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Nuestras Conversaciones, el blog de Gonzalo Prieto

Por un servicio de transporte Iquique Hospicio digno

Por un servicio de transporte Iquique Hospicio digno

Iquique es la única ciudad del país que no tiene regulada su locomoción colectiva, lo que parecía una cuestión a la que estamos acostumbrados hoy es la pesadilla diaria de miles de ciudadanos que utilizan el “servicio” para ir a trabajar o volver a sus hogares.

Cada día la espera se hace eterna, hasta más de una hora tienen que esperar para que un colectivo o taxi lleve a Alto Hospicio las personas. La falta de regulación evidente permite que se haga caso omiso de la obligación de llevar pasajeros en caso de estar disponibles, estos sencillamente se coluden para llevar a las personas sólo al sector que ellos definen y por ende el cobro es más caro. Personas me contaban que llegaron a cobrar hasta 3.000 pesos por pasajero al sector de la Pampa.

Es de conocimiento público que entre las 23:00 y las 00:00 horas los choferes se estacionan en la calle Orella con Pedro Prado con el fin de cobrar más caro después de pasada la media noche, privando de servicio y claramente en un acto que por los menos es reprochable desde el punto vista ético. Pero pocos son los que levantan las voz, incluso viéndose violentados verbalmente por los choferes increpados. Es imprescindible denunciar a carabineros y al Ministerio de Transporte el abuso sistemático que sufren los ciudadanos de Alto Hospicio. Es muy triste darse cuenta que sus propios vecinos en la mayoría de los casos, porque muchos choferes son residentes de la comuna, se prestan con premeditación para acometer este acto de injusticia y violencia contra las personas que lo único que quieren es volver a sus casas.

Es urgente entonces la denuncia a cada uno de los choferes que se niegan y se coluden contra los pasajeros, como así también la exigencia a la autoridad de poner orden al sistema de transporte público que realiza el trayecto Iquique – Alto Hospicio – Iquique donde se garantice la seguridad del servicio, que se respeten los precios (y con ello se deben regular todos los precios a todos los sectores de la comuna) y que se fiscalice el cumplimiento de la norma. Debemos tener líneas con el fin de regular y ordenar el sistema de transporte. Lo que no puede seguir sucediendo es que se siga abusando de las personas con una necesidad básica atendiendo las condiciones geográficas que hacen aún más extrema la situación.

No estamos solos y sabemos que muchos más ya denuncian la situación, ahora esperaremos a ver quienes le ponen por fin el cascabel al gato con sentido de servicio público y no sacando cuentas electorales.

Tarapacá: Ideas para la región

El reencuentro con mi ciudad y mi región ha sido muy grato en lo emocional, pero debo reconocer que algo decepcionante en lo que respecta al supuesto avance de la ciudad, a ese llamado desarrollo. No cabe duda que hay cosas que han cambiado, el avance de la construcción, los servicios, el ocio producto de un incremento notable tanto en los niveles de creación de empleo como así también la capacidad de poder adquisitivo de los habitantes de la ciudad a través del endeudamiento. La minería es un motor esencial para comprender la explicación socioeconómica de los cambios. La pregunta es: ¿Qué le pasa a nuestra ciudad y región? Cuando teóricamente tenemos más recursos, estos no son  utilizados para lo que algunos entendemos como prioridades, con un enfoque orientado al desarrollo a escala humana, más que al sólo crecimiento económico.

En las diversas conversaciones que he ido sosteniendo con algunos amigos y amigas interesadas por el presente y futuro de la región, hemos ido construyendo un diagnóstico que pasa entre otras cosas, por la deficiente capacidad de el sector público de acometer los cambios necesarios, o mejor dicho, ese sector público está acostumbrado a una gestión basada en el avance lento de los cambios. Los liderazgos están más preocupados de figurar en los medios que proponer transformaciones en beneficio de las y los ciudadanos de la región.

Cuando las instituciones no cumplen su rol de potenciar el desarrollo, y el mercado sólo pone sus esfuerzos en ganar más dinero, sin existir un equilibrio que permita el desarrollo local volcándose hacia una mejor calidad de vida para las personas, surge la necesidad de plantear iniciativas que contribuyan desde una mirada colaborativa a impulsar proyectos novedosos y no tan novedosos, pero que cuenten con la pasión de llevarlos a cabo con garantía profesional sobre los mismos.

Más allá de las elecciones, más allá de los intereses, más allá de los cierres de año y las memorias, debemos tener convicción de aspirar más allá de lo posible y atrevernos a generar ideas para la región con la única motivación de avanzar en mejorar día a día la calidad de vida de las personas, de proponer y concretar oportunidades. Todo esto debe ser puesto en valor y concretarse a través de un grupo de personas, profesionales, técnicos y líderes ciudadanos de toda índole que estén dispuestos a poner su esfuerzo y su intelecto al servicio de la región. En esa tarea realizo mi compromiso.

Chile: País en construcción, disculpe las molestias

El año 2008, tras la caída de Lehman Brothers se escribieron ríos de tinta sobre la vuelta de Keynes, el principio del fin del capitalismo, nada de eso se ha cumplido, todo lo contrario, el capital se ha hecho más poderoso que nunca y define a través de agencias de riesgo si los Estados son o no seguros para colocar las inversiones.

 

Pero no sólo los mercados, también los gobiernos con clases políticas cortoplacistas en la gran mayoría de lo que lo que se llaman países desarrollados, vivieron felices mientras había dinero y endeudarse no parecía una amenaza, si la cosas van bien para qué vamos a cambiarlas, ¿para qué?.

 

Hoy cuando la crisis económica destroza como un cáncer a Europa, modelo global de unión política, económica y social, un Estados Unidos viviendo en la línea del fracaso, los viejos modelos desarrollados se nos caen, y nosotros somos incapaces de ver lo que tenemos tan a la vista.

 

Si algo debemos aprender del análisis comparado de las sociedades, es que estos deben ser capaces no de copiar fielmente políticas públicas, sino analizar las decisiones tomadas por otros y aprender de ellas para aplicar las propias de acuerdo a nuestro propio contexto. Porque Chile es un país en construcción, un modelo que aún no toma las decisiones más importantes y ha construido sobre cimientos viejos lo que requiere claramente pilares que sean capaces de transformar el modelo, para que éste le brinde a sus ciudadanos y ciudadanas un verdadero lugar para vivir mejor.

 

Estamos en un punto de inflexión, pero si no hacemos algo hoy, mañana será tarde y sufriremos como los europeos los males de tomar decisiones equivocadas y no ser capaces de adaptarse al futuro. Vivimos en un país que ha creado un modelo de éxito falso, que se cree rico, la gente gasta y mal gasta, porque encuentra en los bienes materiales las satisfacciones superfluas que no encuentra en sus vidas. Vamos a la moda, vamos a los conciertos, somos felices cuando un cantante internacional visita nuestra ciudad, nuestro propósito es material, ¿pero de quién no lo es?, es verdad yo también quiero bienes materiales, pero la pregunta es: ¿cuanto tenemos es todo lo que somos?

 

Los medios para alcanzar los fines que nos han dicho que deberíamos alcanzar son falsos, ya lo dijeron los prisioneros, aquellos famosos doce juegos. Entonces la gente se frustra, se resiente, va alimentando la destrucción de la cohesión social, que se manifiesta de manera violenta, en la delincuencia que crece y florece. Nos preocupamos por los medios para combatirla sin hacer nada por poner medios y recursos para transformar el modelo que la gesta.

 

Con miedo, Chile vive con miedo: a educarnos, a enfermarnos, a transportarnos, a caminar por las calles, a compartir de verdad con otros, nos encerramos en edificios llenos de equipamientos para salir lo menos posible a la calle, preparados para los codazos de la hora punta.

 

Las regiones abandonadas a la buena voluntad del centro, que se ve así mismo como crece y crece sin ningún tipo de planificación más que el mercado que construye para vender sin saber como se pagará mañana. Todos nos tendremos que venir a vivir a Santiago, porque las oportunidades en las ciudades de provincia están rotas si no eres parte de la mano de obra de la empresa de turno. Regiones gobernadas por el caudillo político local y la empresa que alimenta sus campañas. El arte, la cultura, el deporte, el medioambiente son meras referencias en las memorias de la responsabilidad social empresarial sin fomentar un real desarrollo local basado en el buen vivir de las personas.

 

Chile con una clase política absolutamente deslegitimada, con una democracia enferma por el cuoteo y la poca coherencia de sus “líderes”, han perdido toda chance de que alguien les crea. No tenemos políticos (o tenemos muy pocos) sino ingenieros electorales preocupados por ganar para cobrar el bono, que no es más que una serie de cargos para llenar.

 

Con la crisis económica no ha regresado Keynes, sólo se ha fortalecido el mercadeo salvaje, el modelo de casino que denunciaba Cohn-Bendit y que tiene hoy no sólo amenazado a los mercados de los Estados europeos, también a las millones de personas que lucharon y sufrieron por tener un Estado del Bienestar lejos de ser lo que era.

 

Seamos inteligentes en observar la historia y las decisiones de otros, para construir un Chile sin miedos, que garantice las oportunidades a todos y todas para que corriendo desde la misma línea de partida, desplieguen su libertad y el cumplimiento de sus deseos, ello requiere avanzar desde abajo y no parches desde arriban que sólo reproducen la desigualdad de las últimas décadas, que alimentan como he dicho, un resentimiento y violencia colectiva que mitigamos comprando.

 

Requerimos de una clase política coherente, comprometida y apasionada. Necesitamos ciudadanos dispuestos a trabajar unidos para todos y no por separado. No es una tarea fácil, pero no por ello dejaremos de quererlo y de esforzarnos. 

La Reforma Tributaria y descentralización

La Reforma Tributaria y descentralización

La necesidad de una reforma tributaria radica principalmente en dos cuestiones: la primera es obtener más dinero para el Estado y por consiguiente hacer frente a las nuevas realidades presentes en el país que demandan mayores recursos. En segundo lugar existe una necesidad de justicia sobre la que el Estado chileno debe responder, ya que actualmente existe una carga impositiva desigual para la gran mayoría del país. Los ricos pagan menos que los más pobres y la clase media emergente.

 

Cuando muchos hasta ahora han argumentando de manera sólida la postura de una reforma tributaria, que signifique aumentar la carga a los sectores más ricos y posiblemente disminuir al sector medio y más pobre, existe una cuestión que aún no se pone en el debate público de dicha reforma. Esto es el carácter de distribución territorial de los recursos del Estado y su consiguiente capacidad para poner el valor el desarrollo regional y local.

 

Actualmente los estudios indican que existe una tremenda desigualdad territorial, datos del Banco Central nos permiten comprobar que la Región Metropolitana proporciona al PIB nacional alrededor del 40% del total de ingresos y la región del Bío Bío, la segunda más grande en población sólo llega al 10%. Si observamos, podríamos creer que ése 40 por ciento de la región metropolitana tiene que ver con el tamaño de su población y que por tanto estás variables se correlacionan y como resultado es el que tenemos, pero es precisamente aquello lo que no funciona puesto que si esto fuera así, las demás regiones tendrían porcentajes similares de acuerdo al tamaño poblacional. Se puede fácilmente comprobar que dicha hipótesis no es cierta.

 

Entre los múltiples desafíos que debe enfrentar nuestro país para profundizar la descentralización económica, política y social se encuentra precisamente lo correspondiente a los tributos. Una reforma tributaria debe considerar entonces que las regiones sean capaces de quedarse con parte de los recursos recaudados y ser asignados de acuerdo a mecanismos de democracia participativa local. Son los sistemas regionales los más idóneos para asignar dichos recursos porque cuentan con la capacidad de diagnosticar sus propios problemas y dichos recursos servirían para financiar las estrategias de desarrollo regional.

 

No tiene ningún sentido avanzar en la elección de consejeros regionales o cualquier otro modo de representación regional, si ese sistema político no cuenta con un sistema económico propio que tenga coherencia con la propia capacidad de los territorios de determinar en qué gastan su dinero. Así mismo se debe crear un sistema estatal que colabore a reforzar aquellos territorios más deprimidos y que necesitan de una atención focal con el fin de equilibrar y tener un sistema tributario solidario y equitativo.

 

Las empresas deben tener la obligación legal de tributar en los territorios donde están situados y fortalecer el concierto público privado con el fin de asegurar un estrategia de desarrollo regional con capacidad de responder a las demandas de los ciudadanos. El tema no es sólo tener más plata, sino cómo y quiénes deben gastar esa plata. Existes evidentes y razonadas necesidades nacionales que deben ser abordadas desde un Estado central, pero muchas otras que son eminentemente locales y por lo cual es de justicia que los territorios tengan sus propios recursos a partir de la actividad productiva que generan y no esperar que se los reparta el Estado central.

 

Actualmente la constitución garantiza el derecho de las regiones de cobrar un impuesto por aquellas actividades productivas que le son propias a la región. Sin embargo determinar aquello es confuso y requiere de una revisión que garantice que una reforma tributaria también sea descentralizada con el único objetivo de avanzar en un real proceso descentralizador en Chile.  

La Alternativa Política en Chile, una reflexión desde la izquierda

Desde que se perdió la elección presidencial y vuelve la derecha al poder de forma democrática después de casi medio siglo en Chile, la oposición se ha visto capturada por la inercia y la incapacidad de proponer un nuevo proyecto político al país. Dicha situación parece normal cuando se estuvo por 20 años en el gobierno. La frustración causada y la debacle que muchos ya habían vaticinado se convierte en un escenario muy confuso.

 

A casi la mitad del periodo presidencial, los problemas evidentes no sólo están en la moneda sino también en una concertación que no es capaz de encontrar el rumbo adecuado, ya nadie les cree.

 

¿Cómo construir una alternativa política para Chile? Parece ser la pregunta más difícil de responder. Los documentos y declaraciones que circulan en el país no ayudan a clarificar esto, pues no cuestionan finalmente la columna vertebral del problema chileno, su modelo económico social.

 

El triunfo del capitalismo salvaje que se asienta en nuestro país traído primero por los Chicago Boys y administrado por la concertación si bien trajo algunos frutos en materia de crecimiento y por ende la política del chorreo focalizada, pero que ha dejado en la situación más grave de desigualdad y falta de garantías a las y los ciudadanos chilenos. Ello ha producido, como he mencionado en otras ocasiones, un sistema cultural de individualismo y alejamiento del sistema político. Como el Estado no es capaz de proveer las garantías necesarias, las y los ciudadanos buscan en la iniciativa personal dichas cuestiones. El crecimiento a permitido el aumento de la calidad de vida y los sueldos, pero cuando la clase media (más aún los pobres) se ve enfrentada a la perdida de ingresos por vía salario es totalmente indefensa para hacer frente a un mercado que le devora y le exige sin contemplaciones los pagos por la calidad de vida que nunca realmente tuvo sino que arrendaba en cómodas cuotas.

 

Se hace necesario entonces revisar de manera profunda al menos dos cuestiones capitales en nuestro país si queremos ofrecer una alternativa: el modelo económico y social, y nuestro modelo de Estado nacional. Ello requiere por tanto revisar todos los conceptos y las doctrinas que hoy imperan en Chile, ya que de estas cuestiones se despliega todo el debate sobre lo que debemos ofrecer como alternativa.

 

La oposición no puede sencillamente realizar declaraciones parciales, buscando el mejor rédito electoral. Estos deben ser capaces de reconstruir un discurso ideológico que articule un proyecto para el gobierno de las ciudades, regiones y el país.

 

¿Se necesita acaso una nueva gran coalición de centro-izquierda? Ello dependerá de la reflexión que realizan los partidos. Lo que no se puede realizar es una batalla desgastante y absurda sobre quién es más y mejor progresista, una palabra que ya poco connota en la gente y que esconde y entierra una real propuesta de izquierdas para el país.

 

La alternativa política para Chile debe venir de una reflexión ideológica y profunda sobre el modelo económico y social, su modelo de Estado centralizado, generando propuestas de izquierdas y que involucren el sentir de la ciudadanía. Los nuevos liderazgos son imprescindibles para empujar dicha alternativa, de otra forma continuaremos acorralados en manos de esos pequeños políticos con calculadora en la mano y sin ninguna intención de hacer un cambio profundo en Chile para hacer de él un mejor lugar para vivir y desarrollar nuestros sueños. 

Iquique: Sin Alternativa Política

Iquique: Sin Alternativa Política

La ciudad de Iquique se encuentra enterrada en los mismos males del país. Aunque muchos la presentan como una isla en el desierto, como una excepción, somos el reflejo del mismo sistema político y económico.

En primer lugar tenemos un duopolio representado por el sorismo y la derecha –ya que la Concertación no existe sin Soria, y tampoco el PC– que han administrado uno de los gobiernos locales más prometedores del país dejando claramente relegados a la población más pobre de la ciudad. Gestiones que sin duda han colaborado a generar riqueza, pero la pregunta sería ¿riqueza para quienes? Ya que cuando la tarea de un municipio es resolver los problemas locales de la población y colaborar en el desarrollo del territorio, nuestros alcades (Soria y Dubost) han entendido que el municipio es una plataforma de negocios, dejando la educación, la salud y el medio ambiente a la deriva.

La economía local no es distinta; ésta no es fruto de la magnífica gestión municipal, sino del alza en el precio del cobre que tira del carro nacional y local. A mayor precio del cobre crece la demanda de empleo, mejoran los sueldos, crece el gasto, se atrae la inversión y los servicios, pero todo ese crecimiento económico se encuentra muy lejos de cumplir con los objetivos de un desarrollo integral que brinde a la gran mayoría de los ciudadanos una ciudad limpia, moderna, con servicios municipales de excelencia, con una educación pública de calidad, con una salud de alto nivel. Todo esto no existe y la respuesta siempre ha sido echarle la culpa al otro, que si bien es responsable de muchas cosas, tenemos una importante cuota de responsabilidad. Si queremos hacernos cargo de la ciudad y la región debemos ser capaces de hacernos responsables de las tareas que debemos llevar adelante.

No hay alternativa política en Iquique porque no nos atrevemos a cambiar la historia. Ese cambio pasa por construir dicha alternativa y proponer a las y los ciudadanos de la ciudad todo aquello que no existe, porque tenemos los recursos pero nos falta valentía para ser capaces de quebrar la hegemonía. Es cierto que no es una cuestión fácil, se requiere de trabajo, esfuerzo y recursos económicos para levantar un camino diferente, pero también requiere una cuota importante de coraje y liderazgo que parece agotado en la ciudad.

La próxima campaña municipal debe ser un desafío para todas y todos los habitantes de Iquique, debemos preguntarnos si queremos más de lo mismo, o nos atrevemos a crear la Alternativa.

 

Publicado en: http://www.edicioncero.cl 

El Mundo en Tiempos de Cambio

El triunfo de Estados Unidos en la segunda guerra mundial fue la piedra angular de la consolidación de su hegemonía política, económica y cultural. A cambio del Plan Marshall Europa abrió sus puertas y dejo de ser el referente del desarrollo en el mundo, aún cuando tiempo más tarde se presentará como el ejemplo de los Estados del bienestar hoy en claro cuestionamiento.

Con una América Latina sometida e intervenida y un Asia derrotada por la bomba atómica el mundo se rindió a los encantos del gigante del nuevo mundo. Aunque debemos matizar finalmente el mundo se rindió al capitalismo y el negocio financiero.

No pasó mucho tiempo para que la caída del muro de Berlín diera a la década de los noventa el impulso que faltaba y todos hablásemos de la nueva “Aldea Global” como si ahora todos viviéramos en el mismo sitio, con las mismas costumbre, pero lo más increíble aún, algunos creían que vivían con los mismos derechos y oportunidades.

Fue allí cuando el capitalismo y sus sistemas de flujos financieros, la que yo llamo economía de la ficción, profundizó las grandes desigualdades, encubrió las atrocidades más cruentas en África y el medio Oriente. A cambio de petróleo, gas y diamantes los refinados europeos se hacían los tontos (sacando su tajada) y los norteamericanos, al mismo tiempo que saqueaban los recursos naturales, les vendían armas para minar aún más los Estados fallidos.

Llega el siglo XXI y con él la vulnerabilidad. Aquellos que fueron entrenados para defender los intereses de Estados Unidos en el otro extremo del globo hoy se inmolaban contra su propio corazón. El mundo una vez más se sintió amenazado y se reclamó nuevamente la presencia del Estado, en este caso para defender el “sueño americano” con la guerra. Mientras tanto los mercados seguían día a día comerciando y volviendo su poder aún más grande, intocables por cualquier Estado que quisiera regularles.

El número no es una mera cifra y tampoco es la historia un mero hecho. China, con 1200 millones de habitantes, y sintiéndose a sí misma un imperio, usa el capitalismo para comenzar su conquista del mundo y el comunismo para mantener controlado cualquier indicio de libertad que afecte el plan maestro. India pasó de ser el pueblo sometido por los ingleses a revelarse como un centro económico, y de conocimiento. Ambos países dotados del suficiente peso cultural e histórico para no titubear a la hora de ser nuevamente los centros del mundo.

América Latina, a pesar de sus grandes diferencias aprovecha el descuido del “Gran Hermano” del norte para acometer con políticas públicas conducentes a mayor bienestar social. En parte por la educación de mucha de su clase dirigente que ve y continúa viendo a Europa como un modelo. Y Brasil muestra claro de aquello, se convierte en el referente más importante del cono sur y al mismo tiempo mantiene niveles enormes de pobreza y desigualdad.

El juego de ficción de las finanzas no podía resistir más tiempo y finalmente cayó el 2008 bajo su propia ley. Un sistema basado en la aspiración material y la mentira quedó finalmente al descubierto con el desplome inmobiliario de Estados Unidos y el efecto dominó que causó en Europa, acostumbrada a seguirles como fiel siervo económico.

No tardó la indignación, la revuelta y la furia de miles de ciudadanos que educados en otro contexto, en otro mundo llevaban años criticando este modelo económico, denunciando su daño social y ambiental, y junto con ello aborreciendo a quienes les habían llevado a tal fracaso, la clase política.

Poco a poco lo que parecía una cuestión marginal se vuelve sistemática en todo el globo: el hartazgo de la gente, aburrida a que se le meta el dedo en la boca, no ha buscado nuevamente un salvador, sino que ha levantado  su propia alternativa política.Todavía nos queda por ver cómo se irán dando los acontecimientos, pero estoy seguro de que muchos de ellos, de esos experimentos darán frutos y es posible que todavía podamos tener esperanzas. En Alemania, el Partido Pirata logró 15 escaños en una elección local, rompiendo así con la clase política tradicional. Es de esperar que otros hagan lo suyo. De cualquier forma, no cabe duda de que estamos en tiempos de cambio. 

¿Por qué no al lucro?

¿Qué importa si una institución lucra, mientras de un buen servicio de calidad? Ésta es la pregunta más recurrente en el discurso liberal de nuestro país. Y definitivamente en un país como el nuestro esto puede tener mucho sentido, debido a que la gente se ha acostumbrado a tener que buscar en lo privado lo que no se le ha dado en lo público. Sin embargo la educación por definición y contenido no puede ser tratado como un objeto de lucro como hemos hecho hasta ahora. Desmontar la pregunta y ofrecer una alternativa es lo que pretendo realizar en la presente columna.

 

La educación constituye un pilar fundamental de la sociedad, ella ha demostrado ser el proceso más importante y eficiente de instalar el control social, llamamos a esto respeto a las normas, valores, habilidades intelectuales y sociales. Sus resultados son de mediano y largo plazo, los países han demostrado que dependiendo el tipo de educación que tienen, estos equilibrarán la balanza del desarrollo que logran. En nuestra era postmoderna donde muchos profetizan que la educación estará a cargo de internet, olvidan los instrumentos psicosociales más importante de la educación formal, que son el espacio, la autoridad maestro alumno, los instrumentos de evaluación, las labores para-docentes, todo ello es parte del proceso, un proceso complejo que no puede ni debe ser dejado en las manos de las reglas del mercado.

 

Y por lo mismo que la educación es junto con la familia el proceso preformador más importante en la vida de los seres humanos, es que debemos garantizar algunas cuestiones necesarias para ofrecer la mejor calidad.

 

Conocemos la realidad, el desinterés público ha hecho que la educación tomé rumbos insostenibles para el presente y futuro de un país, ya que debido a un sistema de educación de calidad para unos y uno de pésima calidad para otros, ha creado y reproduce un sistema división de clases sociales y culturales altamente nocivo para la cohesión social de un país y más aún para el desarrollo de éste. Por ello la educación pública debe ser una de las preocupaciones más importantes de un Estado, pues sólo el Estado democrático puede garantizar la pluralidad necesaria para una educación de calidad. Ya que mientras más actores existen en un Estado democrático evitamos los males de las ideas totalitarias o la conformación de ghettos ideológicos, cuestiones que ya pasan en nuestro país.

 

La educación no puede ser un producto y no se puede lucrar con ella, porque elimina las garantías de una educación inclusiva y de calidad para todos, y más aún crea la formación de sectores sociales aislados con una visión muy parcial de la generalidad social en la que viven. El lucro es el paso inicial para dar marcha a un sistema que va al largo plazo minando la cohesión social, ya que pone por delante el beneficio personal de quien invierte y no la pluralidad del conocimiento y el ejercicio de la razón como vehículo de la solución de los problemas sociales.

 

Es por ello que el Estado debe garantizar que uno de los pilares más importante de la construcción de sociedad que vivimos sea plural, de acceso a todos y de gran calidad, entendiendo por calidad no sólo lo mejor de los conocimientos humanos y técnicos, sino también velando por la pluralidad de posibilidades en todo su proceso, buscando como fin último no sólo el crecimiento económico, sino el desarrollo integral de un país al que se aspira siempre a conseguir. Las personas deben y tienen que tener la capacidad de elegir dentro de un marco que iguale las posibilidades de todos los miembros de la sociedad y garantice como he repetido un proceso que no excluya a unos u otros, menos aún por razones económicas. Esas son mis razones.

 

@GonzaloPrietoN


UNA NUEVA GENERACIÓN, PARA UN NUEVO CHILE

UNA NUEVA GENERACIÓN, PARA UN NUEVO CHILE

Cada momento en la historia requiere de una generación que asuma los desafíos que conlleva. El presente y el futuro es responsabilidad personal y colectiva de todos aquellos comprometidos con el mundo en el que viven. Sin lugar a dudas esto no es tarea fácil ya que implica que quienes estemos dispuestos a tomarnos las riendas de la sociedad, tengamos la firme convicción de cambiar las cosas.

 

Nuestro país vive un momento de inflexión, los ciudadanos reclaman con razón un sociedad más justa, donde se acaben los abusos de las grandes empresas, dónde se acabe las decisiones unilaterales de los gobiernos. Esta tarea exige desafíos concretos:

 

Profundizar la democracia: Construir un sistema democrático y participativo, inclusivo de todas las sensibilidades políticas. Que ponga frenos a los excesos y los abusos, necesitamos recambio y no eternizar en los cargos a las personas. Una democracia dónde la gente pueda evaluar a sus líderes y sus políticas.

 

Desarrollo para todas y todos: Los buenos indicadores chilenos en materia económica no han sido suficientes, somos uno de los países mas desiguales del mundo y debemos acabar con la economía del chorreo. Necesitamos un desarrollo social y sustentable que le brinde a toda la población las garantías básicas para el emprendimiento de las expectativas personales. Ello se traduce en Salud universal y gratuita, en Educación de Calidad y sin segregación, Acceso universal a una vivienda digna y de calidad, ciudades más amables y al servicio de las personas, equilibradas con el medioambiente en que viven. El desarrollo debe ser el buen vivir de las personas y no exclusivamente el paradigma del crecimiento económico.

 

Medioambiente, Agua y Energía: Chile como todos los países está inserto en los desafíos globales, el cambio climático no nos es ajeno, por lo cual debemos promover una estrategia nacional en materia medioambiental, que garantice nuestros recursos naturales, sobre todo aquellos no renovables. Chile debe asumir el compromiso de nacionalizar el agua como recurso prioritario y estratégico. Es necesario asumir la tarea de trasformar nuestro sistema energético por uno más ecológico, sustentable, desechando el carbón y cualquier fuente que amenace la vida de las personas y las especies en nuestro país. Ello no sólo nos hará un país más sustentable ambientalmente sino que irá transformando el desarrollo productivo de nuestro país por uno más verde.

 

Una generación nueva, para un nuevo Chile: Pero las ideas nos las mueve el viento, las mueven las personas. Esa nueva generación es la que convocamos a tomar las riendas del presente y futuro de Chile. Pues necesitan no sólo cambiar nuestros partidos, también nuestras organizaciones sociales y empresariales. Debemos asumir la tarea de llevar al país por una nueva etapa y si no nos atrevemos nosotros estaremos dándole la espalda a la historia y a las generaciones futuras. Tenemos el diagnóstico, hemos profundizado la crítica, ahora falta ponernos de pie como lo han hecho miles de personas en estos últimos tiempos y comprometernos a ser parte de ese proceso de cambio. No le podemos dejar el país a quienes creen que esto es un negocio, donde las personas sólo somos clientes, debemos recuperar el espacio público y seguir construyendo poder ciudadano, continuar construir un nuevo Chile. 

EL QUE NO LLORA NO MAMA

EL QUE NO LLORA NO MAMA

Descentralización y desarrollo local para Chile”

 

Calama despierta en pie de guerra, paro en la ciudad, promovido por el mismo Alcalde. La consigna: “que parte de los recursos del cobre se queden en la ciudad”. Y es que es cosa de ver la ciudad para saber las condiciones en las que viven. Y usted pensaría cómo es posible que la ciudad que guarda en sus entrañas la riqueza más grande del país viva en las condiciones en qué vive, si es cosa de escuchar a la gente por la radio, todavía en Chile, ese desarrollado del que habla mucha gente, tiene ciudades con calles sin pavimentar.

 

Algunos piensan que estos son procesos aislados y que no generarán grandes cambios, yo opino lo contrario, existe un hartazgo de la gente, sobre todo de las regiones más distanciadas del centro que tienen un identidad cultural y una historia diferente. El norte que ha sido el motor económico del país, y al mismo tiempo claramente explotado por una clase política y económica que ha llevado sistemáticamente los recursos, la gran mayoría de los recursos económicos hacia otra parte, dejando rezagados a las regiones de donde proviene la riqueza natural y no renovable.

 

Lo de Magallanes y Calama no son hechos aislados, es un grito cada vez más fuerte por la descentralización real de nuestro país, que reconozca como es debido el trabajo y esfuerzo de la gente y donde la idea del desarrollo este centrada en el buen vivir de las personas que la habitan, ello requiere como condición necesaria la capacidad de las regiones de tomar decisiones sobre los recursos que les son propios. La constitución asegura está cuestión, ya que al mismo tiempo que prohíbe la afectación de impuestos a cualquier materia particular que no sean el presupuesto general, abre la opción de que siempre y cuándo los recursos sean propios de la región en la que se producen podrá existir un impuesto regional. Díganme ustedes ¿qué es más propio de la región de Atacama que el cobre o el agua.?

 

Estamos literalmente diezmando los recursos naturales no renovables de nuestro país, de nuestras regiones y nuestra capacidad de redistribución es altamente desigual. La única capacidad de respuesta es que las y los ciudadanos peleen por su tierra y su futuro, de lo contrario seguiremos esperando sentados que en el centro nos tiren alguna migaja.

 

Calama se para porque aprendió que el que no llora no mama, que ya no son suficientes las comisiones, la coordinación de los ministerios, las propuestas tibias de ley frente a la descentralización. Las regiones deben ser capaces de poner en el centro del debate la desigualdad no sólo entre clases sociales sino la profunda desigualdad territorial del país. Pues las oportunidades se reparten dependiendo en qué lugar del país donde se nace, creando la cultura de segregación, discriminación y xenofobia nacional.

 

Quienes piensen que esto sólo le pasa a las regiones, dele un usted un vistazo a la región metropolitana, donde se reproducen de igual formas estas cuestiones. Es cierto que debemos reforma nuestra constitución, pero creo que algunos no tienen muy claro que es lo que hay que reformar, en mi opinión entre otras muchas cosas, debemos reformar el modelo de Estado que tenemos hoy y avanzar en un franco proceso de descentralización política y económica de Chile.

 

No es la primera ciudad, ni será la última. La gente está cansada, aburrida y la única manera de solucionar las grandes desigualdades de nuestro país es devolver la política a los ciudadanos y darle el poder real de tomar las decisiones sobre qué hacen con sus ciudades, regiones y recursos. Pero ello depende de la capacidad de las propias ciudades, aquello ya está sucediendo.   

LA TREGUA

LA TREGUA

 

Los estudiantes chilenos han dado el paso más importante de un movimiento social en el país. Su contexto hace que lo que se ha logrado hasta ahora sea único y responde también a los cambios de la sociedad en la que estamos viviendo. Una generación nacida en democracia y socializada en ella, ve con mirada crítica que el país que se ha construido no responde a las expectativas, a unas expectativas globales producto de la era de la información como ha dicho Castells.

 

El movimiento estudiantil comandado por la Confech y particularmente liderado por la dirigente Camila Vallejo, constata una cuestión histórica en nuestro país y en los movimientos sociales. Son las élites intelectuales las que organizan el discurso crítico y reciben el apoyo de las masas, es desde el centro del poder (U. de Chile) que se lidera un movimiento que refleja muy bien el diagnóstico chileno de país desigual y segregado, el centro versus sus regiones.

 

Se ha logrado que la educación este hoy en el centro de la discusión nacional, la primera prioridad toda la clase política, empresarial y la sociedad en su conjunto. Pero se corre un riesgo latente de perder credibilidad si no sé calculan los costos del descontrol de los grupos violentos que van minando poco a poco la causa estudiantil.

 

Es necesario mantener la presión social porque la clase política y el gobierno sólo ponen atención ante ello. Sin embargo es necesario bajar al terreno del debate político sobre la educación aprovechando precisamente esa base social activa. Por la forma que se organizan tradicionalmente los estudiantes, es de prever que pueden perder el control del movimiento si algún grupo radical se separa. Se deben llegar a acuerdos antes de que eso ocurra y no desaprovechar el momento óptimo. Ello no significa dejar de lado las convicciones sino que se debe actuar con más sentido político.

 

El movimiento estudiantil es reflejo de la sociedad en que vive, ha criticado a la clase política y sus instituciones, tan desgastada a ojos de toda la ciudadanía, pero al mismo tiempo han mostrado total rigidez ante la aparición de cualquier grupo de estudiantes que quiera ser parte de las demandas, y han sido tratados como “grupos no representativos de los estudiantes”. Eso demuestra el reflejo al que me refiero.

 

La debilidad que han aprovechado los estudiantes ha sido que el Estado olvido como reaccionar ante movimientos sociales fuertes, se acostumbró la clase política a desactivar dichos movimientos por debajo de la mesa a través de operadores políticos internos. Pero no se puede creer que eso durará para siempre, las personas e instituciones aprenden y buscarán salidas que pueden terminar siendo perjudiciales para los objetivos que se pretende, que son en definitiva lo más importante a resguardar.

 

Creo que es el momento de una tregua estratégica para consolidar un avance sustantivo en la educación chilena, de lo contrario la legitimidad ganada hasta ahora se puede ir perdiendo.  

HACIA DÓNDE CONSTRUIR UN RELATO PARA LA CENTRO IZQUIERDA CHILENA

Cuando una sociedad muestra síntomas de agotamiento y su cohesión social se ve minada por la falta de liderazgo, conducción, espacios y oportunidades, la reconstrucción de una paz social y acuerdos que permitan a las sociedades avanzar son difíciles de alcanzar. Sin embargo los momentos de inflexión son provechosos para el análisis y la puesta en marcha de ideas que permitan reorientar el rumbo. No es fácil en absoluto, pero de la tormenta debemos ser capaces de ver el sol y es una responsabilidad de todos buscarlo, crearlo.

 

La centro-izquierda chilena tuvo que enfrentar muchos problemas a lo largo de sus 20 años de Concertación, algunos – los primeros – tenían que ver más con el contexto histórico que se presentaba, recobrar una democracia perdida, sanar muchas heridas. Luego vino el momento de la alegría, pero ésta nunca llegó, sólo se administro un modelo que es claramente incapaz de entregar bienestar social a las chilenas y chilenos. Nos compramos las recetas y las palmadas en la espalda de los organismos internacionales y el país no supo avanzar de verdad al desarrollo con “igualdad”.

 

Hoy tenemos un país desigual, segregado social y territorialmente, lleno de miedos. Miedo a la educación, a la salud, al desempleo. La protección social con la que se ha avanzado es insuficiente y no se han modificado las cuestiones de fondo. Pero ahora, nos vemos enfrentados como sociedad a una cuestión de gran importancia, el descrédito de nuestro sistema político y quienes lo componen.

 

Se creyó que la forma de hacer política era disfrazarla de no-política. El auto engaño de nombrar caras nuevas pero sin experiencia política produjo en el gobierno de Bachelet la necesidad de generar un cambio, un segundo tiempo haciendo volver a los políticos.

 

Entonces no es una cuestión de programa, sólo de programa, el programa ya se ha resuelto porque se conocen perfectamente cuales son los problemas estructurales del país y cómo hacerles frente, los partidos de centro-izquierda podrán tener discrepancias de carácter técnico, pero en lo político el programa me parece una cuestión ya resuelta. Es la desconfianza generalizada hacia las y los políticos de “siempre” lo que mina la opción de una nueva etapa.

 

Aquí la concertación ha tenido un grave problema producto de lo que podríamos decir, es una tranca del pasado. Su capacidad de renovar los liderazgos ha sido nula, se ha privilegiado tener un rebaño entorno a parlamentarios y ministros. Ante la demanda de generar liderazgos la respuesta es simple: “el poder se gana, no se regala”. Se generan nuevos rostros ficticios, algunos los llamados líderes ciudadanos fracasaron cuando estos al no pertenecer a la cultura de los partidos terminaron desilusionados y marchándose. Y luego el fenómeno Ministro + encuestas + candidato, el cual funciona hasta el día de hoy. En algunos casos al azar y otros premeditado se elige a dedo quienes serán los nuevos dirigentes. La sociedad se harto de más de lo mismo.

 

Es cierto que muchos de las y los jóvenes de la centro-izquierda se acostumbraron al modelo, con contadas excepciones ninguno ha tenido la valentía de tomarse el poder, a muchos de ellos les han sencillamente eliminado del sistema. Ahora si en teoría conocemos el programa que debemos llevar a cabo, pero los viejos políticos perdieron credibilidad y confianza ciudadana, lo lógico es construir un nuevo relato político de la centro-izquierda ¿cómo hacemos tal cosa?, y a ¿quiénes debe ir dirigido el relato?

 

 

 

 

En mi opinión el relato debe ofrecer una alternativa política, que emerge desde la misma centro-izquierda, de sus convicciones y la coherencia de llevarlas a cabo. Se es parte de la historia, pero no completamente responsable de todas sus decisiones.

 

Es la centro-izquierda la que debe trabajar por un país más igualitario, más limpio, más seguro, menos corrupto, donde se persiga la construcción de una ciudadanía más humana y solidaria, menos individualista. Y que esa tarea la pueden llevar a cabo gente con la pasión necesaria, con la capacidad intelectual y política que requieren dichas tareas.

 

Es por ello que el relato debe ser construido y dirigido tanto a la gran mayoría de las y los ciudadanos, pero también en particular a esos miles de militantes en todo el país que han sido de centro-izquierda, de la concertación, que son parte de una historia común, de un esfuerzo político pero que no se encuentran en el poder. A esos miles de personas que votaron y que están dispuestos a participar de una alternativa, de un proyecto capaz de recuperar la confianza ciudadana y de llevar a Chile por el camino del desarrollo humano.

 

Esa segunda, tercera o cuarta fila, hasta la última que aunque desconfiados no han perdido la esperanza de construir un país digno y orgulloso.

 

El nuevo relato no debe esconder la política, menos aún debe disfrazarla, sino todo lo contrario, debe ser capaz de explicarla mejor, de contarle a los ciudadanos e invitarlos a ser parte de ella. Tenemos mucho que mejorar de nuestro sistema político, pero todo comienza por la capacidad de decir al otro, de seducir con nuestras ideas, y convocar con nuestra acción.

Una Reforma Tributaria Verde

Una Reforma Tributaria Verde

Un país que tiene como ideal la justicia y la libertad debe construir una sociedad que persiga dichos objetivos. Los tributos son un sistema creado para dotar al Estado de medios económicos para enfrentar sus cada día más variadas tareas. Cualquier sistema social que aspira a la coherencia, busca tener equilibrio entre sus diversos subsistemas. Hoy el Estado chileno no tiene dicha coherencia a la hora de enfrentar sus desafíos como sistema social.

 

Chile aspira al desarrollo, aunque dicho desarrollo no es una cuestión de la cual se tenga algún consenso respecto del contenido del concepto. El desarrollo tiene que ver para algunos con meras cuestiones de orden macro-económico y para otros existe una idea humana de dicho estado. Mi posición se acerca mucho más a la segunda idea, por lo cual la necesidad de contar con un sistema tributario distinto al actual es y ha sido, urgentemente necesario e importante.

 

Entonces, si adherimos a la idea de que desarrollo es igual a: buen vivir, calidad de vida, felicidad, y contar con unas bases económica, social y política para construir nuestros propios sueños, llegaremos con total normalidad a la conclusión de que es necesario transformar nuestro sistema impositivo actual para hacer frente de manera coherente los objetivos de ese desarrollo país. Sin embargo aquí debemos aprovechar el filón, sabiendo que un desarrollo con buen vivir también integra la variable medioambiental, por lo cual nuestra reforma tributaria también requiere ser verde.

 

Varios países europeos en su momento adoptaron estás medidas. La tributación ambiental tiene como principal objetivo el mismo que todos los impuestos, recaudar, pero el fin de esta recaudación se utiliza para mitigar y en algunos casos compensar el daño ecológico que provoca la acción humana. Por lo cual una reforma tributaria verde en nuestro país requiere de una reforma constitucional que cambié la imposibilidad actual de no afectación de los impuestos a cuestiones específicas. Abriendo de manera directa o como excepción la posibilidad de que impuestos verdes sean utilizados en políticas públicas medioambientales. Consagrando así una máxima utilizada por aquellos países desarrollados a los que tanto nos gusta mirar. EL QUE CONTAMINA PAGA.

 

A diferencia de las multas que el actual sistemas chileno tiene para castigar a quienes incumplen la normativa, la idea de tributos ambientales busca adelantarse, no sólo castigar, y tiene un fin mucho más pro-activo en la utilización de dichos recursos. Dicha reforma también debe tener un amplio componente descentralizador, pues son los territorios los mejor preparados para saber dónde deben inyectarse los recursos y la naturaleza de los bienes ambientales a resguardar.

 

Chile estaría adelantándose a algunos acontecimientos de alta probabilidad en estas materias, ya que en el periodo post protocolo de Kyoto los países desarrollados (hoy en crisis) desean proteger tanto sus productos como su competitividad creando las tasas verdes de entrada a todos aquellos productos que sean elaborados con huellas ecológicas mucho más grandes que las suyas y por lo cual mucho de lo que exporta tendrá que tener cánones muchos más rigurosos. Varias empresas ya se están adelantando a estos escenarios posibles.

 

La reforma tributaria verde avanzaría en la dirección correcta de un desarrollo sustentable que no sólo reacciona ante el daño, sino que se adelanta y genera acciones con recursos disponibles para la conservación de nuestro medioambiente.

La democracia enferma de Chile

La democracia enferma de Chile

Decir que el problema de nuestra democracia se encuentra en las coaliciones gobernante y opositora se nos queda muy corto. La enferma democracia chilena radica en elementos muchos más profundos, son de toda la sociedad, y la superación de esos problemas requiere una mirada de largo plazo , cambios profundos en la estructura política del país y la colaboración trasversal de toda la ciudadanía.

 

Nuestra sociedad ha cultivado el individualismo, el clasismo, la xenofobia. Ha creado para sí misma una imagen de sociedad exitosa y moderna, que al mismo tiempo es un país desigual y todavía muy por debajo de las garantías y derechos de las personas. Hoy podemos observar la efervescencia de las movilizaciones pero poco podemos conocer del compromiso de las y los ciudadanos por cambiar nuestros modos de vida. No queremos antenas de celular cerca de nuestras casas, pero no dejamos de hablar por el iphone o la blackberry.

 

Somos un país rico en recursos naturales y estamos motivados a protegerlos y manifestarnos, la pregunta es ¿cuántos estamos dispuestos a sacrificar parte de nuestra comodidad por mitigar los efectos que tiene el desarrollo capitalista en el medio natural? El desarrollo sustentable – en Chile y en el mundo – se convierte en un producto más al cual sacarle beneficios. Los responsables de un estado de enfermedad de la democracia, que se manifiesta en la crisis de legitimidad de las autoridades e instituciones, son precisamente una sociedad que ha crecido enseñando a los ciudadanos a rascarse con sus propias uñas. Falto de garantías mínimas, convencido en una meritocracia desde arriba que premia a los de siempre. No es fácil librarnos de una forma de pensar, de una cultura instalada, reforzada por la educación, nuestro sistema electoral, nuestros líderes y las empresas, apreciada como algo sumamente normal por todas y todos nosotros.

 

La transformación proviene de un cambio social y político profundo, complejo y de largo plazo. El objetivo debe ser profundizar la democracia, acercar el poder a la ciudadanía y crear una sociedad que brinde a todos y a todas las bases fundamentales para su desarrollo, que les entregue las herramientas sin excepción, para que cada uno conforme a sus motivaciones construya su vida y su felicidad. Debemos trabajar en una sociedad más diversa que equilibre los pilares de igualdad y libertad.

 

La nueva generación que hoy moviliza y deja huella en la historia de Chile, debe ser la que sea capaz de rehacer un discurso político perdido, de soñar y construir una democracia más comunitaria, donde recobremos valores como el compromiso, la lealtad, la comunidad. No buscamos un Estado todo poderoso, pero tampoco un Estado frágil que abandona a los que menos tienen ante los intereses puramente económicos. Debemos ser capaces de pensar nuevas instituciones y de dialogar sobre un nuevo contrato social para las y los chilenos.

 

Todas estas cuestiones pueden parecer demasiado abstractas, demasiado utópicas, pero que duda cabe que son las ideas (como ya lo decía Berlín) las que son capaces de mover al mundo. No debemos dejarnos vencer por quienes no quieren pensar, por quienes prefieren quedarse como estamos y avanzar en la medida en que los poderosos lo permiten. Tenemos el derecho de pensar, criticar y construir el mundo en que queremos vivir. Sólo con ese aliento podremos caminar hacia un Chile mejor de como lo encontramos.

 

 

EL CAMBIO DE GABINETE: “La generación de Pinochet”

EL CAMBIO DE GABINETE: “La generación de Pinochet”

Tener y mantener el poder son deberes inalterables en la política. Muchas veces el buen gobierno quedará como algo marginal frente a estás dos premisas. Por lo cual, las acciones que los políticos ejecutan no calzan con la lógica del ciudadano común y se escapan de los ojos del analista.

 

El gobierno de Sebastian Piñera comenzó con una situación delicada, el terremoto del 27 de febrero hace girar 180 grados su agenda, y dejaba con el más duro examen a una generación de políticos no acostumbrados a la gestión gubernamental que la concertación, bien o mal, tenía ya aprendida. Es así como Piñera comete el mismo error que Bachelet en su primer gabinete, buscar cambiarle la cara a la política con gente “técnica” y dejar fuera a los viejos rostros de la política. Fue un craso error y parte de ese mal diseño al principio, fue lo que en mi opinión tiene al Presidente contra las cuerdas en lo que ha encuestas se refiere.

 

Con unos movimientos sociales a flor de piel, fruto de la evolución social y una transición política, responsable sociólogicamente de lo que hoy acontece, el gobierno no es capaz de poner la brújula en el norte correcto. ¿Cuál es ese norte?. Conservar el poder y realizar un buen gobierno.

 

Su gobierno claramente inexperto está actuando con lógicas equivocadas, primero creyó que no tenía que tener políticos, cuando es lo que más se necesita. También creyeron que debían prescindir de los partidos, cuestión en la que también han tenido que echar pie atrás. Ninguna fórmula funcionó, y el gobierno cayó estrepitosamente en confianza y popularidad. Y es aquí donde pasó lo peor. Los partidos de la Alianza por Chile – pues la coalición por el cambio no existe, pues no hay ministros de Chile Primero – arremetieron con todo y defendieron con todo su poder a los presidenciales, sacaron a quienes no tenían ningún peso político dentro de sus filas y derribaron a los jóvenes prometedores. El objetivo, ganar las próximas elecciones, proteger su vaca sagrada y dejar de mirar desde la vereda del frente un gobierno que entienden legítimamente como propio. El único que se salvo, por una cuestión de confianza personal, fue el amigo del presidente. El ministro del interior.

 

Llegó entonces el gabinete de Pinochet, los discípulos de Jaime Guzmán, los que diseñaron la llegada al gobierno y construyeron el partido más grande del país. Lo del ex-ministro de energía es la última de un equipo inexperto y que el nuevo gabinete espera no volver dejar pasar.

 

Y el mapa nos queda de la siguiente forma: Chadwick, un político de gran clase tanto por sus relaciones familiares transversales como su enorme capacidad de dialogo, él hará lo que Hinzpeter nunca pudo, ni podrá hacer. Lavín, la vaca sagrada y eterno presidencial, es el símbolo de la generación Pinochet y como tal se le cambió al Mideplan para que se luzca con el trabajo del joven prometedor, y de paso se le pasa la cuenta al otro Kast en la UDI. Longueira, será un guerrero, y aunque lo han puesto en un ministerio poco adecuado se las arreglará para ser noticia, como ya lo hizo recientemente enviando el mensaje a la moneda por los diarios que sería parte del comité político (les guste o no). Golborne, había que proteger a la mejor carta de la Alianza en las encuestas, y como a Lagos se le envió a cortar cintas y besar guaguas al MOP. ¿Y el resto de los ministros “nuevos”? Créame lector y lectora, esos no importan.

 

El nuevo gabinete tiene más peso político, es un cambio provocado y diseñado por los partidos, no por el gobierno. Está hecho para ganar las municipales, mejorar la imagen del gobierno y ganar las próximas presidenciales. ¡Cuidado!

LA POLÍTICA DEL ESPECTÁCULO

LA POLÍTICA DEL ESPECTÁCULO

La política chilena se parece mucho a un reality show. Tenemos una serie de políticos que se pasean por la televisión mostrándose sin decir nada, buscan la cámara, la foto, quieren ser famosos para que el día de la votación – llámese encuesta Adimark, Cerc, Cep, etc – les entregue la popularidad necesaria, y con ello negociar sus cupos y cuotas de poder. El problema es que la ciudadanía está constantemente “nominandolos” para que se vayan.

 

Si hay movilizaciones, se cuelgan, se maquillan del color que sea. Una semana son ecologistas, la próxima son mineros, la siguiente camisa blanca y corbata azul para ser pingüinos, todo por el puntaje en la encuesta, todo por la fama. Pero se les olvido la política, la propuesta, el trabajo, la participación. Dicen que escuchan pero no lo hacen, pues las mismas encuestas, su misma vara de medición les entrega pésimos resultados. Más de la mitad de los encuestados según Adimark rechaza tanto al gobierno como a la oposición, lo que da cuenta de la profunda crisis de legitimidad política del país. Una crisis que no tiene luces de resolverse si no se realiza un profundo cambio en el sistema político chileno.

 

Es cierto que no todos los políticos chilenos son parte del show mediático, hay quienes trabajan muy duro, pasan horas en sus oficinas y los pasillos del congresos, consultan con sus distritos, pero son las y los pocos, muy pocos.

 

Desde Barracones hasta el movimiento estudiantil la oposición se ha intentado colgar de las movilizaciones. Por otro lado el gobierno ha tenido un pésimo tratamiento de las situaciones, no ha sabido escuchar a las y los ciudadanos, y lo que es peor, no existe ningún proyecto de ley en marcha para realizar los cambios profundos que necesita el país.

 

La ciudadanía cumple el rol de exigir a la autoridad y sus representantes los cambios que requiere el país, éstos deben responder en el ejecutivo y el parlamento realizando las reformas necesarias. Pero ello no ocurre, la oposición se cuela en las marchas en vez de estar haciendo la pega en el congreso. Y el gobierno primero se tapa los oídos y cierra los ojos, hablando sin parar de lo que definitivamente no entiende, cuando su tarea es enviar los proyectos de ley.

 

En materia medioambiental no existe proyecto para cambiar una ley claramente insuficiente, que deja decisiones técnicas en el ámbito político, y decisiones políticas en el ámbito técnico. Donde las multas son bajas, y las compensaciones son nulas. No hay pacto de energía, y nadie habla de ello porque dejo de salir en la prensa y porsupuesto “ya no es parte de la agenda”.

 

En educación no existe voluntad de generar un real pacto de la educación, lo único que se han propuesto son medidas que no garantizan salir de la crisis educacional, sino que le llenan los bolsillos de plata a las universidades, que no son la única solución al problema. El gobierno estratégicamente se salta a los dirigentes estudiantiles, negocia con los rectores, y vuelca la agenda para minar la legitimidad del movimiento estudiantil. La oposición rechaza el acuerdo GANE, pero no pone en la mesa – y eso quiere decir en la opinión pública – ningún proyecto alternativo.

 

La política del espectáculo chilena no tiene ya más cabida, está minando los cimientos de la democracia y provocando la ira ciudadana que ya no es ciega, ni sorda y menos aún, no muda frente a la falta de compromiso político real. Hay que pensar menos en las encuestas y volver a hacer política con letras grandes. 

artículo publicado en http://www.elquintopoder.cl 

¿Qué hay debajo del Leviatán?: Ciudadanos

¿Qué hay debajo del Leviatán?: Ciudadanos

En un mundo como el nuestro, convulsionado, siempre convulsionado, somos prisioneros de la ficción, de haber creado un mundo imaginario donde fuerzas extrañas y sin rostro dominan a quienes hasta hace poco tiempo eran las estructuras ordenadoras de la sociedad en que vivimos. Pero eso ya no existe, va en franca decadencia, y por sobre todo un problema que afecta a todos los países por muy aislados y diferentes que estos sean.

 

La globalización o mejor dicho la internacionalización de los mercados ha sometido a la política y por ende al Estado como hasta hace poco lo conocíamos. Todo se ha vuelto líquido como dice Bauman. Y peor aún los diferentes estamentos de la sociedad se han vuelto sordos, anclados todos en sus procedimientos, en su historia, escondidos en su propia parcela intentando salvarse de algo que debemos enfrentar todos juntos.

 

No es una cuestión de ideologías o sí, es que nuestras sociedades son dominadas por algo que no podemos ver, no podemos combatir con las armas. No son terroristas y tampoco los Estados totalitarios. ¿Pero quién se atreve a hacerle frente?, ¿Quienes son capaces de despertar?. Nuestra falta de cooperación es indiscutible, aún en los peores momentos la política se ha puesto a proteger una vez más a los mercados y los sistemas financieros, a los que se les ha entregado una fe ciega, tal vez más ciega que aquellos que da crédito a la religión. Romper el paradigma de que podemos construir una sociedad distinta es una tarea compleja, pero no imposible.

 

Poco a poco las y los ciudadanos, como históricamente lo han hecho, se ha levantado para decirle a sus líderes que marchan por el camino equivocado. Porque es necesario realizar un regulación profunda a los mercados, y comprender que no todo debe ser un producto, que tenemos temas que no se resuelven con el compra y vende.

 

La sociedad, como ya lo han dicho muchísimas personas, enfrente un problema dual, debe hacerse cargo de los problemas locales de cada sociedad, atendiendo a las necesidades de sus ciudadanos, asegurando un lugar con libertad y justicia. Al mismo tiempo los problemas globales son evidentes, y necesitamos de acuerdos, instituciones y políticas capaces de abordar temas como el agua, los alimentos, la energía, el cambio climático, los desplazados, las guerras, los derechos humanos. Todo ello requiere un nuevo Estado, una nueva forma de organizar nuestra sociedad en un marco que valore la cooperación, la justicia, la libertad y la sustentabilidad de nuestros modelos de desarrollo.

 

El Estado debe volver a la política y la política que no es más que la discusión de los temas públicos, debe retomar su lugar en nuestras sociedades recuperando para las personas nuestro sentido último, la felicidad.

 

Porque debajo de ese aparentemente frío Leviatán se encuentran ciudadanos y ciudadanas dispuestos a acompañar esa transformación y estoy seguro que seremos nosotros quienes provocaremos el cambio.  

Promesas difíciles de cumplir

Promesas difíciles de cumplir

LOS IMPUESTOS SOBRE LAS UTILIDADES A LAS UNIVERSIDADES PRIVADAS

Anunciar ideas es más fácil que llevarlas a cabo. Así ocurre con el anuncio del Presidente Piñera en materia educacional. Sin duda se han cumplido las profecías de Hermógenes Perez de Arce y de Carvallo (aunque con un enfoque distinto) en sus columnas de los últimos días.

 

Efectivamente hay más plata, pero no se resuelve el problema de fondo en la educación chilena. ¿Cuál es el problema de fondo? La profunda desigualdad del sistema educativo.

 

Pero en está ocasión, me quiero referir particularmente al último punto señalado por el Presidente en su anuncio, que quizás puede revelar la inconsistencia de sus propuestas que al parecer – una vez más – es sólo maquillaje en vez de cambios profundos a nuestro sistema educacional.

 

El presidente anunció que evaluará la existencia de universidades sin y con fines de lucro y en caso de existir las segundas – cuestión evidente – gravará impuestos sobre sus utilidades y las dedicará exclusivamente a financiar becas y créditos. Dicha cuestión es totalmente improcedente con la constitución chilena actual, debido a que la carta fundamental señala claramente que los tributos no pueden ser afectados a ninguna cuestión particular, sino que todo queda en las arcas públicas, ya que serán los presupuestos los que determinan a dónde va el dinero con arreglo a las leyes vigentes.

 

A mí juicio aquí hay dos opciones:

 

  • La primera es que el equipo encargado de diseñar las propuestas no ha trabajado con la rigurosidad que corresponde y han hecho caer al Presidente en un error y una vez más se compromete con lo que no se puede cumplir.

     

  • En segundo lugar, podríamos estar frente a una noticia importante (aunque lo dudo). Que se quiera reformar la constitución en está materia, lo cual podría aprovecharse para otros fines muy interesantes. Si el Estado tuviera la capacidad de afectar tributos a sectores concretos, sin necesidad de hacerlo por el presupuesto en su totalidad, podríamos tener la posibilidad de crear tributos ambientales o sistemas de tributación regional que permita una mayor y mejor descentralización. Creo que el tema va por lo primero, y una vez más el presidente nos da voladores de luces y no concreta el cómo de sus propuestas.

 

Por otra parte, los principios tributarios consagrados en la constitución chilena no permiten crear impuestos injustos y el solapamiento de impuestos es una cuestión bastante delicada. Una cuestión parecida ocurrió en el gobierno de Ricardo Lagos quien se comprometió a que los recursos obtenidos por la discutida ley de royalty serían destinados a investigación y desarrollo, cuestión que en su momento también fue corregida por el tribunal constitucional. Dejo aquí el extracto del artículo 19 número 20 de la constitución para que ustedes se formen su propia idea.

 

El problema de la educación en Chile no es sólo una cuestión técnica, sino política, y flaco favor le hace a la solución el anuncio de medidas que carecen del más mínimo rigor.

 

 

Constitución de Chile 1980, reformada el año 2005. Extracto del artículo 19 número 20:

 

20º.- La igual repartición

de los tributos en D.O.

proporción a las rentas

o en la progresión o

forma que fije la ley,

y la igual repartición CPR Art. 19° N° 24

de las demás cargas D.O. 24.10.1980

públicas

En ningún caso la ley podrá

establecer tributos

manifiestamente

desproporcionados

o injustos.

Los tributos que se

recauden, cualquiera

que sea su naturaleza,

ingresarán al patrimonio

de la Nación y no

podrán estar afectos

a un destino determinado.

Sin embargo, la ley podrá

autorizar que determinados

tributos puedan estar

afectados a fines propios

de la defensa nacional.

Asimismo, podrá autorizar

que los que gravan

actividades o bienes

que tengan una clara

identificación regional

o local puedan ser

aplicados, dentro de

los marcos que la

misma ley señale,

por las autoridades

regionales o comunales

para el financiamiento

de obras de desarrollo;

La Política y el Medio Ambiente

La aceptación de nuestro actual paradigma de sociedad, es el resultado de un proceso de evolución del pensamiento político occidental. La filosofía ha caminado desde sus inicios hasta hoy queriendo dibujar los marcos tanto de nuestra ética y moral, y de la forma en cómo nos gobernamos a nosotros mismos.

 

La discusión sobre la libertad, la justicia, el Estado, son parte de esa andadura en la que podemos decir con propiedad, que el debate ha dejado varios cabos sueltos. Puesto que la preocupación de autores como Hobbes, Locke, Rousseau, Rawls, Berlín, entre tantos, dejo de lado una cuestión capital que es hoy uno de los mayores desafíos de esa sociedad que hemos construido, nos referimos aquí: al medio ambiente.

 

El medio ambiente no es solamente proteger los árboles y animales en peligro, cuestión que ya es bastante difícil, es también una comprensión filosófica de dónde estamos y para qué estamos aquí. Esa profundidad que parece que las ideas políticas occidentales pasaron por alto son en parte responsables de siglos de despreocupación.

 

Fue la economía y la planificación, las que han puesto acento a las preocupaciones ambientales. Esto se ha manifestado en las teorías del desarrollo y las diversas perspectivas de ella.

 

Nosotros los seremos humanos, somos parte de un planeta, de un sistema biológico complejo que en el que debemos vivir, al paso de nuestra vida deberíamos poder armonizar con ese entorno. Eso no ha sido así, todo lo contrario, hemos sido depredadores de nuestro propio entorno. Porque a lo largo de los años nuestra sobrevivencia se ha basado en el consumo de recursos, recursos supuestamente escasos, de los cuales debemos administrar y hoy por hoy, además de ello no sólo ha sido redistribuir, sino obtener un beneficio sobre ello. Hemos sido los seres humanos los que hemos creado un mundo de ficción donde apropiándonos de lo que naturaleza nos proporciona, con una ética antropocéntrica arrogante, destruimos el habitad con una falsa idea de preservación de la especie. Y por qué digo que aquella idea es falsa, porque sencillamente no es la única forma de preservarla, siendo posible otras formas de vivir en armonía con nuestro entorno natural y también con nosotros mismos.

 

El desarrollo sustentable ha surgido como alternativa a nuestro paradigma occidental de consumo, pero no tanto, ya que si bien es un planteamiento adecuado, éste no resuelve del todo nuestra contradicción fundamental, nuestra idea de desarrollo (como crecimiento económico, adquisición de bienes y servicios, alcance de la felicidad a través de la acumulación de capital económico, cultural y simbólico) y la preservación del mundo natural en el que realizamos toda nuestra vida. La propuestas suelen ser medidas paliativas de carácter más bien tecnocrático para poblaciones pequeñas. En definitiva, seguimos sin tener un relato filosófico capaz de producir un cambio en la sociedad en que vivimos y que nos permita reorganizar el debate, como lo hicieron otros, sobre cómo debemos vivir en este mundo.

 

Reitero la palabra occidental, pues soy consciente, aunque no experto, de que a lo largo de la historia de la humanidad existieron y existen ideas sobre como vivir en armonía con el planeta, y no sólo eso, esas ideas fueron materializadas en la organización social.

 

Quien lee estas palabras dirá o seguramente hace varias líneas atrás se planteó la siguiente pregunta: ¿cómo hacemos para echar por la borda miles de años de evolución y pensamiento, para aprender a vivir de otra manera? Mi respuesta por ahora es: no podemos, no podemos dejar todo atrás, es imposible levantarnos mañana y encontrar nuestro planeta sin nada y volver a comenzar, por ello las propuestas reformistas, que han entendido efectivamente esto, hacen lo que pueden, pero es necesario no declinar en construir un marco de ideas que debatan los viejos temas para dar respuesta a las nuevos nuevos desafíos que tenemos como sociedad. Es imprescindible que la idea de la política tenga como elemento fundamental que vivimos en un planeta vivo, y que si le continuamos haciendo daño terminará por morir y nosotros junto con él.

 

Plantéense ustedes cómo armonizamos la idea de vivir en un planeta sostenible y al mismo tiempo respetar a libertad individual, en un marco democrático. ¿Qué pasaría si en un referéndum la gente votará por actividades dañinas para el medio ambiente?, ¿Cómo encontramos ideas para que la gente se convenza de no tener más autos, más lavadoras, más de todo? No es nada fácil, y por eso el ejercicio de pensar, reflexionar intensamente e ir de lo abstracto a lo concreto es necesario, pues no basta sólo con las consignas que suenan bien, pero que no dan respuesta al presente y el futuro que necesitamos.

Hispanoamericanos en la Guerra Civil. Por Jesús Cano.

Sin lugar a dudas me siento muy contento de recomendar un fantástico blog. De historia y literatura nos habla: Hispanoamericanos en la Guerra Civil, coordinado por el filólogo español y gran amigo Jesús Cano.En él podemos encontrar historia de muchos autores latinoamericanos que de una u otra forma se involucran con sus letras y acciones en una de las épocas más importantes de España en el siglo XX. Son las letras las que hasta hoy repercuten en la memoria de los libros y que se reproducen hoy con las redes y el mundo digital para mantener vivo no sólo el recuerdo, sino la una historia llena de solidaridad, trabajo y gusto por las palabras.

Espero que quienes sigan el blog, puedan encontrar como yo lo he hecho, un sitio entretenido, rico en anécdotas y lleno de riqueza intelectual.