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Nuestras Conversaciones, el blog de Gonzalo Prieto

El Mundo en Tiempos de Cambio

El triunfo de Estados Unidos en la segunda guerra mundial fue la piedra angular de la consolidación de su hegemonía política, económica y cultural. A cambio del Plan Marshall Europa abrió sus puertas y dejo de ser el referente del desarrollo en el mundo, aún cuando tiempo más tarde se presentará como el ejemplo de los Estados del bienestar hoy en claro cuestionamiento.

Con una América Latina sometida e intervenida y un Asia derrotada por la bomba atómica el mundo se rindió a los encantos del gigante del nuevo mundo. Aunque debemos matizar finalmente el mundo se rindió al capitalismo y el negocio financiero.

No pasó mucho tiempo para que la caída del muro de Berlín diera a la década de los noventa el impulso que faltaba y todos hablásemos de la nueva “Aldea Global” como si ahora todos viviéramos en el mismo sitio, con las mismas costumbre, pero lo más increíble aún, algunos creían que vivían con los mismos derechos y oportunidades.

Fue allí cuando el capitalismo y sus sistemas de flujos financieros, la que yo llamo economía de la ficción, profundizó las grandes desigualdades, encubrió las atrocidades más cruentas en África y el medio Oriente. A cambio de petróleo, gas y diamantes los refinados europeos se hacían los tontos (sacando su tajada) y los norteamericanos, al mismo tiempo que saqueaban los recursos naturales, les vendían armas para minar aún más los Estados fallidos.

Llega el siglo XXI y con él la vulnerabilidad. Aquellos que fueron entrenados para defender los intereses de Estados Unidos en el otro extremo del globo hoy se inmolaban contra su propio corazón. El mundo una vez más se sintió amenazado y se reclamó nuevamente la presencia del Estado, en este caso para defender el “sueño americano” con la guerra. Mientras tanto los mercados seguían día a día comerciando y volviendo su poder aún más grande, intocables por cualquier Estado que quisiera regularles.

El número no es una mera cifra y tampoco es la historia un mero hecho. China, con 1200 millones de habitantes, y sintiéndose a sí misma un imperio, usa el capitalismo para comenzar su conquista del mundo y el comunismo para mantener controlado cualquier indicio de libertad que afecte el plan maestro. India pasó de ser el pueblo sometido por los ingleses a revelarse como un centro económico, y de conocimiento. Ambos países dotados del suficiente peso cultural e histórico para no titubear a la hora de ser nuevamente los centros del mundo.

América Latina, a pesar de sus grandes diferencias aprovecha el descuido del “Gran Hermano” del norte para acometer con políticas públicas conducentes a mayor bienestar social. En parte por la educación de mucha de su clase dirigente que ve y continúa viendo a Europa como un modelo. Y Brasil muestra claro de aquello, se convierte en el referente más importante del cono sur y al mismo tiempo mantiene niveles enormes de pobreza y desigualdad.

El juego de ficción de las finanzas no podía resistir más tiempo y finalmente cayó el 2008 bajo su propia ley. Un sistema basado en la aspiración material y la mentira quedó finalmente al descubierto con el desplome inmobiliario de Estados Unidos y el efecto dominó que causó en Europa, acostumbrada a seguirles como fiel siervo económico.

No tardó la indignación, la revuelta y la furia de miles de ciudadanos que educados en otro contexto, en otro mundo llevaban años criticando este modelo económico, denunciando su daño social y ambiental, y junto con ello aborreciendo a quienes les habían llevado a tal fracaso, la clase política.

Poco a poco lo que parecía una cuestión marginal se vuelve sistemática en todo el globo: el hartazgo de la gente, aburrida a que se le meta el dedo en la boca, no ha buscado nuevamente un salvador, sino que ha levantado  su propia alternativa política.Todavía nos queda por ver cómo se irán dando los acontecimientos, pero estoy seguro de que muchos de ellos, de esos experimentos darán frutos y es posible que todavía podamos tener esperanzas. En Alemania, el Partido Pirata logró 15 escaños en una elección local, rompiendo así con la clase política tradicional. Es de esperar que otros hagan lo suyo. De cualquier forma, no cabe duda de que estamos en tiempos de cambio. 

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