Blogia
Nuestras Conversaciones, el blog de Gonzalo Prieto

Un viaje por la guerra

Un viaje por la guerra
Hernan Zin se dedica hace mas de 13 años a recorrer el mundo. Según sus propias palabras, para traer la voz de los excluidos, los marginados y los que se ubican en el ultimo peldaño de la escala social. Ha rodado documentales, escrito libros y reportajes, desde una treintena de paises de Africa, Asia y America Latina. Hoy esta de viaje por los conflictos armados del siglo XXI, denunciando el negocio de las armas y sus consecuencias, y sobre todo dandola acerca de lo que ocurre en el escenario mismo del conflicto en su blog Viaje a la guerra.Este es su ultimo post, titulado “La sombra del miedo en Jerusalén”, que transcribo a continuación:
La sombra del miedo en Jerusalén"Dejo Gaza durante unas horas, ya que necesito comprar material fotográfico. Regreso a Jerusalén. Vuelvo a pasar de la miseria del lado palestino, a la próspera modernidad de Israel. Dejo atrás las bombas, la muerte, el hambre, la destrucción, para sumergirme en la tranquilidad, el orden y el lujo de las calles de los barrios judíos de esta ciudad milenaria.Eso es lo que pienso, al menos, hasta que llego a Jerusalén y escucho en las noticias que acaban de detener a un palestino que llevaba cinco kilos de explosivos en una mochila. Y que el ejército busca a uno o dos hombres más, en teoría, cómplices de este último.En la entrada a Jerusalén Occidental, donde vive la mayoría de la población judía, hay férreos controles. A todo aquel con aspecto de árabe se le piden los documentos, se le revisan los objetos personales.Waref se queja: "Me paran diez veces al día, todos los días, allí donde vaya. Es imposible vivir así". Tiene la voz quebrada a lo Joaquín Sabina, además de un llamativo parecido, y se muestra irritado con las agentes de policía que lo hacen esperar durante veinte minutos hasta que confirman por radio sus datos.Tomo un autobús local. Subo con la mochila en que llevo la cámara y el ordenador. Noto la preocupación de la gente, lo mismo que ocurre cuando entro a las tiendas de fotografía. Inmediatamente se preguntan si no seré un terrorista. Cargar una mochila en esta ciudad implica dar muchos sobresaltos.Voy a un café en Jaffa Road, con Internet inalámbrico, en el que suelo sentarme a escribir cuando estoy en Jerusalén. Todavía sigo conmocionado por el cambio de escenario, de los cortes de luz y la falta de alimentos de Gaza, a este primer mundo de diseño, acéptico, que te ofrece una veintena de diferentes tipos de café, y las mujeres, en pleno verano, con minifaldas, con camisetas de tirantes, mientras que en Gaza la gran mayoría van tapadas de la cabeza a los pies.Hoy descubro que han puesto una valla alrededor y un guardia de seguridad en la puerta que revisa los bolsos de los clientes. El dueño, un hombre muy amable con el que converso a menudo, me dice: "No creo que vaya a pasar nada, pero ve atento ante cualquier cosa rara, cualquier coche mal aparcado, cualquier chico de aspecto árabe, te juegas la vida".En las calles se ven jóvenes armados con M16, colonos que pasean con sus hijos mientras llevan pistolas en el cinturón o sobre el pecho. La ciudad, con tantas armas y controles, parece en pie de guerra. Aunque continúa igual de ajetreada y vibrante que siempre, como si la gente estuviese acostumbrada.Y así me lo confirma Edddy, un comerciante de Ben Yehuda, la principal calle comercial de Jerusalén. “Sí, hay gente que se queda en su casa, que no sale, pero la mayoría sigue con su vida. Mis hijos van a la escuela de verano. Y toman el autobús. Estamos acostumbrados, hemos pasado momentos peores. Esto no es nada en comparación con lo que vivimos hace unos años durante la Intifada. Aquí mismo, en la puerta de mi negocio, tres terroristas volaron por los aires”.Por ultimo, les recomiendo que lean su post ¿Por qué los niños en Gaza?
 Espacio Publico

1 comentario

Gonzalo Prieto -

Exceletne cometario, hoy en un tiempo que muchas veces parece ser gobernado por la estructura de la política y la economía, que deja atrás el pensamiento sensible y la voz de aquellos que más sufren y que posiblemente jamás serán reconocidos.