas más si continúo en la tierra. Aquí viene lo fome pero necesario.

 

Resulta que nuestro país tiene unas condiciones de desigualdad a nivel territorial terribles, cuestión sabida, pero que yo me dedique a investigar y lo hice parte de una tesis de post-grado (me tengo que promocionar). Si se revisa los datos de cualquier dimensión de desarrollo nos encontramos con las enormes diferencias de vivir en Santiago o en una región. Nuestro modelo de país nos está llevando a un crisis enorme que obliga a concentrar la población, y la planificación política y social es tardía, pues ni el gobierno central, y tampoco los territorios cuentan con las capacidades de abordar con eficiencia y visión integral lo problemas que se presentan. Se suele actuar tarde y mal.

 

Un ejemplo al pasar es la encuesta suplementaria a la CASEN que en su última versión dio a conocer que el suelo medio de una familia chilena superaba los 600 mil pesos 1. Resulta que cuando dichos datos se revisan nos damos cuenta que sólo cuatro de las quince regiones cumplen cifra y más aún la gran mayoría de las regiones se encuentran muy por debajo de la media. Los números suelen engañar, pero dejan patente la desigualdad chilena. Podríamos estar varias páginas dando ejemplos.

 

La pregunta es ¿qué hará cambiar esto?, ¿es posible que Chile se atreva a tener otro modelo de Estado?. Un modelo de Estado que brinde a los territorios la capacidad real – dígase económica – de construir su futuro y su desarrollo. Sin duda esto es posible, cuando la ciudadanía reclame ese derecho, es la condición sin ecua non para que ello se lleve a cabo. Nuestro sistema político privilegia el centro, no sólo por una cuestión electoral, también por una cuestión de cultura política, de cómo se reparte el poder.

 

Debemos decir que esto no es una revancha contra el centro, aquí el enemigo no es Santiago, sino continuar un modelo de país que segrega a sus ciudadanos y ciudadanas, que permite que los poderes económicos expolien día a día nuestros recursos naturales y los conviertan en excedentes que además son enviados fuera de nuestro territorio nacional. Si hemos de creer en un desarrollo humano y sostenible debemos levantar un discurso regionalista, no como compensación para unos en contra de otros, sino como una manera de vivir mejor y darle a las generaciones futuras un país digno de sí mismo.

 

Esto sin duda actualmente no ocurre, tenemos un sistema que nos lleva a migrar, a tener zonas del país deprimidas económica y socialmente irrecuperables. Se inventan leyes y programas que finalmente no arreglan un problema que no tiene que ver con el territorio como parte del sistema nacional, sino con todo el sistema nacional.

 

Debemos ser capaces de poner en cuestión el modelo de Estado en su conjunto para dar salida a las soluciones y tener un país que equilibre y distribuya mejor los recursos, donde las empresas realicen un aporte real y sustantivo, no meras limosnas que compran líderes locales y parlamentarios.

 

La transformación no viene desde el centro, esto sería un error, debemos ser capaces de levantar a la ciudadanía desde abajo y poner en debate y rieles de cambio a un país que sufre de un exceso de concentración económico y político que estallará en la cara de las próximas generaciones.

 

Las regiones también son Chile, todas ellas contribuyen al día día del desarrollo nacional, no son una bolsa de votos y tampoco el patio de vacaciones de los empresarios y políticos en la capital, las regiones son fuentes de la cultura y esencia de la vivencias de cada persona. Pues como ya lo dijo Boisier, en nuestros territorios realizamos toda nuestra vida, por lo cual su desarrollo debe depender de ellas mismas.

 

Chile seguirá siendo Chile, no debe haber temor. Pero será un Chile diferente, más justo y próspero. Donde esa famosa palabra llamada igualdad podrá estar más cerca del ideal.

 

Nosotros los provincianos desembarazados muchos de los mitos y determinaciones de arriba o abajo de plaza Italia, tenemos la responsabilidad de construir ese país diferente, donde ser de región signifique ser el corazón de América y el Mundo si se quiere.

 

Por: Gonzalo Prieto Navarrete

Iquiqueño, Chileno

(Y a veces, cuando me dejan...ciudadano del mundo)

 


1Ver artículo publicado en la revista digital Redacción : 23 de Julio 2010 http://www.redaccion.cl/noticia-destacada/desigualdad-de-ingresos/

2 comentarios

Gonzalo Prieto -

Ricardo: Gracias por tu comentario. Es verdad, grandes procesos historícos están detrás de lo que hoy son países federales. ¿Pero quiere decir que aquello, nos obliga a bajar los brazos? Yo creo que podemos y debemos hacerlo.

Ricardo -

Bueno el resumen de una postura pro regiones. Creo que el problema,como te he dicho muchas veces, es otro , es que los países federales lo son después de guerras civiles que cuestan miles de vidas, ha sido así en México, Argentina, Brasil, en EE.UU fue por equilibrio de fuerzas en la independencia, ninguno de ellos es el caso chileno, los federales aquí perdieron. Por ello es que veo muy improbable un cambio drástico en la forma de organizar el poder en Chile. Es lo que tiene el poder, no suele ser receptivo a las buenas intenciones. Sólo a otro poder mayor.